lunes, marzo 29, 2010

Algunas digresiones y Bolaño escupiendo a la luna

Así es Lucas se jodió el teclado, te decía que a esta hora la luna caprichosamente se posa sobre mis libros y que Sinatra suena bien en esa radio moderna que puedo poner ahora en la tele apretando sólo un botón. Ya sé, ya sé, al final a ti que te importa si permaneces ahí inmóvil y te visito tan poco.

De todas formas Lucas te confieso que me molesta este teclado, que decide cuando menos piensas ocultar el acento detras de un paréntesis, algo parecido a lo que le pasaba con la letra A a la vieja Olivetti que aparece en la película "El secreto de tus ojos" y a la que Ricardo Darin trató de homenajear, aunque sin éxito a mi gusto. Algo le faltó, algo se cayó a la pelí por entre el mal maquillaje, las pretensiones hollywoodenses (con plan de remake en inglés) y la extremadamente gauchesca actuación de Franchella. Intento de homenaje al fin que me recordó a tus devenires con tu vieja Olivetti, a tus rollos en un escritorio cuando jugabas a ser traductor de Naciones Unidas. Seguro hubieras recordado con nostalgía al ver esa escena del abogado jubilado poniendo la A manualmente, como ametrallabas párrafos que luego se convertían en historías, que luego se volvían novela, para al fin ser vida. Si Lucas la tuya se fundió las teclas en batallas que dejaron de recuerdo obra y la otra sirvió de utilería.

Bueno Lucas a mi la palabra novela todavía me suena a algo muy grande, parecido a una trompa de elefante, por eso de momento ando acá en mis devaneos con los cuentos y me cuesta bastante, ya que a esta hora la memoria se pone difusa, como la pantalla esta que nadie sabe bien como limpiar; unos te aconsejan alcohol, otros agua, otros saliva con café, en fin dilemas postmodernos dirías Lucas. En cambio que diferente era tu relación con el papel y tu Olivetti. Cuando las hojas se veían blancas eran blancas y punto y si no era así pues cambiabas de hoja y punto. Imagínate en estos tiempos ir cambiando monitores como hojas, delicioso derroche sin duda pero no recomendable ni para el medio ambiente ni la economía.

Lucas, a estas horas el Jazz no suena como en los párrafos de El Perseguidor, es menos claro, más real y con las distorsiones típicas que produce el teclado babeando letras desordenadas sobre la pagina 215 de Putas Asesinas de Bolaño. Esas señoritas no tan ficcionadas al fin, insisten con querer filtrarse en el libro de 15 cuentos que estoy escribiendo.

Debo confesarte me tranqué en la página 2 del segundo cuento, lo bueno que hoy concluí las fichas de una mezcla bizarra de personajes, las ordené pulcramente en un archivo de la computadora, uno de esos con letritas de diferentes colores. Seguro que no te divertiría Lucas, no es lo mismo, nunca sería igual que aquel melange de 50 hojas regadas por la alfombra que dejaste la vez que quisiste ayudar a Manuel a terminar su primer libro. Lo único que lograste fue un caos de hojas desordenadas y llenas de diagramas esparcidas por la alfombra, para ti todo estaba en orden Lucas, pero para nosotros era sólo una forma de esconder las medias a rombitos que usaba la Parisiene esa, tan Uruguaya para mi gusto, que te secó la tinta unos buenos meses y que te desvistió a mordiscos en la sala, aprovechando los 15 minutos de gloria de uno de tus arrebatos de alta líbido,entre el párrafo 5 de la página 56 y el uno de la 57. Suficiente para ti Lucas, no para ella por eso te dejó con las medias y los papeles de Mario todo pisoteados. Era conmovedor y gracioso ver como después te deshacías en disculpas y explicaciones con Mario, por la falta de tino al haber dejado que la uruguaya pisoteara con bronca a cada uno de sus personajes en la huida.

Eso ya no pasaría hoy Lucas, aunque sin duda reirías; no pasaría por que donde estas puedes saltar de Glenda a Fabienne las veces que quieras y ya no te interesan las medias. Aunque para ser honesto tampoco las podrías encontrar en una pantalla y mucho menos permitir orgías literarias de personajes envueltos en un enredo, casi pornográfico de letras. Hoy la cosa es más sistemática, tienes la posbilidad de ir alineando todo en diferentes pantallitas independientes que se reducen, se agrandan, se esconden y aparecen todas en un espacio ridículo de 50x30 cms llamado pantalla. Así es Lucas ahora puedes armar las fichas en esta maquinita sin necesidad de alfombra, es menos romántico sin duda, pero más práctico.

Ya sé que ese no es el punto, al final muy poco importan los puntos o los asteriscos o los juegos de palabras sobre puntos y comas a esta hora. Tu bien sabes que mi puntuación siempre fue digna de ganar un premio en un concurso de arañazos a la pizarra, por tanto no hablaremos de temas vergonzosos. El punto es otro y yo lo llamo pequeñas delicias de la vida no conyugal, a jugar a llenar de burbujas y palabras el silencio con unas suma de textos mal labrados. También tiene su lado serio cuando me concentro en entender los 69 puntos en Carnet de Baile de Bolaño. Arbol, desorden y caos para los Bolañitos postmodernos, tan aburguesados por culpa de las huellas que dejó el Opus Dei en su formación en Colegios bien de el Norte de Santiago donde Machuca no tenía cabida. Aunque te comento que algunos como Fuguet se metieron a hacer cine como una forma de hacer algo más interesante que ser recordados por una asociación de sus letras con hamburguesa con eso de Generación Mac´Ondo, pero esa es otra historia Lucas, podríamos seguir dan vueltas en ella, pero ni tu tienes ganas y ni yo tengo tiempo.

Lo que trataba de decirte es que necesito ayuda para ordenar el fichero, un esquema de esos que tan bien solías construir a las 3 am sobre la alfombra, pero esta vez en la maquina y no sé por donde empezar cuando me dan ganas de sólo teclear y teclear y que la cosa vaya saliendo, pero esta vez es en serio y por eso cada palabra tarda tanto en quedar, por eso el editor sigue esperando, por eso no firmo contratos con nadie Lucas. Si, un esquema ayudaría como esos que armabas con un singani para calmar las muelas, esas que como decía Jaime Sáenz duelen por amor o por que sale la luna, y hoy Lucas hay una luna grande que empuja esta ventana y entonces ese es el problema, no me deja organizar, empuja, empuja y acaba derramando las letras los esquemas por la mesa, pero sin medias, sin la flaca aquella que en silencio dejaba su huella en la almohada y contaba y contaba las ovejas en la pared antes de irse del cuarto.

No Lucas, no hay ni medias, ni papeles por la alfombra, ni singani, sólo hay una luna que incomoda, el libro de Bolaño sopapeándome talento en la cara y que no me deja pensar, por eso te molesto Lucas pero tu no dices nada y ahí me tienes pensando en como volver a poner en un orden coherente a una travesti, al coreano, a falangistas y el suicidio de Germán Busch, así todo junto en 1998 para que parezca uno de esos cuentos “hit” que le gusta publicar al amigo que vende libros con un loguito de un tipo cagando. No es que yo no cague Lucas, pero mis íntimos placeres son míos y leo en el baño, igual que tu y no tengo por que compartirlos con nadie más aún si en mitad del acto se filtra la imágen de la chica esa de caderas de manzana que jugaba a lanzar monedas, en aquel inodoro que el Mustafa puso en el Stand de la Feria del Libro. Estarás de acuerdo conmigo que sería vergonzoso Lucas, pero esa es otra historia.

Así es Lucas, esto podría ser peor pero no lo es tanto, mira que tenemos Jazz, algo de vino y vivir en la punta del cerro después de todo es tranquilo, sobre todo cuando desaparece el sueño y a uno le da por contar y contar cosas, en desorden como una especie de afán de salvar a la literatura boliviana del terremoto en Chile. Ese Chile en el que nacieron Huidobro, Bolaño y Neruda, Pongo al medio al flaco de rulos para que no se peleen esos dos, ya sabes esas arrogancias y conflictos no desaparecen en el purgatorio.

Si Lucas, ya tu paciencia debe tener forma de cubo a punto de desarmarse y yo que meta y meta con no dejarte ir; a propósito me acuerdo de aquella noche que a La Flaca le mostraba el esquema del cuento, sabiendo que tenía la cabeza repleta hasta las orejas de Fernet con Coca y yo meta a leerle a las 7 de la mañana, esforzandome en balbucear de manera coherente las 17 paginas del primer cuento. El efecto fue obvio ella en la pagina 8 me mandó al carajo y puso I Put a Spell on You en la voz de Nina Simone, me quitó la ropa y entonces yo todo avergonzado preferí coger que seguir leyendo.

Es así Lucas volviendo al principio todo empezó por que necesitaba una pausa, por que me dolían los hombros en el teclado y no se me ocurrió mejor estupidez contra la contractura que mandarme todas esas cosas en la pantalla y molestar tu eterna lucha con la hidra en la pagina 227 del libro 8 del último piso del primer estante del librero.

Lucas, en todo caso gracias por el aire y la pausa, ahora debo volver al texto y al fichero, ya tengo listos los 15 personajes, estarías orgulloso, aunque me dirías que tu golpeabas las teclas de la Olivetti de un tirón y sin errores ja! mientras que yo escribo un párrafo al mes. Una cosa me sigue costando Lucas después del desahogo, tratar de combinar este reflejo de mierda de la luna en la ventana con la pantalla y la extraña idea que tuve de releer a Bolaño en mitad del caos, buscando la frase esa como hilo para coser mis palabras, te gustaría Lucas te la copio: “Las mujeres son putas asesinas, Max, son monos atterrados de frío que contemplan el horizonte desde un árbol enfermo, son princesas que te buscan en la oscuridad, llorando, indagando, las palabras que nunca podrán decir…”

Si Lucas creo que por ahí irá la cosa, por el camino de indagar lo que nunca podrán decir en la muerte, en el beso, en el tajo en la panza, en el dolor compartido, aunque no es fácil Lucas y tu lo sabes eso de combinar princesas con putas, pero también ambos sabemos que una no vive sin la otra, como la luna esta en mi pantalla y yo que la quiero espantar, es así más o menos el tema, por ahí creo que irá saliendo la historia.

¿Sabes cuál es el problema Lucas? cuando algo parece quedar claro al ordenar las fichas, surge otra vez el enredo, el caos y la admiración del texto ese Carnet de Baile. La verdad para las digresiones hay que tener clase Lucas, para jugar al árbol e irse con las ramas y dejar luego el tronco a la vista, hay que saber Lucas y el tipo sabía, más que de cigarros de letras y eso que fumaba harto Lucas, pero sabía.

Me pregunto como hizo Bolaño para dar un sopapo a Neruda con tanta clase, al final no soy quien para juzgar, pero el gordo si que la pasó bien a costa de la poesía. Es que Bolaño, tenía tanto de ti Lucas, por eso te molesté de nuevo para leerlo juntos, mira que mandarse eso de 69 puntos de un posible relato para terminar en un homenaje sutil y crítico a la poesía chilena y por que no latinoamericana.

Lucas en el fondo todo este relato era para confesarte que estoy aprendiendo a bailar y para eso necesito Carnet, por eso se me ocurrió releer este texto. Si lo hubieras leído antes que yo Lucas, pero tú ya estabas lejos, sin duda hubieras encontrado tantos guiños a tus soliloquios y juegos como los que, a quien sabemos, le encantaba poner en el Libro de Manuel.

Por otra parte te hubieran dado bronca los armazones interminables y las digresiones, no te podías permitir un giro maleducado y no borgiano en la verborrea y que luego se pinte de real, no Lucas para ti la cosa era más seria por eso los 69 puntos te hubieran parecido nada remarcables y hubieras encontrado presuntuosamente egocéntrico el juego de lo que algunos llamaron el alma de Bolaño en ese texto.

En fin no te aburro más Lucas, algo de desafiante todavía me queda en el desorden para molestarte y dejarte sin sueño antes de irme a la cama. Ya el cuerpo no es el mismo Lucas ya me canso más fácil y a esta hora me dan ganas de matar a la luna, a Bolaño, a la francesita de tus páginas y a aquella que finge arrogancia y no vuelve por sus medias. Hablando de medias Lucas, las ganas que tengo de besarla así desnuda e invisible y sin piel, pero ya no vale la pena Lucas, es mejor construir el caos en el desorden en estas mis intimas delicias literarias no conyugales.

Un abrazo Lucas te dejo con un brinco de párrafos así mal bailado por las páginas de Carne de Baile:

18. En algunos escritos Bataille dice que las lágrimas son la última forma de comunicación
52…….toda comunicación es imposible pero se debe hacer el intento?
62 Si Neruda hubiera sido cocainómano, heroinómano, si lo hubiera matado un cascote en el Madrid sitiado del 36, si hubiera sido amante de Lorca y se hubiera suicidado tras la muerte de éste, otra sería la historia. ¡Si Neruda fuera el desconocido que en el fondo verdaderamente es!
69. Nuestra casa imaginaria, nuestra casa común (Si Lucas…esta silenciosa y firme biblioteca en la que habitas)

viernes, marzo 26, 2010

Aquellos tiempos

Hubo un tiempo bordeando el coqueteo de los 20 en el que le escribía versos debajo la almohada, llenos de una timidez acongojada y suplicas chillonas a una adolescente que en ese momento no sabía como ser amante, pero se las daba de la Matahari del barrio, haciendo llorar a más de un guitarrista o poeta en pañales. Recuerdo que en aquel momento escribía mis poemas en libretas, con una necesidad imperiosa de rimar melancolía con cerveza y nalgas con Serrat, en un poema que llevaba por título el numero de mi CI.

Luego llegó el segundo tiempo, ahí por los 25 cuando creia ser un "real visceralista" (de esos de Bolaño) en el Ave Sol de la calle Goitia. Inflaba el pecho por que un cuate había publicado en una revista literaria un poemita mio y otro amigo, en una farra, había aplaudido mi entonación para leer versos de inodoro al abandono. Si en ese segundo tiempo fue el ego malcriado y disonante el que habló y me hizo creer que cualquier paja que escribía era digna de ser publicada (ojo que es muy fácil quedarse en este segundo tiempo). Este también es el tiempo en que decides lanzarte lanzarte a todos los concursos y premios literarios, con la certeza de que eres el que dona su gran obra al concurso. Cuando pierdes y sólo recibes el silencio de los jurados tu arrogancia afirma, como defensa pública, que los premios son para las roscas, y que nadie valora tu talento. Al mismo tiempo, en la intimidad derrotado vuelves a escribir poemitas lastimeros entre las sábanas y los escondes para que nadie los vea, así como el personaje de Kundera de "La vida está en otra parte".

Hay un tercer tiempo, ese en el que algo de trabajo logró barnizar de técnica el talento, ese es el momento en que te das cuenta que no es mala idea leer lo escrito con más pausa antes de publicar cualquier cosa. Es cuando empiezas a otorgar el lugar que merecen las reglas gramaticales y dejas de forzar poemas en los que aparezca la prosa de Sabines, Shimose y Saenz en una ensalada, sólo por que te parece buena idea. Aquel es el momento que algo mejor va quedando por ahí y estas a punto de hacer obra hasta que llega un editor por ahí y te tienta al ofrecerte publicar tu primer libro, entonces otra vez el ego se confunde y vuelves a la idea de publicar por publicar y entregas a la editorial una juntucha de poemas, prosas, prosemas, alegorías, greguerias y pajas sin hilo conductor pero no te importa por que quieres aplausos, por eso te lanzas al éxito. Esta vez junto al silencio, habla también la crítica, que te entrega entrevistas y sonrisas en público, destruyendote por atras, por que realmente mereces ser destruido. Sin embargo este es también el tiempo de las invitaciones a publicar en revistas, suplementos literarios, antologías, etc. Tiempo que acaba con la publicación de un segundo libro "fiel a la juntucha" lleno de poemas, crónicas y relatos aunque ya más depurado y con una tímida voz propia.

El tercer tiempo ya no trae el ego adolescente, sino la farándula, el derroche de vino en páginas colectivas, las largas madrugadas hasta las 6 de la tarde. Este tiempo trae una nueva forma de disfrutar las letras con amigos. Es un tiempo lleno de encuentros literarios en la sala, acompañado de guitarra, libros, quena, guitarra, libros, charango...vida. También se llena de gargolas femeninas para espantar demonios, gargolas que deciden con vehemencia irrumpir en tu cuarto y sacar uno a uno de la almohada los acentos mal puestos por alguna musa y tocar uno a uno con sus senos los ombligos regados por tu cama para espantarlosn. En este tercer tiempo te embriagas, ries, lloras, aplaudes, te aplauden y repites que Warhol tenía razón y lo mejor de todo que la pequeña fama puede durar más de 15 minutos...y sólo con dos libros te repites.

Entonces llega el cuarto tiempo, cuando pasa la resaca, cuando el libro deja de hacer eco, cuando tienes una crísis, cuando dejas de leer por meses, y sólo escribes memorandums y listas del mercado. Ese momento hay que saberlo manejar, por que o produce un desencanto y te vuelve un burocráta que vuelve a usar corbata y que sólo decide leer Cosas o te pega un sopapo y te lleva nuevamente al ruedo del verbo.

Si pasa la segunda cosa habrás ganado y al salir de la orgía literaria y la farandulita te mirarás en el espejo, te arañarás las cobardías no dichas y decidirás entonces leer, por tiempo indefinido más de lo que lescribes y lees y lees, con hambre y gula. Es el momento que dejas de lado los ejercicios surrealistas de escritura exquisita y empiezas a delinear a cuenta gotas palabra por palabra algo más minimalista, más lúcido. Es ahí donde si persistes, puede surgir una voz propia y un proyecto de libro sistematicamente delineado. Debes estar consciente sin embargo que es muy probable que pasen meses sin que puedas pasar del primer relato y debas rehacer 20 veces la primera historia antes de hacer algo bueno.

En el cuarto tiempo es también común que te invada algo de la agorafobia de Salinger y decidas tener largos periodos de reclusión en la casa, temiendo a la gente, odiando a la gente, huyendo de la gente. Periodos en los que puedes pasar interminables horas de ocio frente a la television, leyendo 5 paginas al día, escribiendo 5 parrafos al mes y viendo 5 teleseries simultáneas en una hora.

Este para mí debo confesar es el momento más delicioso, por que hoy habito en él, momento en que disfruto de largos silencios mirando al papel o al monitor en blanco, momentos en los que voy entendiendo que ya no es necesario escribir como purga, como desnudez pública, como acto voyeur de mostrar letras caóticas y poco pulcras al mundo. Son momentos en los que ya no me duele la mano de tanto llenar libretas y lo agradezco.

Este cuarto tiempo ha llegado y me entrega menos caos y más cansancio los viernes por la noche, es un tiempo en el que Peter Pan tiene canas y en el que voy entendiendo que es mejor leer, calllar y trabajar en silencio la obra sin hacerla pública, por que ya no interesa el ego, por que entendí que la farandula no alimenta el oficio sólo la pereza y el descuido de la obra.

Si hoy con serenidad entiendo que prefiero la comodidad de mi silón y la agradable vista de mi ventana a las 2 de la mañana, más que la silla dura de madera de un bar. Con calma voy abriendo la puerta a este cuarto tiempo que me arrulla y me deja grandes y meditados silencios que luego hablarán en agotadores ejercicios semánticos y poéticos o talvez simplemente en el eco de la oración nocturna.

Si, está llegando y me alegra que me vaya dando más serenidad y menos farándula, más paz que egolatras lecturas literarias por los bares. Hoy disfruto el saxo de "Bird" las obras de Adrian Patiño y a Sabina cantandole a Carmela y lo agradezco con plenitud y júbilo.

Vacío y negro sería sin embargo este cuarto tiempo sin la presencia de mi hija, sin el eco que sus risitas creciendo y acompañando, preocupándose por mis cansancios y las dimensiones de mi barriga; dando su mejor sonrisa los viernes por la tarde y mostrandome, parafraseando el poema de Saenz, que las costillas no se me acaban para darselas y que cada vez que me abro el pecho y le entrego mi mejor sonrisa los viernes por la tarde, ella me devuelve con creces aquellas miradas como las que estremecían a Silvio Rodriguez en la canción "mujeres".

Esta noche espero que el quinto tiempo traiga una obra pulcra y lúcida. Espero también con más cordura y fe aprender eso de "creer, amar y esperar", de esa forma el resto llegará por añadidura, de esa forma no me asustará aquel estribillo de la canción de Sabina a su hija: "cuando quemes tus naves no me pierdas las llaves del cielo" .

Si hoy espero el quinto tiempo como aquel en el que pueda ver que mi hija tenga derecho a elegir un novio poeta o un banquero (creo que los segundos no son tan malos después de todo), a quemar sus naves hasta que se le acaben los fósforos, por que así se crece, así se vive. Espero que pierda las llaves del cielo las veces que quiera; mientras, yo esté ahí con la mirada de acero mal limado por los años y con la panza de cerrajero, ayudando a destrabar entuertos, buscando en la libreta, en los libros marcados, la llave maestra para abrir sus sueños y retornar.

Ahíí estaré para asegurar sus labios con una buena llave de versos, dandole el diccionario para detener las balas y mi palabra vivida como antidoto contra la amargura, aquella que hoy de tiempo en tiempo se disfraza de Fernet con Coca y derrama por la casa sus palabras en la alfombra, pinchandome la esperanza en aquellas madrugadas en que vuelvo al tercer tiempo.