jueves, octubre 11, 2007

El Che Modelo 2007

Ando corto de palabras estos días, corto de inspiraciones revolucionarias, sin embargo borracho estaré pero me acuerdo y por eso es que en la memoria vuelve el canto de "hasta siempre comandante" de una tarde de 1980 en el barrio milico de Irpavi, cuando escuchaba a mi viejo, el cerveza en mano, yo boina en cabeza de niño y fúsil de juguete.

Aprendí a esa edad a creer en quijotes a vivir utopias, jugaba a liberar sapos debajo de tejas en mi jardín, mientras los cadetes del colegio militar se baleaban de cerro a cerro en el golpe del García Meza. Conocí el miedo, yendo a buscar con mi vieja al viejo en la morgue, es que no llegaba a dormir los viernes y el toque de queda no nos dejaba dormir. Luego llegaba con un chaqui de ideales a la hora de almuerzo con un salame y un vino a contar las anecdotas revolucionarias de la farra en un cuartito de San Pedro.

Aprendí de niño el sabor de la lucha, de los ojos y las historias de los míos aquellos que pelearon por la democracia que 25 años después disfrutamos y nos quejamos de ella.

Aprendimos a quererte y todavía creemos, todavia cantamos y esperamos, aprendimos y seguimos aprendiendo de aquellos menos que pusieron el pecho a las balas para que disfrutemos de este presente.

Un textito reciclado del blog un poquito tarde, como recuerdo de los 40 de La Higuera, de los 25 años de democracia. ¡salud por las utopias!.

En este instante el Señor Ernesto Guevara, argentino de nacimiento y cubano de adopción descansa en un mausoleo de Santa Clara Cuba. Duerme en una urna hecha probablemente en la China Comunista. Sus ojos ya no ven Utopías y menos al mundo en motocicleta, su frente prominente no elabora más revolucionarios discursos, sus huesos son el parque en que gusanos juegan a las escondidas por sus orbitas huecas. Al mismo tiempo se estrena en La Paz sin muchos bombos o platillos “Di buen día a Papá” opera prima de Fernando Vargas y con guión de Verónica Cordova.Primer día de función, me apuro en llegar al cine con temor a partirme el cuello en las primeras filas o no disfrutar de cerca el paisaje desde la fila 25.

Compro la entrada, veo la taquilla y solo están salpicadas algunas entradas por ahí, ¿primera señal del nuevo siglo? No se.La película transcurre a mi gusto con el ritmo exacto, con buen sonido y mejor fotografía aún y termina como debe ser. Cuando se prenden las luces, busco por ahí a mi amiga Vero, aquella del 92 con el rostro lleno de Benedetti, la que planeaba la caravana del Che 25 años. La Vero no está, Lucho Espinal ya no aparece en las paredes de la Católica. Salgo del cine con sabor amargo de sueños, con ese conformismo que decía el Lucho, que al final de cuentas acabo llegando no más.El Che hoy es fashion, aparece en camisetas y es cool llevar un tatuaje suyo, su imagen se vende por Internet como estampita en Vallegrande.

Si Vero, te cuento que fui a ver tu peli, el guión seguro quedó como lo soñaste.Luego de la película me fui caminando por la 6 de agosto, como en los tiempos de planear sueños en el Café Oro y fui recogiendo imágenes de la noche de estreno. Se te dio la peli Vero, un Che globalmente cool de tatuajes y estampados fue conjurado al menos en hora y media.Si Vero el Che está muerto y es puro hueso en los corazones de quienes por ahora viven su vida Light, en la juventud paceña que lo compra de rebote en ropa GAP, que toma cerveza en la 21 que manda SMS, entra al MSN, ve MTV y se va perdiendo así en un mundo de siglas y mercado.

La peli me dejó ese sabor a esperanza y muerte, a la necesidad de creer y cerrar círculos aunque me voy preocupado por que no sea otro círculo cerrado, en ti en tu tiempo, en nosotros. El Che se fue, de Vallegrande, quedó el cinturón y un altar en el árbol, eso basta, al final la esperanza o la muerte es cosa de uno no más.El Che aunque muerto me dejó en la película ese sabor trasnochado de ser pueblo, de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en el mundo.

Los changos no fueron estaban chateando, no se acuerdan del Che, no tienen tiempo, yo me quedo con el juego doble de esperanza y enterrar muertos que nos da la película. Al final así es, ante un mismo hecho uno decide que nombre darle, decide enterrarlo y dejarlo partir o aferrarse a su esencia y hacer que nunca muera.Si pues changa, había pocos “loros” en el cine, La Silvia Rivera estaba acullicando, tres gringos que se han debido rayar por no haber subtítulos. Estaba yo, buscándote a escondidas en la noche, por si en algún lugar estabas esperando el aplauso final, ese tan chistoso, seco y corto que nadie en la pantalla escucha.

No importó el aplauso tímido de 10 palmas trasnochadas, valió la pena aunque en el fondo sepa que el Che modelo 2005, es Light y cada vez que quiere hablar en el atrio de la UMSA desde ese colorido mural, desde encima el anuncio de Coca Cola le acaba meando la boina.