lunes, noviembre 02, 2015

Sobre los jalouines

Entre tanto chauvinismo religioso que da vueltas por estos días, que sí Halloween es la fiesta del mal, que los buenos creyentes deben encerrarse en caza y escapar de brujas y hechiceros. Entre tanta necesidad de mostrarse a favor de la tantawawa o la calabaza, yo elijo la risa como vínculo entre la vida y la muerte, camino enseñándole a mi hija que recordamos a la muerte porque es parte de la vida y que escogimos un día como su cumpleaños para hacerla más presente, como hacemos con los vivos y nada más, sabiendo que el cuerpo es materia que se pudre y que queremos creer que hay algo más que huesos. Para que tanta defensa a ultranza de dogmas, a veces hay que ser más simple y deleitarse con la creatividad, comer ricos dulces, asombrarse en familia y desarrollar la imaginación visitando casas tenebrosas y narrando cuentos de terror que estimulen la capacidad de construir historias. Si, la burla como afrenta, la carcajada en la imagen de la muerte para encararla y decir estás en mí y estaré en ti, tan natural como el ciclo de la vida misma y no saber la fecha exacta es una linda broma que le otorga suspenso al asunto. No tomo partido cultural o espiritual de ningún tipo en estas fechas, simple elección arbitraria del cambio de mes en el calendario gregoriano que nos rige.
Los rituales de nuestro presente sin duda se fueron gestando en épocas que el conocimiento estaba vedado, que el saber era propiedad privada de una iglesia llena de miedos en la que primaba el pensamiento mágico y que la búsqueda independiente de la verdad era un acto del maligno. Ese oscurantismo dirían algunos, esa curia castigadora con pánico a la ciencia" y Galileo replicandoles "y sin embargo se mueve" . Ni que hablar de lo horrendo de las brujas, mujeres hambrientas de saber y conocimiento, complicando la vida al hombre, que usaban la escoba no para barrer la casa sino como símbolo de libertad,. Que afrenta mi dios, que afrenta, reunidas para hablar de derechos, de igualdad, de acceso al conocimiento " a la hoguera en mitad de su aquellare, a la hoguera".

Por estos lados el sincretismo, la imposición religiosa pisando la creencia del otro, imponiendo un dios a lo europeo a mayas, aztecas, incas. Dominación con una fe temerosa de la fe del otro y entre la vida y la muerte ambas miradas con rituales para celebrar a las almas que levitan quien sabe donde. Creer hace bien y al final ¿que o quién te otorga el derecho de cuestionar la esperanza ajena?
Es que la negación frente a la partida del otro, el misterio de lo desconocido de la muerte, desde el principio de los tiempos, en las diferentes culturas, construyó significados y rituales para dar sustento a la esperanza de que el otro no se fue, de que se transformó. La esperanza y su absoluta terquedad, la fe con su incuestionable certeza "aferrate a la resurrección de Cristo eso da razón a todo, hubiera dicho el Apostol Pablo.

Es que cuando la muerte toca es necesario construir algo que permita creer que quien se fue sigue aquí. Calabazas, tantawawas, mesas con comida, bebida y muchas flores para esperarlos. También son útiles las escaleritas para que las almitas bajen del cielo a determinada hora, de determinado día. Al final en un mundo tan chiquito las miradas culturales a la muerte se yuxtaponen y producen tantawawas con cabeza de calabaza. Así fue antes, en la colonia, en tiempos de que los ajayus tenían que bailar con santos y la Pachamama cosechar con la Vírgen María. Así era y así seguirá siendo. Cada quien construya sus significados para enfrentar a la muerte, a la oscuridad como la otra cara de la luz, como le plazca.

Perdón por la digresión, esto fue solo un picoteo de ideas antes de ir a saludar a mis muertos. No sé que hay del otro lado, me cuesta entender una existencia sin tiempo, sin final, una eternidad suspendida hasta el infinito y a la vez me aferro a la posibilidad de la inmortalidad, aunque sea desde la palabra. De momento ayer reí como niño y hoy comeré como hombre, pensando en mis muertos, sabiendo que están en mí porque quiero que así sea, porque los evoco en la memoria. De la eternidad no puedo hablar porque aún no estoy del todo muerto.