Es una farsa, una impostura escribir un relato coherente
sin conocer la noche. La única manera de hablar de lo negro que nos cubre el alma, es caminar por la oscuridad y perderte. Quién nunca haya sido capaz de inhalar sangre ajena no podrá escribir un párrafo aceptable que permita el vómito social como
reconocimiento.
--Sentencia escrita, párrafo genial de apertura
concluido. Repite en voz alta antes de caminar del cuarto a la cocina en
calzoncillos. Se prepara un sandwich de queso, abre la nevera y saca una
cerveza. Ha empezado a narrar por encargo una vez más, aunque ella lo ignore,
aunque no sepa dónde está.
Tiene un pentágono al que le falta el quinto lado, el
cual siente que debe construir para que todo esté cerrado, al menos eso le enseñaron las
viejas lecturas de numerología. "El cinco es el signo de la acción y la inquietud.
Es el símbolo de la libertad, la adaptabilidad, el espíritu viajero y
aventurero, pero también de la inconsistencia y del abuso de los sentidos", repite lo escrito en el viejo manual y corta cinco rodajas de tomate.
Temeroso, como rata en desván ajeno, está preso de sus inconsistencias. En los últimos cuatro años sus únicos viajes fueron dentro la casa, construyó un
espacio predecible y controlado para narrar sin contaminarse Se convirtió en una especie de
Hikikomori sudamericano, un Salinger de apellido Sánchez, un zombie canibal que
se come el cerebro y trata de morderse el miembro pensando que es su cola. Pinche narcisista, onanista amante de la vida ajena, aún no entendiste nada.
Pobre escriba armando con retazos la vida de una mujer que habitó la suya dos días con sus noches y le contó, en cuarenta horas de lucidez y arañazos, en lo que se había convertido luego de Nikki. Alex se llama, él no la recuerda, la convoca que no es lo mismo, ya que convocar es intentar ser en la presencia ajena, volviendo a taladrar con palabras la evocación de un nombre, por tanto es un acto complejo y a la vez cobarde
Pobre escriba armando con retazos la vida de una mujer que habitó la suya dos días con sus noches y le contó, en cuarenta horas de lucidez y arañazos, en lo que se había convertido luego de Nikki. Alex se llama, él no la recuerda, la convoca que no es lo mismo, ya que convocar es intentar ser en la presencia ajena, volviendo a taladrar con palabras la evocación de un nombre, por tanto es un acto complejo y a la vez cobarde
--- No pararé de escribir hasta una aproximación más o menos verosímil a su vida, luego tal vez vuelva a salir de casa, cuando buscarla sea el punto final o en su
defecto cuando se me acaben los ahorros. Por ahora templanza y paciencia, mucha
paciencia que hay que seguir escribiendo. Escribir rápido y corregir lento ¿O pensabas que esto iba a ser placentero, pedazo de impostor?
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