martes, diciembre 18, 2007

Tai II


(3)
Rie,
descalzo con túnica bebe celulitis
Rie, muda carcajada,
eco de paladar sereno rumor de flor interna.
Regala,
agua bañada de imagenes,
petalos contemplados,
trozos de oro en pupila serena.
Ellos se agachan,
En rodillas rojas,
dejan cartas, fotos, esperanzas,
Los niños,
rien, viento rie
sudores de miel
pies de vinagre,
rien y una moneda rebota el destino.
(4)
Serena, como recomienda Lonely Planet Bangkok (página 30).
Camina de frente, sus pies se ven tibios,
empeines ruborizados en azulejo.
Falda blanca, piel muy rosa,
azabache en ojos.
Miel de almendra en sus rezos.
La niña rie, ella imita,
el monje no acepta.
Vuelve a la página 30.
En Internet venden fe, visitas a templos.
Le gusta, tanto buda posando a su lado, le gusta.
Ella mira, repite lo del incienso y la flor.
Frota, papelitos dorados en el pecho del buda,
yemas doradas, piensa en el jabón para más tarde.
Mil deseos, se cansa.
Cierra los ojos, seudo contempla
El paladar se irrita en mantras.
Piensa
souvenirs, llaveros, velas
Se aburre.
Playas, shoping, paredes,
no hay tiempo
mantra, rojo,
mantra verde
tiene que comprar más.

jueves, diciembre 13, 2007

TAI

Para la gente que de mes en cuando visita este blog, a continuación les dejo los primeros poemas de una serie llamada simplemente Tai. Escritos en un viaje por esos lares.

(1)


Ese paso rengo anuncia el escupitajo en los pies
barba cana, gorra gris, baba besante.
Balbucea besos en mejilla frias

Musulman, jamaiquino, asiático, latino
sucio y frio.

Tres monedas grita, tres monedas escupe.

Desempleado, empuja, muerde.
tres monedas y te deja libre.


(2)

Los unos saltan del tren áereo a comer vitrinas
con bolsas y dinero plástico muerden y compran
Los otros callan, en túnicas naranja esperan

El viejo templo busca la luna,
el concreto la esconde, los Malls la muerden.
Ellos duermen en la columna gris,
cerca del Buda de piedra callan
Perros, gatos, ratas, miran, huelen
juegan.

Los otros caminan, presurosos gritan
comen, engordan, sudan, no escuchan
no miran, compran.

(3)

Vuelan, con ecos amarrillos vuelan
regalan versos de arroz, mantras de orquideas
Vuelan en la imagen de Bodhidarma y
duermen.

Es memoria contemplada, Satori desahuciado
rodillas de roca, cuerpo sin cabeza,
rostro sin tronco, buda sin tiempo.

Mira humanamente errado,
divinamente alumbrado.
En las raices de un arbol contempla,
tiene migraña, le duelen los flashes
quema silencios.

(4)

Rie descalzo y la túnica besa celulitis
rie, en muda carcajada.
En eco de paladar repite sereno verso,
la flor interna.

El regala agua bañada de imágenes
petalos contemplados, trozos de oro en mirada
serena.

Ellos se agachan en rodillas rojas,
dan cartas, dan flores
esperanzas y silencios.

El rie, los niños rien, su vientre rie
El monje habla, el guia te ofrece: Tu destino en la puerta, gira la ruedita, sólo por 5 Bhats

martes, diciembre 11, 2007

D + 2

Ayer me cortaron el cable por falta de pago, sólo me dejaron, vaya a saber por que, a Bolivisión y Canal 7 . Fue un alivio despertar sin escuchar a Unitel y Red Uno y si bien el canal estatal te muestra un sólo lado de la moneda lo hace sin tanta bronca. Desayune, en vez de MTV, la imagen del domingo en la mañana en Oruro de los constituyentes cantando el himno, los ojos de esperanza en una señora con su niño en brazos y acullicu en boca, alegre y con los ojos secos de lagrimas, secos de sol pero con una nueva gota de esperanza.

Me quedé pensando, cuando Aguilar se levantó en la testera y recordó a la gente las veces que otros gritaron a la presidenta de la constituyente "india de mierda", esa agresión que caló en el pecho de Silvia Lazarte como bandera de tanta boliviana, de tanta mujer discriminada, agredida, hecha mierda.

Fue la educación, fue la cuna, fueron los medios, fueron los padres que nos enseñaron a memorizar el "indio de mierda" que nos enseñaron a tener miedo al pobre, al hombre del campo, a la persona diferente. Recordé, me llego una imágen inevitable a la cabeza, esa de mi madre preguntandome, cuando salía a jugar con un niño nuevo en el barrio si el era decente, refiriendose al color de piel antes que a los valores. Muchos hemos crecido con eso, con el "indio de mierda" en la cabeza, como muletilla sucia y prejuiciosa y hoy aunque no le guste a muchos esto está cambiando y nos está cambiando.

Más allá del debate entre la legalidad y la legitimidad el domingo algo nació y está en las manos de todos pasar del discurso político a ponerle las cuerdas a la guitarra. El domingo se inicio un proceso y luego de este quiebre, hay que volver a ponerle el hombro al país.

Hoy desperté con un aire diferente, feliz de ser mestizo; boliviano de sangre paceña, yungueña, orureña, tarijeña, cruceña, en mis venas. Que vengan los referendums y que sea la mayoría quien decida, eso sí leamos la constitución nueva, generemos un propio criterio, sin el bombardeo mediatico de insultos y llamados a las armas de algunos. Por eso hoy decido quedarme no más sin cable, sacar la tele del cuarto y escuchar más a la gente de a pie, leer más historia, recordar las luchas de mis padres y tantos en el pasado y creer en un mejor futuro, más allá los que ya sabemos.

jueves, noviembre 01, 2007

Calaquitas, tantawawitas....




"Ché cholita a que hora va a venir pues tu marido a comer sus tantawawas?, a la misma hora que el tuyo a oler tus rosas señora"...


La calaca, la flaquita, la santa muerte en México, las almitas, nuestros muertitos, los espiritus de quienes se fueron antes en nuestra cultura. Una misma fecha, una misma costumbre en dos países diferentes. Sincretismo de la cultura Maya, de la Cosmovisión Aymara. Culturas que comparten el hecho de una cosmovisión donde la muerte es parte de la vida y convive con nosotros de manera natural como debe ser. Tantawawas, panes de muerto, Calacas dibujadas, fotos de estudio de nuestros muertitos en sus mejores galas. Que cada quien crea lo que quiera creer.




jueves, octubre 11, 2007

El Che Modelo 2007

Ando corto de palabras estos días, corto de inspiraciones revolucionarias, sin embargo borracho estaré pero me acuerdo y por eso es que en la memoria vuelve el canto de "hasta siempre comandante" de una tarde de 1980 en el barrio milico de Irpavi, cuando escuchaba a mi viejo, el cerveza en mano, yo boina en cabeza de niño y fúsil de juguete.

Aprendí a esa edad a creer en quijotes a vivir utopias, jugaba a liberar sapos debajo de tejas en mi jardín, mientras los cadetes del colegio militar se baleaban de cerro a cerro en el golpe del García Meza. Conocí el miedo, yendo a buscar con mi vieja al viejo en la morgue, es que no llegaba a dormir los viernes y el toque de queda no nos dejaba dormir. Luego llegaba con un chaqui de ideales a la hora de almuerzo con un salame y un vino a contar las anecdotas revolucionarias de la farra en un cuartito de San Pedro.

Aprendí de niño el sabor de la lucha, de los ojos y las historias de los míos aquellos que pelearon por la democracia que 25 años después disfrutamos y nos quejamos de ella.

Aprendimos a quererte y todavía creemos, todavia cantamos y esperamos, aprendimos y seguimos aprendiendo de aquellos menos que pusieron el pecho a las balas para que disfrutemos de este presente.

Un textito reciclado del blog un poquito tarde, como recuerdo de los 40 de La Higuera, de los 25 años de democracia. ¡salud por las utopias!.

En este instante el Señor Ernesto Guevara, argentino de nacimiento y cubano de adopción descansa en un mausoleo de Santa Clara Cuba. Duerme en una urna hecha probablemente en la China Comunista. Sus ojos ya no ven Utopías y menos al mundo en motocicleta, su frente prominente no elabora más revolucionarios discursos, sus huesos son el parque en que gusanos juegan a las escondidas por sus orbitas huecas. Al mismo tiempo se estrena en La Paz sin muchos bombos o platillos “Di buen día a Papá” opera prima de Fernando Vargas y con guión de Verónica Cordova.Primer día de función, me apuro en llegar al cine con temor a partirme el cuello en las primeras filas o no disfrutar de cerca el paisaje desde la fila 25.

Compro la entrada, veo la taquilla y solo están salpicadas algunas entradas por ahí, ¿primera señal del nuevo siglo? No se.La película transcurre a mi gusto con el ritmo exacto, con buen sonido y mejor fotografía aún y termina como debe ser. Cuando se prenden las luces, busco por ahí a mi amiga Vero, aquella del 92 con el rostro lleno de Benedetti, la que planeaba la caravana del Che 25 años. La Vero no está, Lucho Espinal ya no aparece en las paredes de la Católica. Salgo del cine con sabor amargo de sueños, con ese conformismo que decía el Lucho, que al final de cuentas acabo llegando no más.El Che hoy es fashion, aparece en camisetas y es cool llevar un tatuaje suyo, su imagen se vende por Internet como estampita en Vallegrande.

Si Vero, te cuento que fui a ver tu peli, el guión seguro quedó como lo soñaste.Luego de la película me fui caminando por la 6 de agosto, como en los tiempos de planear sueños en el Café Oro y fui recogiendo imágenes de la noche de estreno. Se te dio la peli Vero, un Che globalmente cool de tatuajes y estampados fue conjurado al menos en hora y media.Si Vero el Che está muerto y es puro hueso en los corazones de quienes por ahora viven su vida Light, en la juventud paceña que lo compra de rebote en ropa GAP, que toma cerveza en la 21 que manda SMS, entra al MSN, ve MTV y se va perdiendo así en un mundo de siglas y mercado.

La peli me dejó ese sabor a esperanza y muerte, a la necesidad de creer y cerrar círculos aunque me voy preocupado por que no sea otro círculo cerrado, en ti en tu tiempo, en nosotros. El Che se fue, de Vallegrande, quedó el cinturón y un altar en el árbol, eso basta, al final la esperanza o la muerte es cosa de uno no más.El Che aunque muerto me dejó en la película ese sabor trasnochado de ser pueblo, de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en el mundo.

Los changos no fueron estaban chateando, no se acuerdan del Che, no tienen tiempo, yo me quedo con el juego doble de esperanza y enterrar muertos que nos da la película. Al final así es, ante un mismo hecho uno decide que nombre darle, decide enterrarlo y dejarlo partir o aferrarse a su esencia y hacer que nunca muera.Si pues changa, había pocos “loros” en el cine, La Silvia Rivera estaba acullicando, tres gringos que se han debido rayar por no haber subtítulos. Estaba yo, buscándote a escondidas en la noche, por si en algún lugar estabas esperando el aplauso final, ese tan chistoso, seco y corto que nadie en la pantalla escucha.

No importó el aplauso tímido de 10 palmas trasnochadas, valió la pena aunque en el fondo sepa que el Che modelo 2005, es Light y cada vez que quiere hablar en el atrio de la UMSA desde ese colorido mural, desde encima el anuncio de Coca Cola le acaba meando la boina.

jueves, septiembre 27, 2007

Memorias de un croto (Primaveral recargado)

Naturaleza sangre....

¿Te acuerdas? ¿Cómo jugábamos a sentir el frío en los cuerpos?, tu con los pies congelados como raspadillo, yo con ese calor insoportable en las manos. El tema era entibiar tus plantas o enfriar mis palmas, dependía de la perspectiva, del lugar, del aroma de la noche. Te gustaba jugar a la morgue, así como de niña jugabas a la cueva y te tapabas con un edredón oscuro para que el monstruo no te toque, te quedabas inmóvil para que no te muerda cada esquina. Si, te gustaba, el juego de ponerte rígida y desnuda encima la cama como una tabla, decías que el efecto era mejor luego de la ducha y con la piel toda erizada por el frío. Anticipabas recurrente tu imagen ideal de la muerte en el río o el vuelo del puente pero sola.

Pálida de agua me pedías que te coma a besos, que muerda tus lunares en el pecho y tape tus poros con el calor rosáceo de mi abdomen. Me acuerdo flaca, de tus pataletas, de tu histeria en el suelo, de la bronca que te daba, cuando sólo te miraba en silencio, en el pesado desprecio de cerrar la puerta y dejarte llorando en mitad de la sala.

Es difícil olvidarte, cada vez que vuelve aquel torbellino de emociones inflando tus ojos saltones de furia, esos capaces de jugar a la mirada de virgen y en dos segundos botar fuego en mi vientre, llorar miel de madrugada. Me acuerdo que me gustabas serena, indefensa, dócil. Las madrugadas eras vulnerable, dejabas que tus defensas caigan, y lanzabas esos cursis te amo como ronroneo, mientras yo jugaba a contar los vellos de tu espalda, de tu sangre morena. Tantas veces pensé en que pasaría si te lanzaría un vaso de agua en una de tus rabietas, ¿me perseguirías por la casa, cómo en esas reconciliaciones, o ¿acabaríamos a los mordiscos y arañazos?, sintiendo el dolor ese que produce el sexo de lija.Si flaca, pensé en eso, también en partirte a patadas, pero sabes que mi naturaleza sólo permitía destruir a tu niña mala con caricias de lengua, bebiendo tu frío de raspadillo, barnizando cada poro tuyo. Flaca, no sabía nada de ti aquella noche que respondiste a mi beso con una patada y no dejaste que mordiera el tatuaje falso, no sabía nada y hoy te entiendo, sólo querías el anonimato.

Ayer me enteré, te encontraron con la piel erizada y seca. Dicen que salías con un abogado, uno de bufete con muebles de roble y floreros con nardos made in China. Te vieron, en el boliche ese para secres de la 20 de Octubre, saliste mordiéndole la corbata a mierdazos, como solías hacer cuando querías mi plata para tu tatuaje permanente en las cejas. Si flaca, ¿te acuerdas? Tu manía de jugar al muerto y tu certeza en que te irías antes, tu pedido de que guardé tus cenizas en una urna de plata. Te dejé hace tiempo, entenderás ahora que era absurdo hacerte un homenaje de ese tipo, además debo confesar que te ves mejor , toda muda en esa lata que en una urna, aunque esos puntos lila no quedan "fashion" en tu mejilla derecha y tus labios de riñon hinchado, aunque pálidos, siguen dando hambre.

Si flaca, ya se que anoche te torció el pescuezo y te fue exprimiendo como tallo de rosa primaveral. No le importaron tus espinas, esas pincha risas de las que me escapaba, se quedó con tu mirada orgásmica, gran error yo solía esconderla con mis manos en tus labios. Me dijiste que por fin entendiste eso de que las miradas congeladas forman espasmos, cuando viste sus ojos inyectados lo supiste.

Estabas jugando a la ducha, al juego del cuerpo en la morgue y el abogado no entendía, tenía las palmas secas, más frías que el raspadillo de tus plantas, no entendía nuestros juegos. De pronto entro la de ojos grandes y rollos de canela en las costillas y el se dió la vuelta flaca, ese tal vez fue el error, yo no lo hubiera hecho o quien sabe, tal vez me hubiera lanzado por la ventana para evitar conflictos. A ella no le gustó la mirada congelada en tus ojos, es que era la titular, una gorda con poco charmé, pero la titular al fin.

No entendía la escena, tu toda desnuda y recostada y él de espaladas. Se lanzó a reír sobre tus piernas, con el típico recurso de las uñas en el pescuezo y el abogado se quedó, con el pis mojando sus calzones de esperma angustiado, dentro del ropero, eligiendo su corbata para la audiencia del lunes.

Tu flaca te enredaste en arañazos con la gorda, hasta que el seco puñete de empanada hundió tu pómulo y dormiste.Te debía haber dicho, los abogados odian las urnas, no les gusta el gris de una presencia todos los días en sus pensamientos, prefieren llevar flores al cementerio los domingos a una gorda. A los mediocres les gusta el anonimato para el romance y los juegos, cuando se abre el telón se mean. Te lo había dicho tantas veces, pero preferiste tu terquedad de quedarte en eso de que no eras sumisa, en la pulseta de genero en un país machista.

Ya ves, yo tiré la puerta ese día y te mandé a rodar, tú optaste por ser la sin nombre en la vida de un mediocre. Para ser honesto, estaba más a tu altura un final con raticida, era más coherente con tu personalidad compulsiva, pero no, terca como siempre escogiste la escena patética del gordo infiel y su mujer arañándote los pechos.

Si flaca, anoche me acorde de ti, de cómo te dejé en el anonimato y como querías seguir jugando nuestro juego. Tranquila mi flaca, seguró escucharás risas, ya verás y tocarán de nuevo tu piel, esta vez de lija y en algún lado, así llena de cosquillitas, verás como alguien se emociona y siente mariposas en el estomago al mirar tus labios.

Ya verás estará todo bien, no duele tanto y al final tu piel está como te gusta, rigida y fría. Aunque sin mis poros, coqueta como siempre, te quedarás mirando el mandil blanco del chango que te corta y disfrutarás en paz las manchas de salteña goteando sobre tu panza abierta.

lunes, septiembre 17, 2007

Optimismo Gaseoso


¡Viva el optimismos revolucionario! una buena boina ayuda a que no nos mojen los meos de Coca-Cola.

jueves, septiembre 06, 2007

Dale Loca (De Memorias de un Croto)

La sabiduría llega cuando no nos sirve para nada….son las reglas del destino, son las reglas del amar (Fito Paez)

Te estas cagando de frío loca, eso de salir del boliche todos los días a las 7 de la mañana se queda en los huesos. ¿No ves? ,la acera no está hecha de espejos que reflejan tus estrellas, está llena de charcos y esas burbujas que revientan se llaman cerveza, flotando en el pis de tus clientes. Camina cruza la calle de un salto, que mi espalda hueca no sabe jugar al principe. No tengo ganas de tapar la mierda del piso con mis huesos, soportando tus tacos aguja en mis vertebras.

Me duelen los pies flaca, a veces queman los recuerdos dice Fito golpeando el piano, en su último disco. Lo pirateé para vos, me acordé que te gustaba reverbar en sus melodías, con los ojos rojos como esa bossa trucha del flaco, aunque no sabías que putas era un bondi, pero te identificabas con lo de un poco de coca y promesas de amor.

Vení, esta lluvia es sólo un espejismo que anuncia la primavera, como el aura esa que ilumina tus ojeras a las 6 de la mañana. Te traje mentisán loca, te arderá un poco, pero siempre es útil para curar las lamidas en los muslos, las del tubo de aluminio y las de lenguas de lata empapadas de ron barato.

Loca hoy me acordé del puente, de la historia de la niña que lo cruzaba arrodillada hasta el lado de Miraflores, grafiteando fragmentos de la Biblia. Me acordé de la noche en que te conté la historia del papel higiénico enredado en los tobillos y la caída explotando cráneos, siempre lo quisiste probar, me decías que seguramente tu sangre se evaporaría con el olor de las cloacas.

Tanta ficción añeja durmiendo en el cajón, tanta prosa barata hace que me acuerde de las caminatas aquellas y las ganas que te daban de tomar un café escuchando "ponme la mano aquí Macorina "en la voz de la Chavela, en ese viejo antro con piso de madera crujiente y paredes llenas de fetiches. Macorina, te sonaba a una mujer con celulitis decías, por la mandarina que evocaba en tu memoria.

Te gustaba ¿te acuerdas? que te mirará, así todo pirado, jugando a encontrar tu inocencia en esos ojos de muchachita punk. Te reías, mientras lanzabas la seria advertencia de que no contará los minutos, ni las veces que tocaba tus pechos, que preferías un presente congelado, un disco rayado repitiéndose, en el que saltaran tus piernas en el que temblaran mis labios. Un instante eterno sin proyecciones de ningún tipo, sin jaulas muerde alas.

Acá estoy, te traje el paraguas doblado, fetiche espanta cuervos. Dejé de abrirlo en mitad de la sala para conjurar la resaca como me recomendaste, ya no funciona para ahuyentar la luna, pero todavía es útil para espantar el viento. Ven, te agarro la mochila y las monedas que guardaste en la falda, necesitamos darnos dos sopapos y escupir esa espuma roja, que últimamente tragamos al soportar la extraña sobrevivencia. Necesitamos aquellas cosas que el tiempo fue borrando en tus pupilas, fue durmiendo en mis ojos, para volver a empezar, lejos de alguna rutina gris. Volver a empezar, temblando de frío y de lluvia en las pieles, lejos de esta mierda.

Te traje también el sobrecito que me pediste, don Enrique está cada vez más jodido con esto de llamarlo en la madrugada, ten cuidado que la ultima vez me vendió vidrió molido y no pude "venticuatrear" esperando tu retorno. Te lo traje igual, aunque luego tu tabique se llene de caspa y tu corazón reviente ácido sin mis besos.

Flaca, te lo dije tantas veces, pero te entercaste en permanecer colgada en eso de ser bailarina, en mearte los calzones cada vez que te invitaba a bailar un tango debajo el marco de la puerta. Mecanismos de protección e independencia le llamabas, ya vez preferiste tu libertad en este trucho club que jugartelas.

Te meabas cada vez que te decía que la caída del puente sería fácil. Te lo dije y preferiste el destino simplón de inflar la panza con el hule Pantera y contar billetes en la madrugada. No te juzgo, al final yo te lancé a esto, yo fui el que abrió la cuenta en el banco para que se llene de los bamboleos de tu cadera. Al final en esta tu libertad, seguimos clavados hueso con hueso.

Si ya sé que tengo la cara seca y toso como perro, tus cremas, esas que usas de noche, no sirven para maquillar mi sangre. Déjame así, penetrando algún viejo agujero mientras te espero, tengo la cara filuda por que la comida ya no me hace bien, el virus es jodido y me está comiendo y lo sé, pero si no era el puente el que nos mataba, iba ser esta joda más lenta.

Necesito tu vitamina, por eso vine temprano, luego de recordar tus lunares en el insomnio, pensando en las manos callosas que los tocan en mi ausencia. Vine para darte mi abrazo y desearte suerte. Te compré también dos anticuchos, no te preocupes la gorda es buena onda y me presta los platos y no tenemos que caminar hasta la esquina a devolverlos. Podemos comer despacio mientras subimos el puente.

Ven no seas terca, comé algo y contamé, cuantas historias de políticos te aguantaste anoche, cuantas pulseritas besaron tu muñeca. Veni, estas cagando de frío, no te voy a tocar si no quieres, aunque la verdad merecerías que te arranque los pétalos de tela tan Kitsch con los que te disfrazas para calentar al gordo del ministerio. Te haría bien que te muela a palos como te gusta, aunque en el fondo sabes que mi machismo muere en el olor de tus piernas.

Mereces eso y más, lo sabes, por haber caído en la recurrencia de ser independiente, con el billete fácil, pero tranquis que sólo nos fumaremos algo hasta que te ronques y yo vuelva a las mil pajas mentales de pensar que hago acá velando tus pesadillas.

Tu la niñita de papá, la chiquita bien, hoy sales del Boliche de neones y perfume dulzon, con el Jean que te regalé y los tacos aguja tan falsos. Te miro, cansada mientras disfruto como me muerdes los labios con tu sabor cargado de bocas de derechista y me bañas de tu aroma de dólares húmedos de vientre.

Veni mi changuita, igual estoy acá, aunque dicen que un par de patadas te vendrían bien, los cuates me dijeron ayer que por que sigo contigo, que debería ir a España, para aprender a patearte sólo en el tatuaje. Dicen que ahí no se nota y luego no me acusarás con eso de la violencia familiar.

Tranquis loca, sabes que sólo divago por que roncas y no me dejas leer tu libro ese de mujeres creando. “Ninguna mujer nació para puta”, ya lo sabía y yo tampoco nací para jugar a tu alcahuete, pero loca estamos así, al menos la casa tiene living nuevo y podemos pensar en el viajecito ese a tu pueblo que tanto esperas. Le contaremos a tu viejita, la mamada esa de tu pega de secretaria, de que estas terminando tus cursos de computación y de que su nieto ya dice mama.

Compré un estante para tus libros loca y esta 22 larga en la feria de El Alto, ese fin de semana que te fuiste al lago ¿te acuerdas?. Pensaba que hoy podríamos tirarnos en la alfombra y besar las sombras, leyendo esa poesía cursi que te encanta, antes de apagar la luz y volver a morder la ausencia.

Si lo sé, me lo dijiste tantas veces, que eran sólo unos meses de mirar el techo y de pinchar la espalda en el colchón del privado, pero es que me da impaciencia ver que el laburo no da y que te estas gastando y yo muriendo. Con esto de la inflación y las pastillas ya no da.

Entiendo lo que dijiste, la poesía no llena la panza, pero al menos me paga el trago mientras espero tu salida. Entraría a mirarte bailar en la barra, pero el gordo de la puerta me tiene bronca y lo sabes, prefiero mirarte con luz de día y caminar luego cagando de frío a tu lado, es meno cursi, más real.

Loca veni, estás temblando, te apareció otra mancha en el cuello y si, también yo tengo los pies helados. ¿Quierés subir el puente?, traje un rollo de papel higiénico para lanzarnos si quieres. ¿Mejor no?, OK, esta bien.

Apoyate en mi hombro flaca, más tarde pensaremos en como recuperar la guagua, ya verás que la monja se aburrirá pronto y si no, un mejor destino que con nosotros seguro que tendrá. Veni, pásame las llaves y cerrá los ojos, una punta de coca nos va a hacer bien. Sentime y no mires el charco, ya te dije que es pis y no el espejo de tus estrellas.

Dale flaca, despertá, esta no tiene vidrio aspira hondo y no tiembles que yo agarro bien la pistola. Confía en mí flaca, si el tiro falla igual seguiremos juntos.

Nota: Violencia familiar, nequidad de género, prostitución, drogas, VIH, La Paz de noche, no tapes el sol con un dedo.

miércoles, agosto 29, 2007

Ficcionales II


.....You make me feel like......


Friday I´m in love, pupilas rojas en tu ser tan Black Mamba. Tan freak medusa, me dejabas en ese deslizar, convulsivo por tu calaverica imágen. Tu saltabas, acariciando en cada brinco, con tus medias de persiana (blanco, negro, blanco, negro, empeine, rodilla, muslo, pubis) muy beetlejuice para mi gusto.

Era agradable sentir como se filtraban tus aromas, post mortem, entre la humedad de áxila israelita y el alquitran en las paredes del antro ese. Mientras yo, catatónico, perdido en la vasija de barro en forma de balde con bombillas de fiesta infantil. Miraba la espuma de alcohol fermentando frutas de lata, con ese su ruidito de bliz, bliz, bliz, pincha pupilas.

El metanol, me llevaba otra vez al recuerdo de tu maquillaje gótico chorreando como el Choqueyapu por tus mejillas. Yo aprovechando las curvas de la Kantutani para cantarte eso de ...you´re so gorgeous, con mis gallos mal calibrados, mojando de coctail la peca negra en tu pecho.

My sweet Lullaby, era fácil quedarme clavado en esa esquina mientras tu lengua lamía el pilar y el flaco de rastas amasadas jugaba con tus medias de persiana, muy beetlejuice para mi gusto. ra fácil quedarme en tu juego, fácil como mirar las burbujitas de maracuya reventando y bliz, bliz intoxicando mi lógica.
Era más simple que mirarlas ahora saliendo por mis tripas con el seco sónido de la Taurus 38 perforando mi tatuaje. Orificio de salida en el torax posterior, cuadrante superior izquierdo. Carcajadas agudas...bang, bang you shot me down...the awful sound. El maracuya verduzco en los azulejos y tu persiana cerrándose, tu paso firme de ula ula perdiéndose al ritmo de mi caida.

Me gustaba eso de just like heaven en tus muslos tan narco sexys , ahora no se que hacer con tanto chorreando, no alcanzo la bombilla para embriagarme de mi sangre. Friday I´m in love, no cierres tus persianas.


martes, agosto 28, 2007

Ficcionales I

La verdad es que debo decirte que tengo las venas reventadas. Lo supe ayer cuando me patearon la cara en el partido de futbol y, mas que sangre, senti un agudo sonido de rebote en los cristales incrustados en mi tabique derecho. Debe ser cierto aquello que dicen que los cartilagos se necrosan con el uso.

Hoy me enteré que ya no me importan los consejos del cirujano plástico ni las recomendaciones del cuatecito de la Cruz Roja. Que no te saques los tapones, que no inclines la cabeza para atrás, dejá que la hemorragia salga de a poco que en diez minutos igual se pasa por último metete un algodon quemado a cada lado y listo. Todas esas pajas son irrelevantes cuando tu oreja gotea despacito sobre la almohada.

Para ser sincero es comodo estar así, vaciando mi sangre. Al final de cuentas solamente es un liquido viciado de hierro falso y, en mi caso, vale lo mismo dentro que fuera. La verdad debo confesar que me produce un gran alivio saber que no usaré más esta nariz para encender el corazon, para vaciar el humo en sus labios o bucear aspirando su entrepierna.

Mi tabique no tendrá mayor uso que el de ser polvo para ratas y eso me reconforta, así nomás debe ser. No me afecta saber que mi nariz de junkie será gris ceniza pronto. Polvo aspiras y en polvo te convertiras, final biblico para mi instrumento olfativo.

Lo que si no soporto es este estupido papelito con una liguita alrededor de mi dedo gordo, que mi nombre lo hayan escrito con R y no con P y que el flaco tose mierda que trabaja aqui, a cada rato me moje con esa manguera.

domingo, agosto 26, 2007

Sierpe diem

Nacen en la pared, otras veces en el techo, las más se desbordan por la alfombra y se filtran por los poros de venesta, taladrando la espalda de alguna termita.
I
En el tornasol espacio, donde las palabras ya no juegan
El temblor se hace picazón de lengua y la imagen del cuerpo es humo
En esta trémula espera, la memoria tiene cantos de revancha

Entonces cruda, la humedad rebota en la lengua y las sienes
Negra de humo repite el sabor de la noche ahuyentando brisas
El temblor se detiene en el hormigueo que provoca el espejismo de sus risas

En este vano pulsar de palabras evoco el coraje falso de nombrarte
En el pánico vestido de silencios, mi canto se hace espuma
En la vigilia vana el espacio tiembla y el recuerdo celebra tu derrota.

II

Castiga la furia silente al pulso
tenso espectro en la sien derecha
castiga la espuma en tejado crudo
arcilla de palabras en bruma pura.

Castiga el grito seco y sin retorno
vacío que vuelve de estómagos y tiempo
duro paso, en huesos de humo y vientre.

Castigo y es certeza en el caminar sin norte
grito que rompe al tiempo en calles mudas
vacío que rebota en sentencias peregrinas.

Caminar con aire frío de montaña
en voces que revuelven la inconciencia,
el verso sucio que despoja la cordura
camina y castiga mi andar dormido.

viernes, agosto 17, 2007

...............

Es hoy serena la tierra que te nutre,
Han crecido hojas de Eva en tus muros
El adobe se ha vestido de lágrimas duras
Las flores, se han teñido de tu tierra.

Jarrones de negra piel, guardan tus lirios
Secas tus lilas, secos los pensamientos,
Muertos tus claveles.

Al pasar por tus cadenas he visto tu reflejo
Tu encierro en solitaria esquina,
Tu pino majestuoso dándote noche
Y mi evocación se ha teñido de tus tripas.

En tu oscuridad, la distancia larga es nada
Desde ella miras y me acoges
Piedra en piedra rota, Choqueyapu
Tierra dura, grava, nombre en tinta negra.

Descanso al caminar y buscarte,
camino al descansar y encontrarte,
moras en tumba sin decir nada.
Hoy el eco de tus huesos es semilla,
arbusto seco, champa vana.

He permanecido, sin decir nada
en la memoria seca de tu musgo,
en el imán callado de tu piedra,
En tu noche de cumbre, ahí
de espaldas al Illimani.

Tus huesos, de ladera serpenteada,
de ladrillos empinados, acogen mi silencio
Tus órbitas, buscan el viento del cometa
Yo corrompo tus silencios.

Mis manos han levantado tu pluma,
mis dedos escarbado tu tierra.
Cosa vana elevarte una plegaria.
Cosa extraña reflejarme en tu nada.

martes, agosto 14, 2007

Interpelar demonios...

La poesía debería tener la fuerza del carnaval de Oruro (Raul Zurita)

......"Si alguien quisiera aprender de Bolivia y Chile mediante los poetas, diría que no pasó absolutamente nada. Según esos poetas, nunca hubo un Pinochet, ni ninguna dictadura. La poesía se ha vuelto tremendamente autista, los poetas reflejan su angustia y torturas privadas, personales.

Hacer poesía es un ejercicio despiadado, una búsqueda de la autenticidad. Es así, porque tienes que recorrer todas las zonas oscuras de ti mismo. Sin una reserva de criminalidad no hay arte, hay santos, pero no poetas. Cuando el artista es tentado por demonios, no puede vencerlos, como el santo, ni deshacerlos, como el iluminado. Debe dar cuenta de ellos al mundo....". (extracto de la entrevista a Raul Zurita en la Razón)


Por confiar en la revista Afuera (en su agenda decía que el evento sería el sábado 18) ayer me perdí el encuentro de poesía entre Raul Zurita y Matilde Casazola. Me quedé con las ganas de sentir en la piel a la Matilde con aquella introspección, añoranzas y dolor temblado en cueca; esa que añora el amor perdido pero no olvida a los culpables del exilio y la tortura. Me quedé con las ganas de encontrarme con Zurita y su poesía de roca, de grito descarnado en cordillera y litoral, de la denuncia y los amores "carnada", lanzados al mar por Pinochet, poéticamente descritos en Inri.

Luego de tres incursiones por la fería me quedé con las ganas de ser parte de este encuentro y, como descargo ante las fallas de logística de este evento, decidí declarar, en acto abierto de protesta mi rechazo a: los salvajes precios de las editoriales internacionales, la elitista y excluyente farándula posera, la broma de Plural por habernos hecho antojar el Felipe versión 2007. (al respecto, ¿la contraferia será una alternativa?)

Hoy afirmo mi convicción de apoyar a las editoriales locales y sólo comprar en esta feria sus libros. Esos que en no más de 35 bs regalan la obra de nuestros poetas, cuentistas, novelistas y nos permiten celebrar y democratizar las letras de mi tierra, ya que las del otro lado de la cordillera como la obra de Zurita, cuestan tres veces más (y ni que decir de aquellas del otro lado del charco con el logito bonito de Santillana).

Hoy acepto las palabras del poeta sobre hacer obra, sobre el hecho de interpelar más allá de los rollos internos, de la estética y la forma, por que hacer poesía, es, aunque nuestro narcisismo se esfuerze en ocultarlo, generar opinión y hacer públicos como diría Zurita los demonios; aquellos íntimos y aquellos colectivos.

Gran desafío sin duda el que ayer Zurita puso en la pluma de aquellos poetas de academía (la de sombrero del zorro con cinta rosa, el de chuspa, el de saco negro, el de barba cana, etc.) que desde primera fila escucharon. Duro mandato el que reflejó con su ejemplo, en las libretas de amanuenses, la poetisa que ama sus antenas, lease Matilde.

Sin duda ayer quedó claro (aunque no pude ser testigo de aquello) que los demonios que nacen de la pluma, encerrados en la libreta sólo se pudrén y apestan; que más allá del autoerotismo y del intimista romance con la musa, en el que nos encanta quedar cristalizados, hoy más que nunca, la palabra del poeta debe ser colectiva y social.

Pregunta abierta entonces a los que jugando con la pluma nos creemos dizque poetas, desafío sobre el papel...¡poetas tienen la palabra!

PD: Amigos de la feria, la próxima no cambién la agenda para no perderse encuentros
PD2: ¡Editoriales bajen los precios!
PD3: a 35 luquitas en gente común el premio Franz Tamayo a 100 en Alfaguara el premio de novela
PD 4: Entrevista a Zurita en La Prensa

viernes, agosto 10, 2007

A mis mujeres (a tus ojitos divinos)


Me estremeció la mujer que empinaba a sus hijos
Hacia la estrella de aquella otra madre mayor
Y como los recogía del polvo teñidos
Para enterrarlos debajo de su corazón


Me estremeció la mujer del poeta, el caudillo
Siempre a la sombra y llenando un espacio vital
Me estremeció la mujer que incendiaba los trillos
De la melena invencible de aquel alemán

Me estremeció la muchacha
Hija de aquel feroz continente
Que se marchó de su casa
Para otra de toda la gente


Me han estremecido un montón de mujeres
Mujeres de fuego, mujeres de nieve
Pero lo que me ha estremecido
Hasta perder casi el sentido

Lo que a mi más me ha estremecido
Son tus ojitos, mi hija, son tus ojitos divinos
Me estremeció la mujer que parió once hijos
En el tiempo de la harina y un kilo de pan
Y los miró endurecerse mascando carijos
Me estremeció porque era mi abuela además

Me estremecieron mujeres
Que la historia anotó entre laureles
Y otras desconocidas, gigantes
Que no hay libro que las aguante


Me han estremecido un montón de mujeres
Mujeres de fuego, mujeres de nieve
Pero lo que me ha estremecido
Hasta perder casi el sentido
Lo que a mi más me ha estremecido
Son tus ojitos, mi hija, son tus ojitos divinos


Silvio Rodríguez

miércoles, agosto 08, 2007

Gradas...ventanas

¿Dónde llevan? depende de donde quieras ir...Queda la pregunta.

Cuando las puertas se cierran hay ventanas...también cerradas..¿Por dónde salir? queda la pregunta




viernes, agosto 03, 2007

Nadas

Y creyó una vez más que eran brisa, caricia tibia trayendo certezas y nuevos aires.
Y creyo tercamente que eran piel teñida de alabanzas y de confesiones ciertas
Y entendió una vez más que eran burla, fiesta de vientres, veleta al viento
Y entonces nuevamente, en la madrugada, con besos de cebada comprendió que no eran nada.
Despertó en humedades rojas, recostado en la nieve paceña y en el mandala de sangre creyo ser nuevamente alguien.

domingo, julio 29, 2007

Ciber saudades

Numero 1

Tiene los cabellos esponjosos gracias a Wella, está a la derecha del que escribe. Respira con las uñas de su mano izquierda, mientras se detiene el mentón con la mano derecha para dejarse seducir con el Spam que le ofrece salir de pobre. Tiene chompa azul, su piel huele a Dove, "esa crema para mujeres reales de la media como tu. Rie con dientes de espuma y se ubica de perfil antes de teclear un "te extraño" acerca su cuello al lente, llena los pechos de aire y le dice "mueve la cabeza". Repite ¿cómo estas? diez veces antes de reclamar un ¿y tú?.

Se levanta, luego del reproche, enciende un cigarro, se hace una cola en el cabello con un lápiz y vuelve a la pantalla, acerca los ojos al icono de send y dice "lo siento".

Numero 2:

Ella de azul habla con temblores camba collas por el microfonito aquel en el cachete izquierdo. Tiene la nariz con telarañas de delgadas venas color hilo rosa. Sus pómulos atomatados esconden el baile de glóbulos aletargados por la ausencia del hijo que teclea desde Praga. A su lado él padre juega con una llave como rosario y recuerda Checoslovaquia y el Muro, tiene camisa a cuadros y da consejos sobre la forma de moverse en tren en Europa. Le cuenta al hijo con esa Saudade de viejos romances en El Prado paceño de los setenta que anoche, en la entrada, las universitarias se congelaron la entrepierna al ritmo de morenada.

Ambos saludan al nieto con caras brillosas de cera y hacen muecas de lentos bpses a la distancia. Luego salen, desamarran al chapi del poste y caminan a comprar marraqueta.

Numero 3:

Gorra roja, zapatos rojos, silueta de piernas de alfiler envueltas en jean a la cadera con huesos de colgador de alambre, hace veinte muñequitos por segundo en la pantalla y del otro lado le responde con una carita feliz y unos "; *" el de nick en ingles con vasitos de cerveza y murcielagos. Sus ojos, saltarinas almendras anorexicas, celebran la correspondencia del romance a la distancia y responden al cortejo eléctrico con un copy paste de cien boquitas pintadas y rubor en la poca piel cubre huesos.

Se levanta de la maquina, con la piel latiendo, entra a la cabina dos y llama a la amiga de blusa rosa, que duerme el baile de sábado en el sillon floreado de la madre. Antes de colgar mira la foto de un hombre en su billetera, espejo de su rostro en masculino pero con bigotes blancos. Paga, compra un helado y camina reverberando ausencias.

miércoles, julio 25, 2007

Solipajas...

Hoy defiendo a raja tabla la simpleza de caminar solo para purgar nostalgias
Me declaro partidario de iracundos y cómicos monólogos ahuyenta oficinistas
Acérrimo militante de buscar pepas de aceituna en las aceras

Hoy celebro con orejas de parlante la sinfonía de voceadores y bocinas
Y afirmo mi compromiso con el cielo azul de julio y el crujir del pasto seco
Mi fanatismo invernal por el Mentisan en las bocas besadoras.

Hoy declaro mi convicción a respetar el orden caótico de la Pérez
Mi silente devoción a las sonrisas de los lustras y las patas saltarinas de los chicos cebra
Hoy, por si quedan dudas, afirmo ser un soliloquio de ausencia en estas calles
Un fantasma que a la distancia besa tu piel de mar.

lunes, julio 23, 2007

Mandatos

Vuelvo a este lienzo negro, luego de un silencio auto impuesto, una de esas mordazas a la palabra que se dan cuando la cabeza se ha saturado de burocracia y papeleo de oficina pero que hay que aguantar por que dan plata para que la panza disfrute un platito y la sangre agridulces adicciones.

Vuelvo, después de un mes en el que mi alma se nutrió de vida y del palpitar puro de aquella sangre de mi sangre. Me reencuentro con la bruma, luego de tardes y noches de parques, de jugar a las escondidas, al mar de tiburones debajo la cama y repetir una y mil veces la misma canción infantil y no cansarme.

En este retorno, encuentro mi pluma limpia de incoherencias y el alma vacía de mierda. Desde el otro lado del espejo, reflejo el eco de lo que en la memoria y en los ojos resiste. En el retorno evoco hermosos tumultos de banderas “cabildeando” en mis pupilas y también molestos y “medio lunáticos” vientos en gritos separatistas en la oreja.

Estoy en Santa Cruz, tierra que me recibe con la memoria de los abuelos, con el eco de antiguos besos y que mece en su brisa casi siempre tibia, casi siempre húmeda a mi niña amada. Escribo desde el llano de mi país, desde la terminal de buses, en una silla de plástico arañada por mil nalgas peregrinas, esperando el bus de las 18:00 que me devolverá al hueco y a las montañas donde habito.

Hace frío, el extraño y desconocido frío húmedo para la piel de un paceño. La brisa del viento, como escupitajo de alfileres, me recuerda que sigo en este camino y el retorno a mi ciudad, de sol parte cachetes y sequedad enfría poros, es innegable.

Es necesario el reencuentro con la palabra, aunque los dedos luego de teclear unos parrafos tengan macurca. Me duelen las yemas por haber callado pero mi cuello y articulaciones tienen el rechinar dulce a miel de la risita de mi hija en la cabeza. Volver a la melancolia toma su tiempo pero no interesa, cuando su mirada dulce al mundo es escudo firme en la batalla.

Tengo pereza en la cabeza y las palabras se mueven lentas y entiendo una vez más que la fuerza del hábito moldea las letras. Sin embargo tengo claro que callar y dejar que la palabra se nutra de silencios recicla y que limpiar las venas del devenir de la noche es un ajuste recomendable de tiempo en tiempo.

Vuelvo entonces con el hígado y los pulmones remozados, las yemas de los dedos sin ampollas, las neuronas llenas de agua, los ojos y el pecho con mil imágenes de pureza y parques. ¿Suficiente impulso para la batalla?, no lo sé, simplemente siento que es tiempo de volver a sumergirme en la noche y dejar que su aceite de calamar enclaustrado tiña una a una las puras memorias que hoy laten.

Es hora de afirmar que el sentido de la unión de sangre, mástil para estar en pie es necesario y único pero también de gritar, como lo hizo el poeta, que el retorno a la noche es un mandato ineludible.

viernes, junio 29, 2007

Noche de gatos

Atardecer paceño él espera la hora del encuentro en la oficina. La busca en el chat antes de salir a la calle, prende un cigarro, baja por El Centro, la busca en la noche, la llama al celular. Baja a la farmacia, busca una aspirina, lee una frase de la Madre Teresa, sobre el egoísmo y el miedo en el mostrador de una tienda.

El aire tibio rompe la noche y mientras la espera toca su espalda una brisa de estornudos, se da la vuelta y encuentra el rostro de ella. Caminan, en absurda seriedad silente. El agarra sus cabellos le da un beso tibio, con manto de luna sin mordiscos como testigo. La estrella amarilla de siempre, en noche pincha silencios, hace guiños en su espalda arqueada al caminar.

El mira el reloj son las 9:00 de la noche, caminan y callan “chaú me voy" dice ella…”¿qué fue"? Replica él "hace frío", responde. El decide calmar los animos y entra a una tienda a comprar un vino, la señora no lo escucha, absorta mira en la tele la noticia de un accidente. Otra vez hierros retorcidos en primer plano, la prensa amarillista es una mierda, las carretera a Oruro una cagada, piensa él.

Suben al taxi, el chofer neurótico de camisa a cuadros juega a las carreras e insulta a la gente. Ella en calma le pide respeto y menos velocidad “que mala suerte con los chóferes tengo hoy dice”. Me hace frío el silencio piensa él. Llama a la tienda, y ordena por fín el vino y un paquete de cigarros como forma de romper el hielo.

Llegan al barrio que comparten, caminan por el caminito de piedras que separa ambas casas, sendero frágil une ventanas. Ella se adelanta bamboleante y serena, su espalda sonríe sus ojos no. El la abraza, el silencio pincha y le sube el limón en las venas. Busca su cuerpo se detiene y la abraza, mientras mira su rostro, está palida como la luna.

Llegan al lugar de siempre pasan el pasillo viejo del conventillo, las rajaduras de las paredes los saludan. Cruje el piso, entran. Ella camina a su esquina favorita, mira con nostalgia el lugar. El se aleja a la sala, a la ventana cómplice. Abre la cortina, prende la lámpara. Busca la silueta del Illimani, a la izquierda las laderas parpadeantes los saludan.

No funciona el truco de la media luz y las velas, piensa. Ella lanza un suspiro apaga fuegos, deja sus cartas sobre la mesa, ambiguas como su piel. Hay dos opciones sentencia: "me voy o me aguantas en silencio, hoy es un día de gato y creo que los próximos serán negros, con mucho silencio dice". La decisión está en sus manos, él acepta la pelota en su cancha y le pide que se quede. Con la advertencia de la distancia sellada en un abrazo le roba un beso de sus labios fríos.

La mira y calla en pensamientos que no exigen, en sentires que gritan comerle el alma a besos. Silencio de muro, él va a la cocina, ella a la cama. Espalda encorvada, ojos secos, él se adentra en la cocina, "hoy no habrá sexo mata tedios" piensa. Pone agua en la caldera, está seguro que algún día la quemará, toma coca cola, dos aspirinas y enciende un porro. Mira la ciudad, el Illimani ahora sí aparece, sus ojos se ponen rojos y sopla un beso de humo al cuarto.

Entra, la mira como tantas noches, clara oscura en la cama de madera vieja que cruje en cada respiro, sin necesidad de tacto. Ella entibia su piel con una frazada y con miel en los ojos perfora los labios de aquel que parado en la esquina de la puerta mira.

"¿Quieres coca o jugo?", le dice, el vino no es para ver tele piensa. Vino sentencia ella. Vuelve a la cocina, abre la botella, se rompe el corcho, mala señal piensa. y sirve las dos copas con tinto a la mitad. La boca esta seca, la noche le parte la cabeza. Vuelve y las rayas de la cama tiemblan como cuerdas de piano mal tesadas, busca las teclas, en el pecho cubierto de la mujer silente no las encuentra.

El humo verde afecta rápido piensa él. La cama lo llama, cómplice de entregas, de viajes a su humedad, de mordiscos en poros, piensa. Refugio de pieles, se recuesta en el lado izquierdo, busca y no encuentra los pies de ella. El se queda en la improductiva decisión de respetar su pedido de no me toques, de no invasión.

Peli francesa en la tele, comedia con chistes muy parissiene para la noche. Ella arrastra los pies al encuentro, los tobillos y empeines se ruborizan, los dedos se besan, se enredan, se muerden.

Ella apoya la cabeza en el pecho de aquel lánguido amante. Un beso de tachuela, frío y débil pincha la pared imaginaria que han construido en la noche. El tiembla, su pantalón se infla, su piel se eriza y vuelve un aire de petit morte. Sube la marea en las sabanas y la risa, las manos se buscan. El besa el muslo izquierdo de ella con los dedos que ahora tiene copa y media de vino en la sangre y lanza ronroneos tibios al aire. “Estoy ebria” ojala sea así del otro lado dice y deja caer su cabeza en el pecho del amante menguante.

El con la boca busca su cuello, sus caderas, las de la mujer silente, su lánguida piel, su agridulce mar. El humo verde se disipa y él besa el aire, con las manos busca los senos entre edredones, recuerda que ella tiene el sol del lado izquierdo y la luna del derecho.

Ella opta por el sueño, su cabeza recostada le roba el brazo como almohada. El con la mano izquierda, insomne, entrega tactos timidos. Se quedan quietos, piel con piel se contienen, buscan sincronía en cada respiro, ella sólo se queja, llora, ronronea dormida.

El con la yema del dedo índice, izquierdo, acaricia la cadera izquierda de ella, se corta el dedo con el filudo hueso y sangra versos en la sabana. El abdomen de ella lo llama, besa la palma de su mano en cada respiro y las heridas cierran, la sangre se esfuma, tibia.

El calor crece, él le besa los cabellos, los hombros y sólo hay ronroneos suaves. El celular suena como grillo, insistente una, dos, tres, veinte veces. Su repique agudo levanta el telón, prende las luces y la realidad llega a su piel aún erizada.

Ella se levanta, no habla. Baño, chamarra, cartera. El se queda, recurrente, velando el aroma de su imagen, abrazando la sombra de aquella amante de luna. Ella se acerca le da un beso corto, él grita no te vayas, ella no escucha. Se levanta, trata de alcanzarla, escucha un último ronroneo en la puerta de calle y el silencio de piedra otra vez.

Vuelve a la casa, prende la luz, encuentra gotas de sangre en el piso y ve que su mano izquierda sangra. Entra al cuarto y en el velador lo esperan: la botella de vino tapada con el corcho roto, una copa vacía y su celular. Mira el teléfono antes de dormir y lee: “ viajo hoy a las siete a Oruro no iré a tu casa, lo siento”.

jueves, junio 21, 2007

Fast...la no hija de la no lagrima (Peperina el Sábado es San Juan)


Estaba en llamas cuando me acosté

Pulsaciones rojas, burbujitas de efedrina saltando en la laringe, efervecientes en el pecho. La maleta celeste en la esquina de siempre, los libros, el tabaco y los discos. Acelerado el camino, otra vez la carretera, la ruta.

Este no es un acto confesional de redención autoimpuesta, sólo un brotar de palabras de espuma, en caos incosistente gritan y rebotan. Casandra Lounge y eso de fifteen 4 ever en el auricular sin cable.

El viejo piano con eso de las promesas sobre el bidet, me trae su rostro mostrando la paja de la cara ajena. Si flaco, era Cenicienta en su cuento. Te amo y te odio dame más grita y luego calla Peperina, cuando la irremediable imagen de orbitas huecas promete una nueva redención, mirando el techo en convulsiones cabalgadas.

Pedro Aznar trajo la nariz roja y contaminada de su concierto en Santiago y gritó el último gol de Boca ayer como bostezo, al mismo tiempo las paraguas de cabello oxigenado y ombligo sediento, luego de Bolivia 0 Paraguay O, comieron un choripan de cuclillas, de cara a un Pubis poco angelical para congraciarse con el dealer de la plaza por el empate.

Abrite un buen vino otra vez Peperina, deja que la espuma fluya. Relax, atómica, aglutinante, sangrada y en sal de mar. Los mariscos, esos curiosos bichos peruanos congelados en el boliche de Achumani inflan tus canales de yodo y fosforo. Saltan mis fetiches en ojos saltones por la sed y en un beso seco quedas, tibia.

El cielo de invierno en el año 5515. La cabala cristiana del año 2007 no tiene sentido, la causalidad cósmica, relativa, inerte es supercheria de feria ante la poca esperanza. Por eso:
Chau "la sal no sala Peperina", el bife se come con piel...FAX U y PUNTO.

Coda: El vaso equilibra la Fanta en su ombligo. La marea naranja reposa en las paredes azules del vaso, esas con colorcitos caprichosos, souvenir de Isla Negra. Veneno, muy fast, muy rapido, luego el color turquesa de su collar etno besa mi pecho en cada embestida. Las promesas sobre el bidet, alimentando de nuevo che. Que buen sabor tienes con mariscos.

PD: Derby Naranja de caballito de ojos rojos, vino y los siguientes discos alivian la lectura: Fifthteen forever (Casandra Lounge); Say no more, Hija de la lagrima, Piano Bar (Charly García); Peperina (Serú Girán).

lunes, junio 11, 2007

Santiago IV (Huidobro y Neruda)

Tumba de Huidobro
Tumba de Matilde y Neruda

Cartagena Litoral Central

Dos poetas espalda con espalda, uno en la montaña seca en una especie de mausoleo mostaza. Lapida de piedra gris te advierte “abrid esta tumba, debajo está el mar”. Huidobro, poeta, antipoeta, culto, anticulto. Murió como paria, peleado con los poetas, los jerarcas de la iglesia, los comunistas, los diputados de derecha, la aristocracia. Fue secando su poesía, haciéndola indomable a cualquier lectura de pueblo, ajeno a aplausos de la masa, vaciando sus versos de chilenos.

Se pierde en un campo seco, entre girasoles muertos descansa, un viejo cuidador y un kiltro hacen guardia y son los guías. La entrada a la tumba es gratuita (de 9 a 14 de 15 a 17:00). Un letrero contundente dice “prohibido usar el lugar como parque para enamorados”.

El lugar no tiene tienda de souvenirs, ni bar para tomarse un ajenjo en el nombre del poeta renegado. Sólo un viejo perro, ladra cada noche a sus versos.

Olvidado en la montaña, pistas escondidas en el ascenso de tierra y en la colina una mezcla de colores sin gusto lo resguarda. Al lado izquierdo un grabado de su rostro en sus años de burgués mira al vacío en un letrero de madera. Imagen de sus días jóvenes en familia rica, es la memoria más o menos comercial que queda de su nombre.

Ha muerto en la pobreza, maldito y olvidado rechazado en la vergüenza patriotera, anarquista. En su auto exilio, vomito para todos aquellos que besaron sus poemas con flores.

Lo llamaban el más europeo de los chilenos, poeta ajeno al pueblo, con juegos ácidos, surrealistas, con aires de Breton y Eluard muy negro, muy contundente, muy ácido que un obrero no lo entiende que un cura no soporta.

Recibe la brisa del bosque seco en esta época del año y su compañero ladra en la noche a los espectros de su fama olvidada. Hoy deja la estela, la brisa a la montaña, olvidado e ignorado por la gente, en el destino que labró y le dió la gana tener en su irreverencia. Letreros de madera mal colgados de los árboles son la guía a su tumba.

Cerca al mar, en el lugar de nombre Isla Negra descansa. La entrada cuesta 3,000 pesos y existen cinco guías para la visita por grupos pequeños a la casa, una de las tres del poeta, llena de fetiches, recuerdos raros y detalles costosos. Hay que esperar para que te llamen por micrófono y te hagan entrar, mientras tanto te puedes distraer en la tienda de souvenirs que vende libros, camisetas con sus versos, postales con su foto, adornos para living, replicas de sus fetiches (mascaras de proa, barcos en botellas, caracolas, conchas de mar).

Cuando entras, respiras el aíre del poeta y el aroma a caldillo en la casa. El lugar, un homenaje a la palabra, un canto a la vida. Es su último refugio, el tercero en vida, última morada antes de su muerte. En el jardín duerme hueso con hueso, enredado en Matilde su tercera esposa. No hay referencias en la casa a Malba Marina, la niña que murió a los 8 años de hidrocefalia, única hija, olvidada.

Su osamenta y la de la última compañera, no tienen cruz que los resguarde. Sus besos ahora en textura de concha de mar, beben la caricia del pacífico en la proa de este barco imaginado, privilegiada última morada, digna del histrionismo y el ego desbordados en vida por el poeta.

Le decían el poeta del pueblo, burgues de mantel rojo. Declarado discípulo de Whitman, con foto de Rimbaud en la mesita. Escribía, entre copa y copa, regalo y regalo de los idolatras que chupaban gratis en sus fiestas. Pintaba poemas al color de las cebollas, la cola del caballo de la tienda de su infancia, las mascaras de barco, sus botellas, su ancla, su recurrencia obsesiva al pacífico. La casa tiene un inodoro floreado en una cabina angosta, las paredes recubiertas de fotos de desnudo de los años veinte, para el deleite de los amigos borrachos decía.

Las vigas de su bar tienen tallado con cuchillo el nombre de cada uno de sus amigos muertos. El poeta, panza de calamar, pasaba de lado por las puertitas de sus cuartos, crujía en el catre bajo y bebía el mar en cada esquina, en el deleite de la amistad y la vida, disfrutó su residencia en la tierra rodeado de besos y aplausos hasta el día de su muerte.

Tiene ancla de barco en el jardin y su cuerpo reposa entre flores. Al final del tour puedes conversar sobre el paseo en una cafetería, donde venden platos y tragos con su nombre, un homenaje comercialmente bien logrado. Es imposible no saber donde te encuentras aunque no puedes sacar fotos por respeto a los derechos de autor.

Quien primero o quien después en la cronología no interesa, cada quien decidió como vivir la poesía, como hacer de su vida obra o de la obra vida, dicen que el primero fue maestro, luego amigo y al final detractor del segundo.

Neruda canto de alegría, a las cosas simples a la gente simple, adoptado por el comunismo como bandera en su poesía, digerible para mineros y obreros. Huidobro empezó académico, aristocrático, muy europeo y terminó como escupitajo filudo para todos los que destestaba, ácidez negra en sus últimos días para aquellos que sentenciaron su imagen actual, aquella que se va desvaneciendo y secando en la montaña, aunque el mar se escuche bajo su tumba.

El otro con cada venta de souvenirs infla la panza y ríe, en la bodega del otro lado con buen trago caliente y seduce eternamente a sus amadas con poemas. Eso sí rebota en su limbo y da la espalda a la imagen de Malba Marina que lo mira sin rencor y besos desde otro lugar más puro.

El poeta decide la huella que querrá dejar en vida. Morir bien muerto, en tumba bebiendo del mar o negarse a morir y seguir vivo en una fiesta de risas y regalos, amistad, trago, pueblo y reverencias. Al final en un caldillo de congrio, las palabras de ambos en el litoral central se juntan, el Canto General, los Cantos de Altazor son uno al otro lado del mar.

Salud poetas, en su muerte cada quien espera. Eso sí algo hay que reconocer, al primero lo visitan los que se las juegan, los que quieren perderse en el camino de tierra, por último aquellos que al poeta le da la gana. Al otro, hordas de japoneses, gringos y cuanto turista llegue a este país. Hacen cola con ticket en mano y se van con bolsa de recuerditos, ¿qué huella vale más dejar en muerte?, ¿qué trascendencia pesa más en la palabra? ¿Quién hubiera bebido más la globalización?. No sé, dejo a ustedes que se respondan.

viernes, junio 08, 2007

Santiago III


…Ya ves y yo sigo pensando en ti…


Salí a la calle al final del día, con la mirada adormecida por la falsa bruma. Las ganas, honestamente, eran de leer algo y dormir, pero otro era el plan que tenía la ciudad para mi. Salimos de aquel complejo de cemento en el que se encuentra la oficina cayendo la noche. Me acompañaba la Pepa, una revolucionaria de los 70, con boina negra y sobretodo de lana. Años de burócrata tras un escritorio, más por necesidad que oficio, no mataron su rebeldía y ganas de respirar poesía. Ella, en silencio y en mi ausencia, había planeado, con aquel calido personaje de bigote blanco, la incursión nocturna. Subí al taxi sin mucha expectativa, imaginándome la velada en un Mall o un Restaurante de esos caros en un barrio de más cemento, en un sector tan globalizado y vacío de sentido.

Llegamos, el arribo fue curioso, era como estar en la calle España en Cochabamba, o la Presbitero Medina en La Paz, sólo que más grande. Respiré por primera vez algo más que Smog. Sentí identidad y la personalidad de un Santiago que se defiende, que se resiste a ser un una copia barata de cualquier ciudad global.

El barrio se llama Bellavista y colinda con el centro de Santiago, se ubica al norte de la ribera del Mapocho. Las ha vivido todas, desde ser en sus inicios zona católica y aristocrática, burdel encubierto para políticos del gobierno, punto de resistencia en la dictadura y hasta meca de la vida nocturna en los noventa.

Empezamos la caminata, esta vez el frío no interesa es más regala la atmósfera perfecta para disfrutar las fachadas de las casas. El moho que se cuela por las paredes te va contando las historias del barrio. Aquellas de chicas sonrientes hace más de cincuenta años que alegraban la siesta de diputados liberales y rechonchos, las otras de caricias furtivas en el motel amarillo, donde estudiantes confabulaban entre sabanas contra la derecha. La calle te habla de la lucha en el golpe, de la pelea contra el nuevo golpe, el del progreso y la despersonalización. La gente pasa, algunos te miran desde la ventana y perciben que tus ojos escanean la zona con aires ajenos, a unos les gusta a otros les es indiferente.

Llegamos a la Chascona, último refugio Santiaguino de Neruda, ella dibuja en el rostro, la sonrisa que acompañaba los debates universitarios. Me cuenta del caldillo que preparaba la madre de su amigo, esa que acabó viviendo en La Chascona después de Neruda y surge la inevitable pregunta ¿en que universidad estudiabas?, en el único territorio libre de América, la U de Chile me responde, entonces todo cuadra, cobran sentido, las preguntas sobre mi país, sobre Evo, la risa que contiene ante las colegas de la oficina, bronceadas y con el cabello teñido de rubio en este invierno. La boina parisiense y ese aire detrás de las arrugas de mujer de batalla, recobran presencia. Aunque hoy carga en la espalda el peso de la burocracia, vuelve esta noche, a ser aula de sociología contestaria.

Me cuenta sobre las luchas en dictadura, la locura de seducir a los milicos con la minifalda en plena resistencia y luego cargar la metralleta para ir a defender alguna fábrica, en el córdón industrial. Me habla del primo Cura que mandaron al destierro y acabó muriendo de pena y sorojche en Putre. Hablamos del Chile de hoy, de la vergüenza de los Santiaguinos con el otro país, ese del cual no hablan, el que no aparece en los afiches de ciudad competitiva, estable y moderna que sirven para atraer inversionistas.

Me llama la atención nuevamente la mezcla de casas simples de una planta y paredes de cemento, pintadas de forma caprichosa y deliberadamente kitsch. Juega el color de paredes ocre, azules, amarillas, cafés, con las luces de la noche y te regalan al caminar, murales cubistas, graffitis contestatarios, soles y lunas en portones de madera con candado. Las puertas te entregan: musica (punk, jazz, trova) risas y de rato en rato sale gente de algún bar para invitarte a pasar.

Llegamos a una galería construida en el patio interior de un manzano de casas. Me cuentan que fue una iniciativa vecinal para evitar la construcción de un edificio. El lugar es todo de madera y encuentras desde artesanía Rapa Nui, vino e incluso medicinas tradicionales Mapuches.

Es otro el color en los rostros, otro el aroma en la gente joven de este lado de la ciudad, grafitea, fuma. Pienso que aún cree, resiste y muta contra la corriente. Son el Santiago que también cuestiona, ese de los colegiales que arman barricadas en los colegios y se hacen llamar pinguinos y con quince años se declararan marxistas y les devuelven sin miedo las bombas de gas a los carabineros.

Luego de caminar por calles misteriosas, me sorprendo con una casona café escondida a las faldas de un cerro, con las ventanitas crujiendo y los ojos que miran y reciben. Me despiertan sueños locos, ganas de mudarme a su esquina con sauce seco y paredes de piedra y disfrutar la jubilación en este lugar. Ella ríe y me invita a comprarnos la casa, poner un bar con libros, aunque adelanta que probablemente muera antes que yo llegue a viejo.

Volvemos a las preguntas, a las heridas del 73 y me cuenta que jugaba en la casa de Allende a sus 6 años y que es la oveja negra de izquierda en familia de derecha, la cual poco a poco acabó por aceptar su coherencia. Vuelve a pintar sus palabras con el calor de su lucha, me habla del Pantera, brasilero que vino a armar la resistencia en la U, yo del Guillermo Bedregal García que organizó a los bolivianos de la U de Chile, ella de su amiga que murió en un cordón industrial. Me cuenta de cómo se refugiaban en el altillo de la casa de su amigo hijo diplomático, paradójicamente en Las Condes y con ametralladora en la ventana, veían como los milicos se limpiaban a los chicos de la U a tiros en el cerro.

Estábamos, sin darnos cuenta, hablando del mismo año, de la misma gente de una misma lucha, en un Santiago que ya no me resulta ajeno, que respira los mismos aires que respiró mi padre. Ella sintió el temor de la mano negra del milico en su juventud igual que yo en mi infancia.

Hoy trabaja en un organismo internacional, destino predecible de tanto izquierdista que se acabó aburguesando. Se refiere con respeto al proceso de cambio en mi país y le da bronca la gorda, como llama a Bachelet, por que no entiende lo que representa ser la primera mujer presidente en Chile, eso hace que la derecha esté creciendo dice.

Caminando por estas calles recuerda el día que murió Pinochet, parecía otro golpe, igualito habrían champaña y te insultaban Los fachos dice. La miro, recuerdo el departamento donde vivo, las historias que ahora escucho y decido quedarme con el Santiago, del otro lado del espejo, eso que no les gusta ver a muchos y siento la terquedad de un barrio que esquiva, lo más que puede, el consumismo aunque igual se quiera filtrar y llegue disfrazado de bohemia a sus paredes.

Más tarde llegamos al Mesón Nerudiano un restaurante muy al estilo de Don Pablo. Nos invitan al subsuelo, una cueva mágica con vino, seguimos la charla y llega él, profesor universitario de toda la vida, también con boina resistente, antiguo exiliado en el golpe. Me cuenta la historia vedada de Bellavista y luego habla con admiración del cambio en Bolivia y que tiene miedo que la derecha se aproveche de la ingenuidad de Evo, misma que vió en Allende y fue, según él, la causa de su derrota. Es que ser ingenuo es a veces tan necesario, aunque peligroso pienso. Luego hablamos de Bolivia, de Santa Cruz, de Coroico, de La Paz y me siento a gusto, latinoamericano nuevamente.

De pronto entra ella en escena, mulata de ropa negra, juega con el micrófono con ese, “camelo” como dirían los andaluces y regala unas notasde jazz al aire. Mira de reojo a la única mesa, la nuestra, y pone miel a su gruesa voz. Luego me entero, es Aidé Milanes, hija de Pablo acompañada de Héctor, otro cubano al piano. Encuentro en su mirada las saudades de mar y me eriza la forma que acarica el aire con las manos al sentir el bolero en su voz.

El show es increíble, su voz tiembla en el bolero, en canciones de Bola de Nieve, de Pablo, en sus propias composiciones, simplemente siento el lugar y el piano que salta con fuerza del jazz al son, del blues a la salsa. Me parece ver la silueta tuya, mientras ella canta, apoyada en el muro de piedra, bailando, sintiendo y me doy cuenta que te pienso y que es posible vivir y sentir en la simpleza de un piano, en una mujer que canta en la punta de un taburete y en el vino que besa recuerdos. Traigo a la memoria palabras, sentires tactos y los pinto a la distancia, en la voz de esta mujer que embriaga con su forma de saludar a la nossshccche como dicen en Cuba.

La salida a la hora exacta, para dejar el sabor a poco en el pecho y las ganas del retorno. Me besa el frío nuevamente y las paredes rojas de la casa que grita la música de un power trio calientan el aire. El lugar pinta sus paredes de colores más intensos, se globaliza sí; en la oferta de bares, restaurantes, pubs, aunque todos saben que es un truco para mantenerse en pie. Respiro nuevamente los versos del poeta y veo como La chascona estornuda poesía en la calzada, esa que tanto necesita la gente para no caer a la tentación del Mall y el Condominio de vidrios.

Más tarde en un semáforo y bajo un puente dos personas duermen en cajas de cartón. Desde el auto, rumbo a casa, veo al lado izquierdo séis chicos de “carrete” con el reagueton a todo volumen, viven otra anestesia. No importa, es bueno saber que Santiago en el patio trasero no cambió mucho y permanece. Volveré, pisaré nuevamente las calles de esta ciudad y cuando tome un vino en alguna de las esquinas de Bellavista, iré pensando en como decorar mi casa del cerro para cuando me jubile.

martes, junio 05, 2007

Santiago II


Anoche camine cuarenta y cinco minutos por Santiago. Como buen paceño, acostumbrado al clima seco invernal, dije el frío chileno no será peor que el de mi altiplano, además mis cachetes están curtidos por la altura, por lo que esto será pipoca. Sin embargo debo confesar que subestime al Mapocho y al CO2 que acá respiran como si fuera oxigeno y la caminata resulto una tortura de contaminación y heladera.

La verdad luego de caminar me pregunté, por que acá gastan una montonera de plata en campañas contra el pucho, si la gente no necesita comprarse cigarros, ya que tres respiradas con la boca bien abierta desde tu ventana en la mañana, son como fumarse un Camel sin filtro.

Al empezar mi caminata, tardé como 20 minutos en cruzar una rotonda, toreando autos y buses llegué a una avenida larga en un lugar llamado El Bosque, que me imaginaba sería un romántico paseo lleno de sauces en el que recordaría a mi musa paceña, pero nada, sólo me tope con un bosque de cemento y boliches. Luego conecté a la Avenida Providencia, una especie de Camacho sólo que 20 veces más grande. Ya metido en la noche, camine en el frío húmedo Santiaguino helándome aunque estaba hecho pomada decidí continuar, más por una cuestión de orgullo andino que de falta de dinero.

Al final, luego de casi una hora, llegue al lugar donde vivo, aunque no sin antes caminar en círculos las cuadras circundantes como cuatro veces, tratando de encontrar los puntos de referencia que había definido en mi partida matinal. Me di cuenta que eso de elegir el Mc Donalds de la esquina como punto de referencia no sirvió de nada, ya que tarde me percaté que cerca al departamento, había cinco 5 igualitos uno por cuadra. Pinches chilenos consumistas pensé, con lo feo que es ese cartón que le ponen a la hamburguesa en vez de carne y hay más Mc Donalds que sitios de empanadas de queso que acá son tan ricas. Con antojo terrible de anticucho y té con té para el frío, encontré luego de varias vueltas mi cuadra. Es que esto de caminar en línea recta y en plano para los paceños es complicado, ¿cómo orientarse sin arriba ni abajo, si todo buen paceño entiende que arriba esta la casa y abajo la oficina? o viceversa dependiendo de la posición dizque social que le toco vivir.

Eso sí, algunas cosas sin duda interesantes encontré en la caminata. Los autos no tocan la bocina de todo y de nada, puedes confiar a ciegas en los conductores y lanzarte por un paso cebra que frenaran en seco para dejarte pasar, los patrulleros son igualitos a los que dibuja Pepo en Condorito, ahí todo serios. Eso sí, no encontré ningún afiche de tome Pin y haga Pun a cambio conté como 100 de comida, perfumes, tiendas, ropa, discos, autos, mucho consumo para mi gusto.

Un tema que me llamó la atención fue el de los vendedores de discos piratas. Ellos tienen un método curioso de ofrecer la mercancía y hacer plata. Lo explico, usan una cartulina plastificada con las tapas de los discos ofertados fotocopiadas encima, la cual despliegan en la acera y esperan a los clientes ofreciendo a voz en cuello sus productos. Lo curioso es que el cliente llega, y mientras mira la oferta musical de moda, el cómplice que espera detrás de algún pilar bolsiquea al incauto cliente y le saca la plata. Si llega la policía “el gallo” ,como dicen acá, dobla ágilmente la cartulina y se hace pepa entre la multitud. Cuando pasa el peligro, a tres cuadras del punto inicial, despliegan la misma maniobra y engañan a otro gil, así van haciendo la noche en la que ganan unos buenos pesos y sólo venden dos discos mal copiados.

En fin, en esta caminata santiaguina, llegué a la conclusión de que el frío paceño es más agradable y el aire, aunque seco de la altura no tiene sabor a pucho. Me di cuenta que el comercio informal, igual se da modos en este espejismo con afanes primer mundistas, que los canillitas gritan más fuerte que minibusero en la noche y que en vez de El Extra tienen La Cuarta, que es igualita nomás. Los chilenos tienen su quiosco en las esquinas con su caserita vende dulces, sus micros latas de sardinas modernas, con gente colgada de la puerta igual que en La Paz y las marraquetas son fofas y sin sal, aunque las colisas están buenas..

En fin, el precio por la primera caminata invernal en esta ciudad, fue la congelada de cachetes y la irritación ocular, digna de Jamaiquino en fiesta reagee, ya hubiera querido yo que hubiese sido por culpa de un humito reilón y no del smog.

Conclusión, mañana tomo micro, que ya averigüé por que esquina pasa y me fumaré un puchito en mi cuarto, con tal me resultará más sano que respirar veinte cajetillas de Camel sin filtro directito del cielo, mientras camino de noche.

lunes, junio 04, 2007

Santiago I

El amigo de 48 años que me recoje del aeropuerto, infla el pecho al hablarme de la autopista con controles laser, del tunel bajo el rio Mapocho, de que "Sanhatan" es ese conglomerado de edificios de Providencia, igualito a Nueva York. Me muestra la cordillera nevada que por casualidad asoma en domingo sin contaminación. Miro las montañas y pienso en que esta ciudad es una Cochabamba grande y moderna, por su geografía claro está. Se sienten en el aire el clasismo, los prejuicios entre los Gonzales y los Soto, los Undurraga y los Errazuriz, los Pinochet y los Perez. La división se ve, no basta el maquillaje moderno del norte, Santiago esconde a Santiago, aquel que va más allá de Las Condes y Deheza, el otro que todavía grita y espera.

Hoy al medio día, salgo a respirar y el cielo es azulado, con una capa de chocolate en la parte baja que no te deja ver nada y huele a llanta quemada, smog se llama y es insoportable, parece La Paz luego del 23 de Junio, sólo que acá eso es todos los días.

Anoche miraba la ciudad desde la ventana del piso 15 en el que vivo, luna llena en manchas de café, con un ambar curioso en sus lineas, ¿será la misma que miramos caminando La Paz, esa que nos sonreía el viernes, guiñándonos el ojo en la caminata cómplice?. La noche, pincha con un frío similar al del Altiplano, sólo que algo más humedo. En la mañana, la gente, como sardinas, en micros modernos, esos de acordeón en el medio se empujan y aplastan para llegar al trabajo, paraiso para los froteuristas dirían alguien, desventajas de un sistema de transporte moderno dirían otros. En las calles la masa de gente camina y cruza por los pasos cebras con rigidez europea por las calles de Providencia. Rompen el esquema de postal de primer mundo, los condominios con ropa colgada al viento a orillas del Mapocho, la señora de cachetes rojos que timidamente se pone a las puertas de un centro comercial y estira una manta para vender bufandas y raja corriendo cuando dos carabineros, con resabios pinochetistas, le empiezan a gritar. En frente un gordito risueño te invita a ser voluntario de bomberos y tres punks en patineta me empujan y pasan llevandose por delante a quien se cruze en el camino.

LLego a un Santiago vacío, espejismo de un Madrid o Nueva York, pero no encuentro la risa de un Machuca, la poesía contestaria de la ciudad que bebió utopias con Allende. Pesa más el aire de progreso consumista, la estabilidad financiera, la democracia pro gringa, esa que tanto le gusta imponernos al Busch y ahora La Presidente pregona, sin saber como hacer para esconder su nostalgía de las luchas de izquierda, en la cartera. Se debe preguntar en La Moneda, como hacer para callar al fantasma de su padre y que TLC y crecimiento ecónomico combinen con justicia social. No sabe como hacer para que el sur de Santiago sonria a Las Condes. Si al final todos saben que la gente, a ambos lados de la ciudad, come empanada y Barro Luco, ricos y pobres comen el mismo smog por la mañana.

Mañana, espero caminar un poco más y encontrar un poco del Santiago al que evoca y grita en poesía temblorosa Zurita. Por el momento me arden los ojos y mi nariz respira humo y tengo ganas de enterarme de las marchas en La Paz (que alivio acá no hay UNITEL).

viernes, junio 01, 2007

Preparando maletas

La maleta a medio armar, el frío que me pincha los brazos descubiertos y sus manos tibias en un tacto fugaz. Esta mañana con un tango gritando en los parlantes, me preparo para cruzar la cordillera y pasar unos días en la tierra de Huidobro. Siempre dije que los viajes son necesarios, para hacer un inventario, reciclar emociones y sentires. Este es un momento en que es necesario mirarme desde fuera, cantarme las verdades y en algún cafecito escondido por ahí, llenar la libreta de historias de otras tierras.

De momento, tengo una maleta roja encima la mesa, mis ojos esperando sus ojos y 30 canciones que dan vueltas celebrando memorias compartidas. Ya iré compartiendo la crónica de estos días.

Salud.. ya les cuento que ondas..

martes, mayo 22, 2007

Crónicas de a pie (La Jaén)



Estoy enfermo lo sé
Estoy consciente de que sus voces me están matando
Poco a poco,
Cada día en mi propio cuerpo
Con mis propios huesos,
En cada encuentro,
…Jah! Y aún así las espero… (Javier Arequipa, El Amanuense)


Esa tarde, antes de iniciar el ascenso al lugar acordado, había decidido dormir, el sueño tenía sabor a pastillas de menta gastadas. Un cinturón de cuero de caimán presionando las sienes me recordaba la resaca de Fernet de la noche anterior. Al despertar tenía las manos secas, el bolsillo vacío y mil hormigas con tufo a ron barato saltando una especie de danza tecno en mis brazos y piernas.

Me levanté dos horas antes de aquella pactada para el encuentro, mi atuendo no tenía el aire de un Saénz aparapita o de personaje poético de Kundera, vestía negro como es recurrente en la noche de sábado y nada más. Mi descenso inicial a la avenida fue pausado, con la memoria repitiendo el orden y la entonación que debía darle en la lectura a cada línea. Hice una parada frente al edificio de ladrillo a medio repintar y su ventana con rejas blancas me regaló el juego de luces de la pantalla de tele en que ella goza el tango, entonces respiré y su beso de luna sirvió de amuleto para el viaje.

El evento había sido fijado para las 20:45 en el Museo del Litoral. Tomé un transporte público, un Trufi de esos vacíos que recorre la Avenida del Poeta y empecé el ascenso. En el trayecto me atacó nuevamente, la reverberancia en los errores, en lo simbólico de esta noche, en la serie de poemas que había preparado a la ciudad. Pensaba si el orden elegido había sido el exacto, en el reflejo de sus pechos en la pared del cuarto, en las hormigas que no me dejaban en paz y ahora se volvían taquicardia.
De pronto, un destello en mi ojo izquierdo y el ruido largo de bocinazo que antecede al impacto de un choque me sacaron de las pajas mentales. Un auto negro pasó y escasos centímetros separaron su farol de mi manga de cuero apoyada en la ventana. Flashes, recuerdos, elucubraciones, sobre el destino y la muerte fuera de la víspera, fueron buen presagio para la noche. El quiebre de cintura del Trufi, justo a diez centímetros del impacto, nos salvó del choque, de la embestida de aquel idiota que se metió por el carril del medio en plena Roma.

Seguimos la ruta, hasta la Camacho, luego el ascenso, tres bocanadas de ciudad fría en los pulmones y las luces de la nueva avenida en mis manos. Me saludan, el reflejo del Obelisco pintado y las nalgas de bronce de aquel soldado desconocido volviendo a mostrar la derrota que tanto nos gusta. El ascenso fue liviano, tomando en cuenta la gorra de lana que llevaba y la trepada de calles, en el camino mis textos saltando ansiosos en mi bolsillo izquierdo, pinchaban con versos mi axila.

Llego, más que curioso el ingreso a la Jáen, los bares abiertos y vacíos me reciben, mientras una exposición de cuadros vivos respira bajo la cruz verde que saluda con destellos tibios. Aparece el amigo poeta de antaño, aquel de negras líneas en vino, me cuenta que es padre y me recibe con una pequeña cachetona de dos dientes en sus brazos. Da vueltas como rata amarrada entre la mamadera tibia de su niña y el reflejo del boliche vende ajenjo y me grita que se escapará pronto para poder libar unos poemitas que ya no aguanta más la abstinencia.

Más arriba en mitad de la calle me saludan tantas voces, tantos rostros de la ciudad. Los espectros, los olvidados, los incógnitos, las familias, los abuelos, todos poco a poco empiezan a pintar con sus pisadas las piedras de la calle.

El ingreso al lugar acordado es directo. Una consola grande de sonido con jueguitos de luces me invita al pasillo interno del museo. Dentro, debajo del balcón, un reflector se prende con cada persona que camina. Espero y veo como la luz ilumina de pronto la pañoleta rosa en la cadera de Miss Litoral que pasea por ahí, esquiva a dos góticos, no sin antes inflar los bolsillos traseros con su bamboleante taquirari de glúteos, tan ajeno a este lugar, el patriotero homenaje que lleva esta señorita del Beni.

Me siento y espero, junto a una puerta de la que cuidadosamente cuelga un letrero que dice “sala en terapia intensiva”. Husmeo por la cerradura y Genoveva Ríos, héroe del pacífico grita que la saquen. Está en enaguas, esperando la mano de pintura y pegamento. Ha perdido su bandera. Le han prendido la luz para que vea, le han dejado el hueco de la puerta sin chapa para que escuche los pasos de los visitantes nocturnos al museo.

La sala donde será el evento, tiene forma de vagón de tren y desde sus paredes me saludan mis poemas que han sido pegados en una fiesta de palabras desordenada. Sonrojados coquetean, a los versos crucificados de la niña aroma a vainilla que desde el vidrio cuenta su muerte en la alcoba. Luego veo como mandan besos al largo pergamino amarillo, con poesía intensa, de la mujer de lentes y atuendo negro.

El lugar parece un pequeño teatro, un circo barato con asientos donados por empresa de cerveza, Veinte filas de cuatro sillas amarillas vacías, esperan atentas el festín de palabras que pronto tendrá lugar en la mesa. Esa de cocinero, amanuense, escribano, notario de Tocopilla que han dispuesto para la lectura. A la izquierda un parlante, un banco de cuerina negra y acolchada es la improvisada grada para subir a escena. Dos velas a cada lado de la mesa esperan.

Antes del acto fumo un cigarro con el amigo de corbata gato café y textos ansiosos, damos vueltas al pasillo, descargando cortesías el uno hacía el otro, imágenes furiosas a La Paz, reflexiones sesudas en contra Hilarion Daza. La sala espera, mis manos hormiguean y otra vez la taquicardia me recuerda que el veneno no se ha ido de las venas. Entonces nos convocan y nos dan el lugar en la lectura, el azar me úbica en quinto lugar.

Primer acto, él, de gorrita negra y corbata gato, con voz líneal que de rato en rato lanza un aumento de volumen que acopla en tu garganta, una metralleta de imágenes. Explosión embriagante de prosa encandilante, pincha, en surrealista ejercicio de relato, las ventanas de la prudencia y el pudor pincha.

Segundo acto, el Amanuense se hace llamar, tiene un airecito de huayño soplando en su voz, desgarrando sus versos de poesía contundente de escribidor urbano. Sorprende, gratamente entiende soledades y toca la noche invitándonos a la forma paciente de sus bestias, sus historias.

Tercer acto, ella, cuidado peinado y maquillaje. Su poesía un soplo de colores rosa y pinchazos negros alternados, dulce paseo por su almohada, me da sed.

Cuarto acto, ella, con la gravedad en la voz, bebe versos con esas imágenes tan intensas, al píe, al cuerpo, al espectro hunde colchones que agobia, que habita y sopla un calambre en la huida.

Quinto acto mi turno. Le meto una selección de poemas a la ciudad (Cruz Verde, Marka, Animas, Noche), mientras leo se seca la voz, el vaso del pueblo ayuda y Gogo Blues me desconcentra en el balcón externo, quiero cantar, ellos acompañan mi poesía. Camino entre las imagenes a la hollada y su piel vuelve a teñir mi pluma. Retengo entre versos las distintas miradas de la gente, la parejita abrazada, la flaca de ojos de uva, riendo en las imágenes paceñas que en fervoroso silencio narro. Veo al hombre de apodo de ave sereno en la ultima fila, al larguirucho sacando fotos con el celular y escucho el aplauso seco de quince. Luego el sudor se evapora en mi frente, las ganas de beber, el silencio, el caos.

Sexto acto, caótico homenaje al Echazú del amigo de verde, habla de la poesía china y su voz se encoge detrás su gorra y el blues no lo deja vibrar, la calle está temblando en música y, él, con imágenes cómo gárgolas, explota en la cabeza e invita al desorden de sus versos sedientos.

Séptimo acto un sólo poema largo, en cuaderno armado con soga y papel cual pergamino. Un poema que es caricia, arañazo, patada, orgasmo intenso, grito de abandono que mata las palabras y adjetivos en su musicalidad y angustia. La mujer con M ha hablado.

Ultimo acto, esa piel tan pálida, ese cabello azabache, el negro meticuloso en su pluma, en su abrigo. Entonces lee y la musicalidad de la maestra posee su voz, la Blanca ha hablado, por otra boca, por otro verso. Ella nos lleva al juego de su noche, en su poesía tan de dardo y pieles.

Termina el encuentro, se acerca el poeta académico de café, con esa frente amplia y risa pincha textos, lanza comentarios a la poesía bebida en la noche y concluye que en La Paz hay mejor oído que en Cochabamba. Después el intercambio de direcciones, los intentos de ser más y esa frase del escribidor a mis poemas que rebota en la cabeza: "Sobre el umbral está tu poesía, mira a la ciudad de fuera y a la vez te convoca".

Caminar ahora es necesario por el enjambre de gente, por este encuentro tan agónico de letras, baile y música. Las paredes de los museos sonrien a los visitantes. Murillo ha cambiado las sabanas de su catre para cortejar señoritas y la fuente de su casa tiene agua cristalina esperando monedas nocturnas. La dama de la noche tiene traje blanco y se prepara para morder y saludar a caminantes bebe ajenjo.

El resto, descenso predecible al laberinto de la noche, en aquel lugar con Chiwiñas de fería de pueblo y nombre ingles. Soho, se llama y nos recibe con cajas de cerveza como asiento. Pasan las horas entre acullico, morenada, cumbia, discursos, flores a la ciudad. Miradas temblorosas a la de labios carne y la china morena, empujando al amigo Cocani cada rato. Más tarde, llega la mujer jirafa, de rostro europeizado made in la llajta, empuja la camisa del chango respira cebolla y me llega un hambre a lomito con chorellana que me mata. Luego entre los cócteles y las pieles nace este poema a dos manos a La Paz del Levedad y el Ganjar.

CIUDAD (2:30-20.05.07)

La serpiente líquida
Escamada de tierra,
Danza con muertes viejas,
Arremolina podredumbre y harapos ácidos
Desgarrando la piel ocre del valle enfermo.

Esa que escupe el silencio de tinieblas en arcilla nombradas
En la permanencia de latidos de muros desgarrados en mestizaje ocre
Aquel que grita el primer verso de aullidos de espuma

Me muerdes con tu espejo de calamina seca
Y me quedo en tu responso de laderas
En tu grito gélido de picos irreverentes y ancianos
En tu mueca asoleada de ladrillos festivos y adobes vetustos
En el siseo abúlico de tu garganta pétrea resplandeciente

Columpio en la hondura de tu vientre como una oruga elástica
Y me duermo fermentado en el caos de tu Marka mesiánica
.

Más tarde la ultima parada, en la caverna etno. Tom Waits nos grita de madrugada, mientras la mujer de rostro cubista, desencajada reposa en la barbita rala del cuate de cráneo exprimido. Risa, grotescas ofensas a la noche y las ideas volando entre las piedras de la caverna nos detienen.

Repetirlo en Octubre una necesidad, la sentencia de poeteas y cuentistas entre singanis. Surge luego la idea de un texto a cuatro voces, un cuento paceño de balcón a balcón como homenaje. La idea sería que cada párrafo se lea de un balcón de la Jaén y se prenda un foco, explica con pupilas dilatadas el cuentista de barbas. Que en cada punto aparte se oscurezca el balcón y se iluminen las hojas en el otro y así consecutivamente hasta terminar el cuento desde el balcón central y reventar en ponche al ritmo de fuegos artificiales y en un ¡ Viva La Paz!.

Todos aplauden y luego vienen los susurros en las orejas sedientas de proposiciones, las propuestas y pedidos indebidos. Las ideas se adormecen, se ha estido la rima, llega la madrugada, la panza está retorcida, las hormigas ya no bailan en los brazos y la memoria retumba con sabor a singani, es hora del retorno.
El cielo azulado prende los balcones coloridos de la Jaén. Las piedras tienen hambre, han hecho pis, han fumado mucho. Un taxi aparece sin pedirlo, de la nada cómo esos carretones espectrales pienso y en reverencia un hombre de lentes me invita a pasar. Miro a la cruz verde, me doy tres santiguadas antes de subir, indico la dirección de casa, no tengo plata ni tarjetas de crédito sentencio y me ronco.

Al día siguiente con suerte intacto el cuello y el cuerpo, reviso el recuento de los daños de la noche y cae del bolsillo un papelito hecho acordeón con estas palabras.

6:00 ETNO Cadáver Caótico (A continuación la transcripción de un ejercicio de asociación libre inspirado por las velas, el singani y la ciudad, no hubo ninguna regla previa para los participantes, sólo la de escribe lo que te de la gana en este papel. Eso sí la hoja fue doblada en varias partes para que nadie lea lo que puso el otro, en fin ya saben pues tratamos de hacer un cadaver exquisíto y punto)

Luego de tantas emociones, tantas en una noche, el cuerpo pide una cosa descanso, pero lo incorpóreo pide otra cosa

La suciedad se gangrena en mi elipsis de vestigios prolongados, esta sociedad grazna sucumbiendo en el vacío, esta levedad me hace participe del funesto algoritmo, de la presunta complicidad, con el touch que desanima el anima.

También tiene mujeres que agobian y contienen imágenes en rasgos completos, de esas que sabes que son vacío en un rasgo suelto, colgado de la nada. Ella mira, cubista experimento de piel ordenada, mira.

¡Dios que pedazo de cuerda me has dado hoy!

¿Para seguir cavando y atando nudos que no existen?

Estar y ser como uno es, delante de seres que no temen ser delante la realidad

Quiero morir y vivir la vida ¿qué es la vida?

Ya no hay verbo sólo me queda dedicarte un adjetivo: joya
Todo es de colores que se debe aceptar y disfrutar