viernes, diciembre 22, 2006

Cerrado por vacaciones


Este bloguerito se toma vacaciones, se refugia por un mes en las montañas para reflexionar sobre las sonseras cometidas en el 2006; supuestamente año del perro, supuestamente mi año, el que al final acabo resultando un año mas perro que del perro.
Me recluyo, también para agradecer por las cosas buenas del año, por el amor incondicional y puro de mi niña que contra viento y marea Dios permitió que esté a mi lado. Agradezco también por las personas que la vida me puso en el camino, las amistades increibles que hice por el Blog, no nombro a ninguna en particular por no cometer un error de omisión.
Agradezco de corazón tu presencia encandilante y de fuego los primeros meses del año. Te agradezco también a tí, mujer de cuarzos y piel tibia, por tu llegada clara, firme y paciente al cerrar el año.

Bueno, por último gracias a todas y todos aquellos que leyeron, opinaron, criticaron, dieron palo y demas vainas en este blogg.


FELIZ NAVIDAD Y UN MEJOR 2007, año cabalístico, tomando en cuenta que nací un 27 de un año con 7.

¡SALUD!

miércoles, diciembre 20, 2006

Casita Verde

Aquí encerrado en mi casita verde, con el kepi en los pechos de mi ñatita good year. Había pensado tanto en estos tubos, en el viento mueve faldas, escuchando la ciudad en tibias manos, noche tras noche.
La había visto, arrodillada, peregrinando del Club de Cleopatras a la esquina miraflorina; pintando en la acera viñetas de la Biblia. Lloraba en tinta azul eso de ...Yo soy el camino, la verdad y....
Me había dicho que cruzar El Puente era un ritual para las virgenes y lanzarse volar para las violadas. No había entendido, borracha estás señorita, recogete le había dicho.
Frío me hacía, recuerdo clarito, los gritos, el llanto congelado. Después, un, dos, tres, chapuzón de asfalto. Ella pintaba viñetas, mis manos sintonizaban La Chacaltaya, así en mi casita verde, con temblores fríos y Veneno sonando.

lunes, diciembre 18, 2006

Seco

Él, viento negro, manos de arcilla taladrando el eco muerto de sus ojos.
Ella, brisa ámbar en poros seda, perfora el aire oscuro en su lengua.
Muerto el tiempo, el viento y los jazmines.
¡Mierda!…aún es de noche.

Adios Equinoccio (1992-2006)

"Mientras miro las nuevas olas tu eres ya parte del mar" (Seru Giran)

viernes, diciembre 15, 2006

¡ENAY PUEJ!


Por gentilieza de Rondeldía, esta canción del Papirri, que muestra lo que ocurre en mayor parte de Santa Cruz. Copió textualmente el texto de Ronald:

La canción ilustra lo que ocurre en la mayor parte de Santa Cruz, allá donde la gente
vive la vida honradamente y trabajando duro para mejorar dia a dia, donde
los apodos se basan en el carácter cómico de cada persona y no en temas racistas, donde los cambas se mueren por bailar tinku y los collas se esfuerzan en bailar prendido, donde se amanece desayunando horneaos y se duerme cantando morenada...

Por que Bolivia es una sola, con ustedes ...

Enay Puej

El nació en Tembladerani,
ama el llimani, le dicen Coné
tiene la fuerza del aymará
cinco é la mañana tomando café

Trabajando desde niño
vende en el puestito de mamá Inés
abre sucursal en el oriente
el calor no miente puede más la fé

Ella es nacida en Porongo
cintura é guitarra ojitos de miel
tiene la gracia chiquitana
ya por la mañana con el jasayé

Trabajando desde niña
vendiendo masaco, charque y cuñapé
lleva achachairú al mercado
en canasta grande puede más la fé

y de pronto en la plaza
se encontraron las miradas
ella con sus pupilas
incendió el día de amor total
él lustró las pasiones
cortó unas flores,
es la fuerza del amar

Enay puej,
enay puej,
dice el colla camba
abrazando a su mujer
enay puej,
enay puej,
es la camba colla preparando el jasayé

Vamonos al campo almorzando
ya viene cantando el atardecer
tráete a los dos peladingos
que los bautizamos
como a chairo y cuñapé.

miércoles, diciembre 13, 2006

En la ciudad oscura

Al Peter y su cometa

Una noche en una calle bajo la lluvia en lo alto de la ciudad oscura con el ruido a lo lejos es seguro que suspirará, yo suspiraré. (extractos del Poema, Al pasar un cometa, Jaime Sáenz.)

El había caminado mucho los últimos años, buscado demasiado por las calles de esta ciudad. Aquella noche, con los tobillos hinchados como pepa de palta y contra toda indicación del amigo médico, decidió trepar la serpiente de cemento hacía el bosquecillo. Abriéndose paso entre muros de ladrillo y perros lame muerto iba llegar al lugar. Mientras trepaba, a cada paso volvía el recuerdo de sus gritos negros en la madrugada, despertando al cuerpecito adormilado y frágil que empezaba a latir sobre su polera de "Los Ramones".
Esquivando flashbacks, arañazos y maldiciones trepa. Alentado por los aplausos de la brisa en el bosquecillo, sube. El pecho a mil, esa costilla charladora y el queloide, hijo de una punta oxidada en el hombro izquierdo, no lo dejan toser en paz. En el último escalón da la vuelta, mira la mancha de luces temblorosas a sus pies, estira los brazos, saluda a la bruma y bebe los gritos de la ollada.
Al otro lado de la ciudad, ella esperaba en mitad de la avenida. Iba vestida con una bermuda acaricia muslos, corsé de encaje y un abrigo negro que a cada paso besaba las venas azules de sus tobillos. Todo el atuendo negro y unas botas hasta las rodillas con cierre largo. Mirada violeta en pálidos ojos delineados con lápiz negro, puerta abierta a su profundidad de hechicera. El cuello envuelto en un collar con puntas de metal, esconde aquel de perlas que juega con su pecho. En el bolsillo izquierdo del abrigo, un peluchito al que llama "mi hijo". Su dulzura dark, hipnótica, envuelve el viento con sus ojos. Eclipsadora de sombras, Lilith reencarnada en Chuquigago, espera en el bullicio del centro. Su mirada busca en los cerros y no encuentra el suspiro. No escucha el crujir de costillas rotas, el corazón entregando sus días como decía el poema. Suspira, bebe bocinazos y piensa en la mentira de sus versos. Lo añora sin rostro y camina.
Ya en el bosquecillo, él mira la ciudad de pie. Lleva un impermeable negro que juega con el pantalón igualmente negro, mientras el viento patea sus canillas. Las botas de soldado de caballería del Chaco, punta de metal y cordones hasta la rodilla, recuerdan la anestesia en los pies que llegaba luego de entregarse al metanol en el antro dark y los empujones en el concierto punk. Los gritos de ella, ojos rojos en delineado negro, pidiendo besos, gritando que se vaya que iba a doler.
Ya no nieva, como en la canción que el Felipe bebía (...nevando está...), en la melodía turbia del licor. Sólo la brisa de la altura mece las tarjetas navideñas en el Cementerio. En el eco de Villancicos a pilas arrulla muertos, espera el último sorbo. Las risas de los cuates muertos, Juantwotree, el Polcos lo llaman desde la vieja riel. Cuenta los escalones, no escucha sus pequeños suspiros como decía el poeta. Se corta una mano, se araña un brazo, espera el vuelo de su risa en la cola del cometa y no llega.
Estira las piernas, saca del bolsillo derecho el recuerdo. Mira el dibujo en la parte de atrás, es un círculo abollado en el parietal derecho con dos ojos y una boca en mueca. Es su propio rostro, lo sabe por que le cuenta el viento y la imagen de su manito tibia de niña dibujándolo, que vuelve, que lo toca, que grita.
Ella se sienta, se quita las botas besando la punta de flecha con los pezones fríos y arropa a "su hijo" antes de leer a Kafka. Suspira y tose tabaco ya no dibuja círculos abollados. La noche tiembla más que de costumbre, la puerta negra no devuelve su risa, el nombre del padre. Patea la vieja foto de su madre, apaga la lámpara y duerme.
El moja la garganta, termina el vaso. Diecinueve años sin ver a su hija son muchos piensa, si sólo nevara se dice. Da la vuelta el recuerdo, en el anverso una foto. Mira y besa el pecho iluminado con un tibio haz de luz. El cometa no llega, entonces se lanza y vuela. Su impermeable acartonado detiene el impulso, no el impacto certero que hunde el parietal derecho y dibuja en su boca una mueca. La tierra de esponja bebe su sangre. Suspira adormecido y mira su cuerpo, el retrato en su mano le muestra a la mujer de corsé negro, collar de perlas y ojos de hechicera. Con el pecho adormecido respira y al pie de la foto lee. "te aman, tus princesas".La luz se vuelve negra, el suspiro llega y cesa. No existe en la muerte, su preciosa compañía.

lunes, diciembre 11, 2006

Pinocho, Pinocho, el pueblo baila chocho....

Dicen que no hay que alegrarse de la muerte, pero en este caso es inevitable. El Pinocho, se fué, murió impune lo único lamentable. Habrá que esperar que en algún lugar, más allá de este sea juzgado. De momento seguro que Banzer, Stroessner, Hitler, Mussolini, le dieron un cálido recibimiento y un trago de azufre.
Los 3,000 asesinados, los más de 1, 000 desaparecidos se encargaran de él. En todo caso, el ojo por ojo en este caso debería aplicarse y la gente robarse el cadaver, llevarselo de noche y hacerlo desaparecer, haber si sienten un poquito del dolor de todas las familias que perdieron a los suyos.

De momento yo abra una buena botella de espumante y brindo...¡Salud!



jueves, diciembre 07, 2006

...I Chose something else


¿Te acuerdas?, juntos, en el sillon verde aquel que te gustaba tanto, con mi codo derecho olfateando el hueco que dejó tu perro en el apoya brazo, o cómo se llame. Tu cantando con pantuflas azules eso de ..."Just a perfect day".., la camarita de lente Zenit, última sovíetica, joya de tu tío cuentista, fotografiando el rancio cadaver exquisíto desparramado por la pared.

Los cristales acelerados trepando por las fosas, golpeando neuronas y luego el baile, en círculos del dormitorio a la cocina, del sillón a la corniza. Con el corazón vomitando sangre química en venas asfaltadas, cannabilica ruta al sol, dirías, recordando al Julio.

Me acuerdo de tus púpilas de gata, encandilando mis ideas, así todo grandes. De tu lengua aspera remojada en ron caminando mi espaldao, oliendo mis bolsillos vacíos, jugando a la amante del Ewan Mc Gregor y yo repitiendote eso de:

Choose life
Choose a job
Choose a career
Choose a family
Choose a fucking big television
Choose washing machines, cars, compact disc players, and electrical tin openers
Choose good health, low cholesterol and dental insurance
Choose fixed-interest mortgage repayments
Choose a starter home
Choose your friends
Choose leisure wear and matching luggage
Choose a three piece suite on hire purchase in a range of fucking fabrics Choose DIY and wondering who you are on a Saturday morning
Choose sitting on that couch watching mind-numbing sprit-crushing game shows stuffing fucking junk food into your mouth
Choose rotting away at the end of it all, pissing you last in a miserable home no more than an embarrassment to the selfish, fucked-up brats you have spawned to replace yourself
Choose your future
Choose life
I chose not to choose life
I chose something else


Absurdo manifiesto post moderno, absurda declaración anti consumo en una suciedad como esta. ahora huele mal, a incoherencia a falta de huevos, a vacío existencial londinense, tan vacío en Sopocachi.

Al final ambos escogimos algo más, con otro color, otro nombre y lejos de nuestras manos infectadas de polvo, ¿era mejor lanzarse esa noche de la cornisa del 7C y caer al suelo no?.

martes, diciembre 05, 2006

Crónicas de a Pie (Café Complot 2)

Catorce horas de bus, dos de taxi transformer y estoy en la Monseñor Rivero, Bulevard Cruceño lleno de Cafés, Miami falsa, con calor más húmedo, sin Cubanos y sin Art Deco. Entro a un Café, de la franquicia del gringo paceño, para evitar nostalgias.

Vellosidades oxigenadas, cabello rubio, tan desteñido como sus ambiciones, descansa en sus hombros. Entra al Café en dos muletas platinadas y bien lustradas, con ademánes mezcla de risa y llanto forzado. Su amiga de Jean, desgastado intencionalmente, muestra las rodillas color cama solar y las sandalias marroqui kitsch, mientras va abriendo espacio para su ingreso en escena.

Se sienta a mi lado y mira con soberbia mis ojos rojos, mi cabello enredado en la humedad del ambiente. Mi barba de tres días engorda la sal que sale de mis poros y se congela con el aíre acondicionado. Pido un expreso, un agua y el periódico del día, empiezo la lectura y de pronto el estruendo de sus risas traen reminiscencias al boliche de focos rojos y faldas cortas.

De rato en rato me mira, como intuyendo mis eses bien puestas y mi lectura zumbándole como mosca. Se cambia de mesa, respira hondo y deja su perfume Jennifer López en poros de achachairu en el aire.

Nuevamente su carcajada sacude a mi pluma y mata en una línea un intento de verso. Escucho como le cuenta a la de cabellos rojos las luchas cruceñas de antaño, de su abuela, le habla del orgullo de ser bien camba y apellidar Müller. La abuela fuerte con ocho hermanos esquivaba indios del monte para llevar a mamá a la escuela recuerda y luego ríe orgullosa de como sus primos de peladingos correteaban cunumies y hacían bastarditos.

Luego calla, mira dos hombres de camisa blanca que entran y saludan a un gordo de sombrero tejido y barba. Los envuelve con los ojos y lanza una bocanada de humo cómplice al rostro de su amiga. Después, lee el titular de El Nuevo Día "El MAS cambia la ley INRA con votos de tres opositores". Dice que como camba defenderá lo suyo, luego reniega, con una mezcla de orgullo y bronca al hablar de su marido, macho de estos pagos, que no pelea nada. Sólo sirve para pagarle la ropa dice. Habla del amante Ganadero con dos hijas de veinte, que se la lleva al “Cuore” los viernes por la tarde” y que tampoco tiene huevos para dejar a su gorda, por una cruceña bien puesta como ella. Al final no le interesa, es rápido como el gallo dice, pero no importa los orgasmos le llegan en ropa.

La escucho, mientras saca pecho y grita con fuerza que el hombre que la pega no tiene lo huevos para defender lo suyo. Dice que protegerá la tierra de sus hijos, por eso entrará en huelga dice, para demostrarle al Evo que no es por dieta como dice, es por sus hijos. Mientras habla me mira de reojo y grita con más fuerza. Promete machete, aceite caliente y polvo de escopeta al que invada sus tierras.

Sus pecas de cama solar esparcidas por su pecho agrietado, sus senos separados que cuelgan como paltas de gel de silicona, coquetean con guiños en cada respiro a mi libreta. Sus uñas cuidadosamente tratadas de pies y manos no conocen de labrar la tierras, su pecho se secó por el sol, no por amantar críos hambrientos.

Nos miramos, la humedad derrite mi café, me fumé dos L&M escuchando su conversación dizque política, dizque cívica. Tengo la cara húmeda y con ojeras. Mis ojos mojan sus lentes de contacto, me saluda y pregunta ¿de donde soj? y luego me pide prestado el periódico, la miro sonriente y le digo seguí nomás reinita, con erre arrastrada. Soj colla dice, con un estúpido aire de sorpresa. Boliviano le respondo. Vellosidades oxigenadas rozan mi antebrazo, su perfume envenena mi libreta y su bronca cae por el piso.

Camino, sus gritos de lucha estética retumban en el aire y dos tipos de camisa a rayas se acercan a su mesa y felicitan sus encarnizados argumentos, no sin antes mirar mi mochila empolvada en el piso "Duralit". Me voy y dejo dos bolivianos sobre las siliconas de Martita Vaca modelo de Montero, reina del Azucar, portada de El Deber.

29 de Noviembre, Café Alexander, Santa Cruz de la Sierra....¡enai puej!

lunes, noviembre 27, 2006

Noctambulario


Nocturna la ciudad te invoca
Serena y luminosa se expande
Caldo de mil astros,
hervor de mil sangres
Carne profunda que grita,
Congoja de la noche que mira

Savia de cal y vientos mudos
Escupe en la humedad del intestino
Cantos de hollín, duros y continuos
Bebe de mis manos rotas.

Nocturna,
adormecida en frágil descuento
Estaño que pone verde al tacto
Serenidad oscura, que rompe y corrompe

Ciudad aletargada,
Ciudad de pálida altura
Ciudad acostumbrada
Ciudad hecha espera

viernes, noviembre 24, 2006

Reunión en Bocaisapo


El bloguero urbandino RONDELDIA llega hoy a la ínclita ciudad; la ocasión es oportuna para reunirnos y conocernos de una manera menos virtual.La cita es hoy viernes, a las 22:00, en el Bocaisapo.En la pared, detrás de nuestra mesa, colocaremos un cartel que dirá: “URBANDINOS SIN TECLADO”, para que sea fácil ubicarnos.Vengan todos los que quieran y puedan.Basta de imaginarnos con caras supervegea; no tengamos vergüenza por ser más lindos que los demás y presentémonos en el Boca esta noche.PD: Los demás blogueros residentes en LA PAZ, por favor copien este post y publíquenlo en sus blogs para que la reunión se difunda.

El boliche para quienes no lo conocen es el de la foto, puerta de la derecha debajo del foco, detrás de la cruz verde en la Jáen.

Felipe On Line

Estimados, empiezo hoy la idea de crear una edición virtual del Felipe Delgado, la misma busca ser un proyecto colectivo fruto de todos los colaboradores que quieran sumarse a esta bizarra idea de rescatar una gran novela paceña por este medio democrático y gratuito.

Lo único que necesitan es tener una edición del Felipe y empezar a typear. Calculé que para terminar en un año se necesitaría transcribir algo así de 2 páginas por día. Con sólo diez transcriptores, a cada uno le tocaría como un parrafo diario, cosa que en la práctica llevaría sólo 10 minutos con más gente.
Alguién se preguntará, ¿porqué no El Loco de Borda?, ¿porqué no La Biblia?, ¿porqué no Cuentos Completos de Poe?. Simplemente puedo responder que es el Felipe, por que es nomás el Felipe el que siento que debe ser transcrito en este momento.

Un abrazo a la espera de sus colaboraciones en mi email cronopiotellant@yahoo.com.ar les dejo el Link:

http://el-felipe-delgado.blogspot.com/

martes, noviembre 21, 2006

tac, tac, tac,



Hoy presionan tus yemas la fila de cubitos alienados, con suaves masajes, esos que esperan nacer en palabras y antes eran tatuajes sin retorno cayendo por mi piel. Tus dedos no saben de escribir contratos o pagarés, menos memoriales o informes, son unos palitos saltarines que dibujan alegría, bailotean con el Jazz y dan un juego perfecto de percusión al blues que eleva por el techo en cada soplido.

Antes había que tener puntería, golpear la vieja Rémington y patear con fuerza esa telita teñida de tinta, a veces negra a veces bi color como pañoleta de guerrillera del ELN, para que tus gritos se graben en la espalda. Hoy la sandinista está muerta, como la ruidosa maquina del amigo de barba y Gitane negro, esa que lo acompañaba en sus vueltas al día en tantos mundos.

Tus uñas bien pintadas hoy regalan perfume a esos cuadraditos de plástico ocho horas diarias, a los cubitos muy rígidos, muy snob que producen algo digital, en una piel virtual. No sabes de cartas de despido y de memorandums con carbónico, aunque de mes en mes te gusta bailar en las teclas y jugar a la Remington, es ahí cuando me preparo y respiro la nicotina en tus uñas y la cerveza tibia en tus labios. Tú, sólo miras por la ventana, las gotas panzonas de lluvia reventando el Choqueyapu, pretendiendo que es Paris en esa nostalgia tan bleu que pinta tus palabras.

Juegas, no con el golpe seco que le gustaba al Chinasky, o el Borbon tiñendo el papel grueso. Te gusta sentir este tímido tartamudeo que producen tus articulaciones de seda, te gusta por que sabes que mis poros buscan el dolor detrás de cada anuncio. Saltas, golpeteas y te ríes de sus uñas onicofagicas y chatas que responden un cursi yo también del otro lado.

Te confieso, aún prefiero; por ese andar melancólico que me caracteriza, los redonditos fríos que activan martillos tipográficos, tatuando a fuerza en blanco y negro. El volar, con estampilla en la derecha y agua de Jazmín tapando una lagrima en la cuarta f de la fila 6. Extraño: la resolana por la ventana hueca de Sopocachi, tu bambolear pausado de la alfombra al cuarto, tu vientito en mi espalda, cuando corres de la chimenea a la mesa, que desvistas mi piel y teñirme del humo que rebota en lámpara, mientras un seco tac tac, tac, me patea y escribe un te odio en mi espalda blanca.

domingo, noviembre 19, 2006

Los años pasan el sabor no...

Quieto, con las manos firmes en la mesa, sus ojos contando las manchas en la pared, se levanta, da tres vueltas a la silla y se sienta. Oruga de espalda recta, cae encorvado entre papeles amarillos, tiembla, grita y escupe nuevamente esa tinta roja. Mañana le toca recoger su análisis,piensa mientras el vino amarillo escurre por el pantalón.

Se acomoda agazapado en el asiento derecho, la gorra Mike esconde los ojos de viscacha, los cachetes cobre y esa boca tan gastada. Te mira y solo ríe, tiene overol plomo y dice que no está cansado, recibe un grito y una coca cola de a luca, se la toma y escoge la gata correcta, tiene que sacar dos llantas y el sol le quema la espuma que nada en las venas.

Se mece con el viento, perforando la espalda en aquel arbol, se abre paso entre niños y mujeres apresuradas por ir a misa. La polera ploma con numero 35 tiene tres manchas de mani y anticucho. Mira al cielo, estornuda y esquiva el carterazo de aquella de perfume dulzón. Su amigo se va, el taxista se acerca, jala su oreja izquierda y la lata rueda por el piso.

jueves, noviembre 16, 2006

Vaya a saber por qué

Vaya saber por que, me acordé hoy del Cronopio mayor y también de aquella con bailes de Fama en la lluvia. La vì en aquellas noches humedas, con sus pies fríos en mis empanadas calientes, con sus labios tomando té de manzana.

Me acordé de aquella Rayuela compañera de encierros, de besos, entierros y soledades. Vaya a saber por qué pensé en Julio en sus palabras que son las células que flotan en mi tinta, la inevitable savia que regó mis versos y me entregó su inconfundible forma de mirar la realidad, de jugar con el humor, el box, el jazz, el amor y la ironía. Vaya a saber por que, hoy me dió ganas de reencontrarme con La Maga.

....La Maga se peinaba, se despeinaba, se volvía a peinar. Pensaba en Rocamadour, cantaba algo de Hugo Wolf (mal), me besaba, me preguntaba por el peinado, se ponía a dibujar en un papelito amarillo, y todo eso era ella indisolublemente mientras yo ahí, en una cama deliberadamente sucia, bebiendo una cerveza deliberadamente tibia, era siempre yo y mi vida, yo con mi vida frente a la vida de los otros. Pero lo mismo estaba bastante orgulloso de ser un vago consciente y por debajo de lunas y lunas, de incontables peripecias donde la Maga y Ronald y Rocamadour, y el Club y las calles y mis enfermedades morales y otras piorreas, y Berthe Trépat y el hambre a veces y el viejo Trouille que me sacaba de apuros, por debajo de noches vomitadas de música y tabaco y vilezas menudas y trueques de todo género, bien por debajo o por encima de todo eso no había querido fingir como los bohemios al uso que ese caos de bolsillo era un orden superior del espíritu o cualquier otra etiqueta igualmente podrida, y tampoco había querido aceptar que bastaba un mínimo de decencia (¡decencia joven!) para salir de tanto algodón manchado. Y así me había encontrado con la Maga, que era mi testigo y mi espía sin saberlo, y la irritación de estar pensando en todo eso y sabiendo que como siempre me costaba mucho menos pensar que ser, que en mi caso el ergo de la frasecita no era tan ergo ni cosa parecida, con lo cual así íbamos por la orilla izquierda, la Maga sin saber que era mi espía y mi testigo, admirando enormemente mis conocimientos diversos y mi dominio de la literatura y hasta del jazz cool, misterios enormísimos para ella. Y por todas esas cosas yo me sentía antagónicamente cerca de la Maga, nos queríamos en una dialéctica del imán y limadura, de ataque y defensa, de pelota y pared. Supongo que la Maga se hacía ilusiones sobre mí, debía creer que estaba curado de prejuicios o que me estaba pasando a los suyos, siempre más livianos y poéticos.... (Rayuela Capitulo II, extracto)

miércoles, noviembre 15, 2006

Ganas


Qué ganas de ser mosca, de hacer círculos en tu espalda, de jugar a la ventosa en tu última vertebra y beber las gotas sedientas que se deslizan por tu ombligo.
Ganas de ser culebra, enredarme por tus piernas y dormir recostado en ese rincón tibio que él torpemente muerde.
Ganas de ser boca, morder el descontrol de tus huesos, romper con mi lengua el nudo y entonces con palabras mirarte, tocarte, darte.

miércoles, noviembre 08, 2006

Venas Negras

Un ensayo compartido, un tejido de tus palabras y las mías, un poema a dos manos un cadaver exquisito, tu miel y mi hiel:
Venas negras, manto sepia,
ojos que en viaje negro muerden la espera.

El tiempo, cruz
tu cuerpo, ausencia,
una voz apenas
en medio del pecho.

El eco rojo de tus yemas,
huesos de arpa tallando venas.
Tu canto que duerme,
el hilo tibio de versos en lengua,
jugando con las sábanas,
jugando en esta ausencia.

En medio de la madrugada,
despiertas, con sed de un muerto.
Se congelan las lágrimas y continúas
tu danza, ritual de espera.

La noche no acaba,
vuela en espiral por este encierro
y te nombro:
Seco,
rojo,
húmedo..

martes, noviembre 07, 2006

Crónicas de a Pie (Por la Carretera II)

El retorno, con sus ojitos tibios mirando sin razones, con ese su abrazo mudo y silencioso que dice tanto, que grita un te quiero, un te extraño, con ese juego de “¿digamos que eras el rey y yo la princesa y me das un beso y despierto?”, no necesito mayor amuleto para soportar la partida que su risa.

Empieza el viaje, el calor en el aire, la humedad en los poros y en el pecho, en la mochila su beso tibio y su silencio. El retorno que tiene el sabor a vacío y también a nuevas esperanzas es ahora inminente. Irse con la realidad en la espalda, esa que el egoísmo construyó y que es parte de su pequeña vida, irse con la lluvia en los ojos, presagiando estas gotas que me derriten entero, mientras hoy bajo el viejo cerro, solo sin su manita aferrándose a la mía, como su todo, como su héroe, su payaso, su vida.

El regreso empieza en la boletería del bus, el azar del destino me hace cambiar de línea “El Dorado” se embarrancó anteayer justo a las 5:30 AM en la misma ruta, hora en que uno confía su sueño en un conductor suicida. Mi asiento de siempre el 35, última fila lado derecho, quedó hecho añicos,. El vende pasajes me mira y no saluda, le repito que quiero un pasaje y recibo el grito de” ¡ejpere puej”! , respiro, hondo mientras su piercing de lata me encandila desde su oreja de Chiman. Al final el no tiene la culpa, te atiende como sabe, como le enseñaron sus días en el campo, en la sobre vivencia del oriente, donde el que es más fuerte se impone. El pasaje vale treinta pesos más, el precio de la seguridad será, pienso. Fiel a la cabala, escojo último asiento fila derecha, las probabilidades de morir son cincuenta, cincuenta, te sientes donde te sientes y como decía el abuelo, “nadie se muere en la víspera”.

Confiado con el ticket en la mano, salgo a este sauna poblado de gente y me quedo mirando un campamento gitano, y me llama la atención la disposición de las carpas en dos triángulos. Los niños corriendo sin ropa, y la mirada de ella, de tatuaje en el hombro, cabellos castaños, piel canela, me mira con fuerza con esas cejas tupidas, como diría Sabina con los ojos color verde marihuana. Antes de ceder a sus encantos y a enfrentarme al puñal de un gitano que me grita algo que no entiendo, prefiero no dar lugar al embrujo e irme.

La partida es inminente lo sabías al subir a ese taxi destartalado, al conversar con el moreno bien “enay puej” como diría el papirri. Hablamos quien sabe por que, tal vez por el eco de todos santos en el aire, de la muerte, de los accidentes, de quienes se fueron antes, del bus que se embarranco tres días antes, de su colega que murió cuando un micrero borracho estampilló su taxi, de cogoteros y taxistas violadores, de viudas llenas de deudas y de la muerte, otra vez presente en el trayecto.

Más tarde la humedad aún perforando mis ojos y la espera, silenciosa, antes de abordar. Es ahí donde lo veo, en silla de ruedas con camiseta del Bolivar, subiendo al Bus ayudado por la familia, mientras una cámara bizarramente va filmando la escena y otra le saca fotos, tal vez para el recuerdo. El en silencio tímido se deja torcer las piernas de un lado a otro para entrar, no siente nada pensarán así que no hay lío.

La gorda de blanco me pide el pasaje y me pide que suba, detrás de mí dos gringos, una chica de cabellos negros y ombligo bailarín y dos niños, abrigados como oso en una Santa Cruz con 33 grados. Dentro el bus, fiel a la cabala, me ubicó en el último asiento del lado derecho y preparo mi espacio, los discos listos, pronto compro una I Pod, mi novela Piercing de la Viviana Lysij que por cierto la recomiendo, el agua, las galletas Frac, la frazada robada del LAB y me recuesto a pensar y disfrutar la noche. De pronto llega una familia de tres reclamando entre gritos que estoy en el asiento de su hija. Yo completamente convencido, argumento que ese es mi lugar que pedí al boletero el último asiento, ella muestra su ticket y yo el mío, cuando me sorprendo que el asiento 26 no existe, que tengo un ticket sin asiento, que por tanto soy un fantasma en este bus. Cosa sería ante la probabilidad de un accidente, no estaré en la planilla del bus y peor aún no tengo donde sentarme.

Entra en escena nuevamente la gorda de blanco y me indica que el boletero usó otra planilla y se equivocó y que este bus no cuenta con el asiento 26 y que me vaya adelante a uno vacío, inútil hablarle de la magia, de la cabala y del por que mi neurosis hace que tenga que estar en el último asiento de la fila derecha para viajar en paz. Entonces negocio con el padre de la niña, el ceder mi asiento a su hija e irme al suyo, todo para que la familia conejin viaje junta. En fin, no me quedaba otra, haciendo un juego de probabilidades sobre los accidente, decido no más con un sabio “clarito será si me parte la cresta la flota El dorado”, aceptar el asiento 22, penultima fila lado izquierdo y acabo en frente a la tele que me pasa una copia pirata con un volumen insoportable de Bad Boy II.

Cuando empiezo a dormir y logro aislar con el volumen de una canción de Atajo los gritos del Will Smith, llegan el ayudante y el chofer a decirme que no estoy en mi asiento y le dice lo mismo a la señora de atrás, de la niña a la que le cedí amablemente mi último asiento. Entonces exploto y lanzo mi discurso sobre el servicio al cliente, a lo cual el chofer me mira confundido y me dice que no es su culpa, es culpa del boletero que el tiene que responder por ese asiento; a punto de plantarle un zapatazo, interviene la señora de atrás indicando al tipo que me dio su asiento.

Trato de explicarle que la responsabilidad es de la empresa y tanto el boletero como él representan a la empresa, dice que no entiendo y sigue sosteniendo que no es su culpa. Al final se rinden y me quedo en el asiento 22 del lado izquierdo, mordiéndome la bronca y con el sueño cortado, escuchando los balazos del Will Smith. En todo caso, tengo la ventana de escape a mi lado y ante un accidente no saldré disparado por el vidrio de adelante

Duermo con ese estado de semi vigilia, esperando la madrugada en que la FELCN entra al bus a pedir carnet y revisar, me sorprendo que esta vez el bus siguió recto el control y despierto vivo y enterito, luego de varios barquinazos y frenadas, camino a Caracollo. ¿Será que el control de la FELCN es para que la gente no meta drogas al trópico y no importa que saques y lleves a La Paz?. En todo caso, una cosa es cierta para mí es un blef. Si a la ida pude salir del bus con mi mochila al hombro, a fumar un pucho en Bulo Bulo, mientras perros y agentes camuflados registraban el bus y a la vuelta ni me registraron, la de kilos que podría haber llevado en la mochila verde che.

Más tarde, el hambre se confunde con un dolor de estomago colectivo y por tanto en un silencioso aroma que va creciendo del piso al techo del bus y uno sólo suplica llegar a Caracollo, de una vez al tan ansiado desayuno de cafecito con pan y queso.

8:30 llegamos a la parada y lo primero es lo primero, obedecer al cuerpo. Pago mis 50 centavos para el baño y luego de entrar decido no más recurrir al autocontrol y recordar mis tiempos de Budismo Zen, hasta La Paz. El sagrado trono no tiene asiento y muestra una imagen dantesca, donde el baño de la escena de Trainspotting es un poroto a su lado y no pienso bucear en busca de nada en ese inodoro.

Me quedo leyendo los mensajes de pared y le doy la razón a ese que puso, ¡cabrones cobrar el baño es un robo, ladrones!. Vuelvo a la filosofada del servicio al cliente, concepto imposible de entender en un pueblito del Altiplano, donde la suciedad es aparentemente normal y encontrar un baño limpio es un milagro.

Espero el bus, viendo como sus llantas sudan pis. De pronto lo veo en mitad de la carretera, acompañado de un perro café de costilla de cuerda de charango, pantalón de bayeta a rayas, saco gris, probablemente de algún ex empleado de banco, orbitas blancas de cachina y la bolsita de mercado a rayas, en una mano y el bastón en la otra. Se balancea al ruido de los buses que paran, de los autos que pasan esperando recibir una migaja. Es un Achachí rescatando pan duro para seguir en pie, para sobrevivir en este seco camino.

Detrás de él veo a un gringo con piercing en la nariz, con lóbulos agrandados por aros redondos, dándole besos a una cunumisita de metro y medio. Cerca de ellos, una mujer con pinta de holandesa, con lentes de intelectual y pantalón hippie, abraza a su peruano más chato que ella, mientras habla de sus planes de vida con un cruceño que no entiende por que no se va a la casa de ella y listo, por que tiene que comprar una si ya tienen, por último por que no le manguea el cuarto a la gringa nomás.

Vuelvo al bus y suben dos niños de ocho años, cantan con el corazón desafinado un huayno sobre una cholita conquistadora que juega con su pollera al viento, coqueta en Achacachi, entre risas mueve las trenzas. El entusiasmo de ambos niños no es el mismo, el primero espera en silencio cantar rápidamente su estrofa y pasar la gorra, el otro aún pone el entusiasmo y el discurso de “podríamos estar robando, pero estamos acá ganándonos unas monedas honestamente” y demás argumentos comerciales. La gente los ignora, son parte del paisaje, reciben poca atención, algunas monedas y se bajan al vuelo en otra parada y caminan de vuelta al punto de partida y así flota tras flota..

Llegó, La Paz, me recibe con su ruido, con El Prado en caos de medio día y luego el inminente silencio, las paredes huecas de la casa, el vacío de este sitio, las imágenes de este auto exilio y ordeno una a una las cosas del viaje, pongo en fila las memorias buenas para beberlas de a poquito, para calmar las ansias y lograr algo de paz antes de dormir, tienen que durar treinta días, hasta que sea hora de volver nuevamente a la carretera.

Sobre el concepto de lo urbano en La Paz

Un ensayito, para quien no le dé flojera leerlo

La ciudad tan desnuda
en el fondo de su propia imagen,
la ciudad reducida a mostrar sus huesos
(Guillermo Bedregal G.)

Vivo en una ciudad de montañas y vientos de espada que va labrando la forma y el color de tus poros desde tu nacimiento. Me acoge esta “muela careada” a la que visitantes del sur le cantaron con ritmos del Missipi, permanezco en La Paz donde el blues tiene nombre de marchas y bocinazos.

Desde esta altura donde mis luces serpentean como estrellas de pirita, escribo a la madrugada paceña, despejando esto del imaginario urbano. La ciudad como producto nace geográficamente y se construye en hechos simbólicos, en sus representaciones por y en aquellos que deciden aprehender sus recovecos y beberla, aunque no siempre su vino sea agradable al tacto.

Escribo este ensayo que inevitablemente no puede dejar de ser prosa y me pregunto por el ritmo que les daré a mis palabras. Me responde entonces la forma de sus caprichosas laderas de ladrillo, los versos que la seducen y los cantos que músicos le ofrendan.

La ciudad como imaginario urbano, desde las ciencias sociales, podría entenderse bajo la noción de representación social, tomando como referencia la definición planteada por Moscovici (1981). Desde esa noción implica no sólo productos mentales sino que construcciones simbólicas que se crean y recrean en el curso de las interacciones sociales. El propio Moscovici (1981) las define como un "conjunto de conceptos, declaraciones y explicaciones originadas en la vida cotidiana, en el curso de las comunicaciones interindividuales.

En esa medida cabría decir que el Imaginario Urbano, como representación social,es fruto de una construcción simbólica tanto individual como colectiva que se expresa en las interacciones sociales y lo más importante que se expresa de manera dinámica.

Este marco me permitirá hablar de la noción de lo urbano como una construcción, una representación, aunque se que luego de lo teórico de una u otra forma acabaré volviendo a narrar lo que siento en las calles, es que es inevitable que la palabra no caiga del pedestal teórico para rodar por sus laderas.

Al respecto, recojo la frase de un amigo músico quien con humildad reconocía la arrogancia de sus últimos años, al dar la espalda a la ciudad. Es que tarde o temprano uno vuelve el rostro al Illimani y acaba regresando, luego de periplos por puertos lejanos, por ritmos anglos, acaba volviendo y mirando con humildad el sol desde la Ceja, es cuando nuevamente escucha los delirios de Borda y los Relojes de Sáenz.

Llega un punto, en este proceso de construcción de la noción de ciudad, que uno hace un corte y sus pies, sin saber como, echan raíces en su pasto seco. Es ahí tal vez ,como dice la canción que uno decide mirar los rieles del tranvía “…pasan debajo tus pies ríos contando secretos el pavimento no ve las rieles del tranvía…” (Villegas y Portillo, Canción Nace la Ciudad, 2006) y uno decide ir a buscar adoquines, escuchar las historias del puente en San Francisco, antes del 52, subir al tranvía en el botánico y “… beber su largo y blanco letargo, en la roca que mueve sus ríos, en tus cantos de ninfas de subsuelo …”(Evocaciones, Poema XII, Paul Telleria).

El Imaginario urbano de la ciudad, en la medida de lo anteriormente dicho, hace realidad en el cuerpo de quien lo narra, cuando uno decide dejar de ser observador y empieza a teñir sus poros en sus calles. La cantidad de tinta que hay que recoger del asfalto roto, es probablemente tema de otro debate.

No es mi posición hacer juicios de valor sobre la obra de tal o cual, o sobre como se debe retratar la ciudad y si es mejor morir en la calle como el Viscarra o escribir sobre la marginalidad de la ciudad pero siempre a distancia, sin revolcarse en ella, como el Saénz (Arancibia, Paulina. La Nación Chile. 2006). Esta es solamente una aproximación, a ratos prosada, a ratos teórica a esto del imaginario urbano y sus representaciones, la conclusión más merecida a estas palabras deberá ser colectiva.

Volviendo al tema, me había propuesto hablar de lo urbano, de eso que como dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua “…es todo aquello perteneciente o referido a la ciudad…” En esa medida podríamos decir que urbano es lo produce una ciudad, desde desechos sólidos, burdas imitaciones, edificios anti estéticos, música y palabras.

La ciudad, en cuanto a su propia subjetividad, aquella que nace y habla en lo que produce, puede entenderse como una mancha urbana de historias, una hilera de luces que van naciendo al amanecer, cada una con una lectura de su complejidad. Fruto de su experiencia y su historia social e individual, cada luz, como las que veo morir al amanecer ,parpadea como una expresión propia y subjetiva de la ciudad.

Resultaría reduccionista aproximarse a lo urbano como lo concreto, habrá que mirar más allá de la geografía concreta de tierra y montaña y pensar en lo que evoca y permite, en lo que en última instancia construye en un papel, en un pentagrama.

Sin embargo no es mi objetivo perderme en alguna bifurcación del jardín, parafraseando a Borges, sino más bien tratar de plasmar algo de lo urbano de la construcción cultural a la ciudad “real” como un todo “incapturable en su esencia” y del cual solo recibimos y devolvemos un reflejo.

Es esto, en última instancia, lo que constituye el imaginario urbano, el reflejo que va mutando en destellos de tiempo en tiempo, de momento en momento, la luz de quienes pasaron, de quienes hoy de paso estamos en sus calles. El reflejo es, en síntesis, un acorde, un grito, un garabato, la forma en que el corazón paceño devuelve a esta ciudad parte de su imagen y su viento lento.

Al hablar de lo imaginario, me remitiré, para no cometer el descuido de darles muchas flores a algunos y olvido a otros, a concentrarme en las palabras y la música como expresiones y representaciones de lo urbano.

Desde la perspectiva de cronista de mi ciudad, hace un tiempo trato de recoger lo que voy percibiendo en sus construcciones culturales como hecho urbano y sé sin duda que mi caminar morirá antes que sus calles, pero sé también que mientras las circule, su sangre latirá con más fuerza en mis venas…”piedra tras piedra caminare y secretamente llegaré al suelo que me ha visto crecer y en el que un día moriré”… (Villegas, Portillo, Canción Venas del Pasado, 2006) y trataré de recoger algunas formas de expresión cultural en música y literatura que retratan la ciudad.

Es importante entender que toda construcción se elabora a partir de la historia personal y colectiva de un actor social. La individual y lo social hacen entonces a la Inter subjetividad de quien mora, habita y respira en la ciudad. La construcción de lo urbano en expresiones como la música y la literatura, debe entenderse siempre desde el contexto histórico que funda la noción de ciudad, en quien decide “aprehenderla”, caminarla y tocarla.

A un primer nivel, a riesgo de lo que pueda provocar el uso de esta expresión “lo marginal” en la literatura me remitiré, no con el sentido peyorativo, sino más bien desde la metáfora a aproximarme a aquellos que escriben desde los márgenes, los bordes de este caótico conglomerado de edificios, ya sea por que deciden un autoexilio o no son parte de esa noción reduccionista y mal entendida de ciudad.

Más allá de la literatura purgante, esa para leer en el baño, que pulula en los suplementos dominicales, fuera de las burdas postales de suburbio gringo de tercera que puedes encontrar en algunos barrios o de los ritmos puertorriqueños en rapaz violación con quenas y zampoñas, bailados en discotecas, me remitiré a otras expresiones.

En esa búsqueda, mi primera parada será en Los Nadies, un colectivo de poetas jóvenes alteños, los nietos del patio trasero de los círculos Krupp, bien se podría decir. Ellos con puño de betún y lápiz de punta chueca , retratan en poesía descarnada su visión de ciudad desde El Alto, en Aykus como los de Rodni Montoya que te dicen con minimalista contundencia:

Flor de cementerio
duerme para siempre,
yo que te perdí, no lo haré
esperando.

O en la denuncia fruto de antiguas violencias que grita en el poema de Alem Quisbert

Paso mi niñez, pensando en venganza
Venganza de tanta muerte de mi clase
e imagine ser terrorista
paso mi adolescencia
pensando en venganza
e imagine ser guerrillero

Este recorrido por lo urbano, sin afán de ser un homenaje póstumo, debe necesariamente remitirse al “príncipe valiente de putas y maracos”, como se llamaba a sí mismo, Víctor Hugo Viscarra, quien con un lenguaje sabor a ají con pis, te estrella en la cara el tufo de sus palabras, Lo real en sus personajes hoy por hoy, así borrachos te hace recuerdo a lo que no quieres ver. A él se aproximan, los que buscan engolosinar su morbo en historia marginales, los amigos de la calle que son capaces de decirle al oído que no ha mentido y también los literatos de tijeras corta prosa.

El Viscarra ha muerto en la víspera, ha retratado en su lenguaje su noche y nos ha enseñado que para construir la imagen de la ciudad hay que vivirla al decirnos: “…no se puede separar la literatura de la propia vivencia, si no se reconocen los avatares y viscitudes que ha vivido y bebido…”…”la noche de La Paz es un laberinto que al no tener principio tampoco tiene fin y uno puede perderse para siempre”…(Víctor Hugo Viscarra, Borracho Estaba Pero me Acuerdo, 2003).

Al respecto más allá de su muerte ahora suena el eco del homenaje musical en “una moneda bailaba en su olla en su afán, mientras su tarka gritaba con furia haya en octubre, borracho estaba y me recuerdo, alcoholatum y otros drink” (Maldonado P., Borracho Estaba, 2005)

La oportunidad para remitirse a otros como Humberto Quino y Jorge Campero, Chapaco autoexiliado en La Paz el segundo, permite llegar a quienes son capaces de recoger y devolver la imagen de la ciudad jugando a poetas malditos. Uno encerrado en la biblioteca con la bufanda y los bifocales, maldiciendo a cuanto nuevo Guillermito o Jaimito pulula por ahí. El otro, vate de odas a los jeans descoloridos de paceñas, iluminando su vista con aire de Sandro trasnochado. De este segundo me permito escoger más por azar los siguientes versos:

Estoy escondido detrás de unos lentes de vidrios oscuros,
Los miro pasar, repasar, comerse mi pan, bostezar, aburrirse
Decir mentiras
Los miro crecer, descrecer, cortarse las uñas, oxigenarse el cabello

(Jorge Campero, Citado en Fosa Común, Antología Literaria Boliviana, Humberto Quino, 2000)

En esta ciudad que necesita que le hagan el amor, sus tribus diversas de trasheros, punks, villeros, hip hops, roqueros, han construido formas distintas de cantar su grito a las paredes y las calles de esta gran muela.

En la música, la ciudad nos regala formas de representar lo urbano que van desde aquellas que se apropian del “lunfardo” marginal argentino o más bien el “coba” de las villas. Donde la mezcla de ritmos como la murga y la cumbia colombiana seducen a huaynos y producen expresiones que cantan a esta ciudad, retratando y pintando una ciudad de cuentos del tío, de robos avezados y bailantas.

Muy lejos al otro lado del puente Topáter, La Paz ha adoptado con personalidad y esencia propia. El Hip Hop, el cual ha mutado desde el Bronx y se ha pintado de colores vivos y whipalas. La rima negra aprendió a cantar en Aymara.

Más abajito aparece la mancha sopocacheña que se cree el centro de lo urbano y lo bohemio y culto. De mes en mes, por esos lados, aparecen aquellos grupos mal llamados de Rock Urbano, redunda ese apellido en su esencia. Por esos barrios resuena la música de Atajo, cuya fusión con aires de flamenco, gaitas escocesas (aunque no se crea), cumbia, vallenato, kullawa, reaggue y morenada, ha logrado aglutinar en sus conciertos a cholitas, japoneses, izquierdistas, europeos y chicos del sur. Han logrado aglutinar en un boliche la mixtura de esta ciudad, la simbiosis poco sinérgica de clases, al menos de la media para arriba.
Otras expresiones, que representan una mezcla urbana peculiar, son aquellas folclóricas de la calle Illampu, donde la diferencia no se marca por el costo de la entrada, sino por la forma en que se vivencia los rituales y códigos urbanos. El acullico como hecho exótico en chicos del Sur y franceses, se mezcla con las escalas penta tónicas de Sicuris que van jugando al show para gringos.

Probablemente se puede dar la lectura de que el hecho de la palabra esa que significa la ciudad, en poesía, en graffiti, en rima de rap, aparentemente desplaza el significado del hecho urbano a las experiencias. Trasciende los márgenes de la mesa donde se escriben, las plazas donde se gritan y vuelve luego disfrazada y validada en otro lado, en aquel donde Punto Blanco hace moda la chompa del presidente, donde las trenzas son cool en San Miguel.

La ciudad sintetiza lo urbano como apellido, no como un todo, es así que uno podrá escuchar las expresiones rock urbano, arte urbano, teatro urbano. El rotulo como medalla para diferenciarse, como la muestra aparentemente minoritaria de una clase seudo intelectual, cuando va más allá de eso.

Lo urbano, vuelvo a insistir, debe leerse como aquello que late individual y colectivamente en los que habitan esta ciudad, cual hecho intangible y permite generar en todo caso formas de significación diversas, expresiones culturales dinámicas, que mutan y que por lo mismo no están ajenas tampoco a la influencia de otros imaginarios del globo.

Lo urbano entonces, va creando una identidad plural, habrá que escuchar sino la denuncia en rock duro en Aymara, impensable hace 20 años en eventos como el recién llevado a cabo Ayni Rock. Ahí se mueve sin duda otra noción de ciudad que muestra que la construcción social se transforma en menos de 30 kilómetros cuadrados y adopta aires propios, capaces de hacer temblar a la ciudad y gritar con poesía de pared y rap.

Luego de esta reflexión, de este paseo más de crónica que de análisis teórico, vuelvo entonces a preguntarme, ¿cuál la significación entonces de la palabra urbana, a la vez tan grande y tan corta para la metrópoli de alasita que me acoge?

Parecería ser que el imaginario urbano es esto que nos funda y otorga una identidad inconsistente, incongruente pero claramente paceña. Para apropiarse de ella habrá como diría Sáenz “no solo escribir poemas , uno en última instancia debe escribir de lo que conoce y lo que ha vivido” (Extracto de Entrevista a Jaime Saénz, CD La Bodega, Fundación Patiño, 2005)

¿Será acaso necesario dormir con quiltros en el barro y en una chingana para conocer lo real de la ciudad? O acaso ¿habrá que emular al Felipe Delgado, construyendo falsos trajes de aparapita para ser paceño, para conocer lo que yace en el otro lado de la noche?. Tal vez la respuesta debe estar sin duda en otro lado, tal vez habrá que releer a Tamayo para llegar a ella.

Considero en todo caso absurdo, plantear la pertenencia a esta mancha urbana en un continuo entre lo burgués y lo totalmente marginal, la ciudad “se está” y uno la toma y la bebe, o simplemente la ignora. El imaginario, pasa por la subjetividad de cada habitante que decide ser permeable a determinadas experiencias, como un proceso propio de construir la creencia y la significación del hecho urbano.

Cada quien podrá sumergirse en carne y pluma en la ciudad, ya que su llamado estará siempre presente, cada quien decidirá cuanto escuchar la furia del viento de la cordillera en su rostro y si algo le deja.

Mañana me iré y será inevitable, en estas blancas calles de Sucre, no recurrir a esos versos de la Matilde “desde lejos yo regreso ya te tengo en mi mirada ya contemplo en tu infinito tus montaña recordadas” para retratar el regreso a mi ciudad, a bañar mi rostro en el blanco del Illimaní, de aquel centinela urbano, que parafraseando al poeta se está.

El Illimani sintetiza en su permanencia la ciudad, porque es roca y es su inmensidad geográfica a la vez inmortal y por tanto, su certeza real. Es su existencia más allá del significante que queramos otorgarle a la ciudad, porque en última instancia nosotros vivimos en el imaginario de esta ciudad y él nos acoge como huéspedes de distintos tiempos y momentos, ésta acaso será la única certeza, él permanecerá luego de que nuestro último respiro seco muera.

Serán las lágrimas de río que reptan,
el largo camino de piedra que te acoja,
el que penetre tus talones desde el frío
Serán los adoquines en mordaza,
los que broten en tu caminar frío
serán el fluir y la furia que taladren tu columna
(Paul Tellería Evocaciones, poema XII, extracto)

Referencias:

· Bedregal, Guillermo (2002) , Ciudad desde la Altura, Editorial Plural
· Moscovici Sergei (1982) Representaciones Sociales Edit.: Fondo Cultura económica
· Quino Humberto (2000) , Fosa Común, 2000
· Sáenz Jaime (1980) Felipe Delgado, Editorial Visor
· La Bodega, Fundación Patiño, 2005, Entrevista Jaíme Sáenz
· Revista electrónica Palabras Más (www.palabrasmas.org, Volumen 5)
· Archivo Revista Palabras Más.
· Paulina Arancibia, La Nación de Chile, 2006
· Atajo (2005) Disco Sobre y Encima
· Casazola Matilde, Cueca el regreso
· Llegas (2006) Disco Hidrometeoros

miércoles, noviembre 01, 2006

Crónicas de A Pie (Por la carretera I)

Hay un cierto escozor en los pies en el correteo previo, este ritual en la terminal de buses trae consigo expectativa, ansiedad, paranoia y aromas raros. LLego, el taxista me dice va a alcanzar, esquivando dos inglesas de pantalon de aguayo y nariz en escarcha, por el sol paceño, el cristal blanco en las fosas, quien sabe.
En la ventanilla, pido el pasaje, con torpeza me mira y me muestra un tablero con asientos ocupados. Aquella mujer de nariz también roja, entre soplidos de resfrío me dice que no insista. La resignación me lleva al bus de siempre, ese que pasa Rambo y Capulina a las once de la noche y matiza la soledad de viaje con exitos de José José. Me mira la cara un gordito come empanada y pone el precio, en función a las reglas del mercado y a mi ansiedad, 120 me dice y muerde el queso que chorrea.
Camino por el lugar, amplio pasillo lleno de bancas de madera, en fila la gente viendo jugar al Real Madrid, en diferido en la tele local. Decido hacer tiempo, tengo dos horas antes de abordar el bus, 18 antes de llegar a destino. Todo está en la preparación psicológica le decía a la amiga de la oficina antes de salir, todo está en el viaje.
Asumir la carretera como una forma de mirarse de fuera sentado en la fila 35 lado derecho, delante del baño, es una cabala. Entender el silencio entre una novela leida a tropezones en el asfalto mordido y de rato en rato escribir unas líneas al tiempo, así debe ser la purga.
Puse a Fito en el Discman con eso de Rollinga o Miranda Girl y me acordé de aquella cambita, a la que le gritabamos collinga como un título honorario que le daba el Illimani, la que vino a La Paz con la plata del viejo motoquero que murió de infarto. Ella decidió vivir sus veinte años en un cuarto en la Plaza Avaroa y jugar a ser modelo en una ciudad aburrida y de piense como dice.
Detrás de la cortina que da a la esquina del baño espera ella, cartera de oso panda, made in china y recibe en silencio el empujón de aquella pelo amarillo y tacos aguja que grita en la cabina su charla para que todos aplaudan.
Insisto, esta espera purga la ira, la incoherencia y te pone frente al viaje, al camino, al encuentro con lo que reclama el corazón. No hay poesía en este juego, sólo silencio compartido con miles de viajeros apresurados, así es como debe ser este silencio, así es como debe ser.
Esta noche es propicia para la lectura, mirar las estrellas del altiplano escupiendo en la ventana su pureza, mientras ella al otro lado durmiendo, en su espera, reclamando el encuentro.
Por ahora tengo sed de beber este lugar, estas miradas de llegadas, de retorno, de separación, estos llantos de carretera.
Más tarde llegará él de ojos rojos y respiración de pegamento a contarnos algún chiste, una canción desafinada de los Kjarkas, a vendernos maté de ruda, té de tilo, uña de gato para el colon y la prostata.
Por ahora, me llega el reflejo de aquella de gorra roja y lenguaje a señas que tiembla unas letras a la Asociación de Sordos. Sus yemas no sienten la ansiedad del golpeteo en el teclado, ni los rumores de olas negras de este lugar. Da besos a su niño que en respetuoso silencio espera y de rato en rato un guiño le lanza.
En una hora hay que abordar, se me acabo el agua, el sol tiembla y La Paz me da su manto de atardecer como amuleto de despedida.

martes, octubre 31, 2006

domingo, octubre 29, 2006

Tu aquelarre

Este getto de ladrillos mal pintados, de antenas de estacas mata vampiros en los techos, brazos de alambre, espantapajaros sonrientes, manos de tijera huecas. Esta humedad de fines de Octubre, tu voz de raspadillo en etanol, me escuece en la oreja y vuelves en un flash con el ajo en tus miradas.

Tus ojos muerde orejas sumergidos en Martini, yo jugando con tus huesos, con tus mandibulas de furia y el idiota aquel con pinta de Hobbit, cuidando tu espalda. Juntos en la barra del boliche jailon ese y tu sol que brilla borracho en tu hombro, embriaga mi silencio, con su lunar de vacuna en el cachete manda besos.

Te recuerdo en otra piel en otro cuerpo, mientras sostengo sus huesos para que no caigan al inodoro del boliche, sus piernas de alambre en X me gritan tu absurda impaciencia en la licoreria, en el cerro bebiendo el vino blanco de a luca en mi bragueta.

Hoy sólo mil latidos en la frente y mi sed que no te encuentra y esta pared de cemento desgastado que escupe el llanto del vecino de arriba, los gritos de la mujer sorda lustra pisos y la cascada de la vegija incontinente que me despierta a las cinco cada día; este escenario, este montaje nocturno me trae el eco de tu aquellarre.

Pese a todo te retengo, mezcla de presente y olvido, buscando en los ojos huecos de alguna anoréxica alcoholizada un resquicio de tu aroma. Entonces de pronto te balanceas en la madera crujiente de esta cama y me queman nuevamente tus ojos de aceituna humedecidos en Martini y mi mano de zancudo picando tu ombligo. Tu llorando, yo mordiendo tu tatuaje caliente, todavía te detesto con odio rasga espaldas y despacio en noche tibia tu sollozo muerde la almohada.

Si, las paredes de este getto sudan el llanto de la tarde, el domingo inevitable, pesado y de tumba , en que tu nombre se ríe a carcajadas de mi encierro. Ya tienes 27 flaca y tu voz de raspadillo todavía me da chaqui, tu risa temblorosa todavía muerde y erisa el pecho, si, ganaste una vez más en la memoria, Feliz Cumpleaños.

martes, octubre 24, 2006

Crónicas de a Pie (Cementerio III del encuentro con la noche)

“Cabeza flor del cuerpo, misteriosa flor que apagó la muerte, su aroma fué el pensar, ahora cabeza fría, ahí está inmóvil, el último pensamiento convertido en niebla” (Poema en la tumba de Enrique Finot). Me introduce al mausoleo de los notables, que dan su nombre a las calles que hoy transito, alineados: Belisario Salinas, Rosendo Gutiérrez, Villalobos, Riosiño y otros, esos que pocos saben lo que hicieron, esos que todos caminan a diario por su espalda de asfalto.

Más allá el Compadre Palenque a la vuelta, debajo un árbol, mármol blanco sobre mármol negro, lleno de flores y mensajes. El Caminante, Pepe, lo espera para seguir cantando. Hay un afíche en el árbol, así con su perfil RTP y micrófono. Alguien ha roto su vidrio de un piedrazo vengador, será que no se compra más pomadas. El Padre Espinal, está en las alturas, como queriendo elevarse a la cordillera, con silla lees de cerca lo de mártir de la democracia y si no hablas escucharas como a quemarropa te taladran sus oraciones mata conformismos.

Tres de la tarde, se nubla la escenografía del lugar y un nuevo encuentro con la muerte me conmueve. El féretro sale de la capilla, en hombros de primos y sobrinos. El tío Enrique, solterón y músico de banda ha muerto el viernes, con hueso de pollo clavado en la garganta, pesa más que la tuba que apretaba su espalda. El sol sale con fuerza, los vivos, bien en traje negro, hacen planes para el platito de las cuatro, para la cerveza fría, listos para bailar en vida el recuerdo de su muerte. Cuentas chistes de esos de Pepito, se juntan detrás de la sobrina de falda campana y de reojo le charlan a sus piernas. Las deudas lloran, fieles a su guión con una mano en la boca y la otra sonriente por que no lavará más calzones.

Jaime, nadie te conoce che, los niños, que se hacen llamar guías se ríen al oír tu nombre. Por radio te trata de ubicar el guardia. Le digo al gringo que moras al lado del Gilberto Rojas y que clarito verá el árbol grande, no entiende. Me voy caminando a tu encuentro a teñir mi tinta en tu tiniebla. Los más viejitos se quedan de noche, me cuenta el sereno, son dos porteros antiguos, conocen bien a sus muertitos. No hay caso de pestañear, grave te jalan la pata y sordo te vuelves con sus ruido, me dice.

Jaime piedra en piedra rota del Choqueyapu, gravado tu nombre en tinta negra. Descanso al caminar y buscarte, camino al descansar y encontrarte, la roca cubre tu noche, tu distancia recorrida. Hoy crecen hojas de Eva desde la pared de adobe que da sombra a tus jarrones llenos de lilas. Una pluma reposa en la greda de tu tumba, varias piedritas de esas con cuarcitos negros, forman el contorno de tu cuerpo en la tierra. Los niños no conocen tu nombre, las señoras que hablan de sus maridos muertos, me miran sentadas desde la fuente seca, no entienden mi silueta apoyada en tu árbol. Me piden una punta bola, rompen el silencio de mis palabras a tu noche, anotan una dirección. El tío Alberto, está por allá, en el cuartel nuevo dicen.
El Felipe con viento ha empujado el vaso con claveles y el agua ha mojado unas plumas de pollo que quien sabe que hacen ahí. Flores secas abundan, hay un jarrón negro, otro de greda con motivos mexicanos. Caigo en la osadía de robarte la pluma y tu tierrita, para tenerte en casa y luego reposo de este andar en tu morada. Las palabras no vienen, se niegan a decirte algo, tu tumba se está, ahí de espaldas al Illimani. Tus restos contemplan laderas serpenteadas y acogen mi silencio, cosa vana elevarte una plegaria, cosa extraña mirarme en tu nada.

Nota: Esta vez sólo para el blog, parece que La Prensa con su revista Domingo, decidió cambiar el estílo y parecerse más a otro medio. En ese nuevo esquema está columna, al menos de momento, ya no encaja en la nueva línea editorial, por lo que aparentemente le dieron un descanso

miércoles, octubre 18, 2006

A la orilla de la chimenea

Se que no visitas este blog por que ahora eres gerente y eso de la literatura no cuadra con tus
balances. Se que estás más flaca que antes, que todavía usas lágrimas artificiales, que tus manos siguen siendo igual de flacas y frías como me gustan y que nada te emociona tanto como escuchar The Cure en tu cama.

Se tambien que tus labios adoran todavía el mentisan y se vuelven una ventosa sensual cuando hablas. Tus cejas gruesas sirven de sombrilla aún a esas ojeras tan cafés, a esos ojos tan persas espiando detrás de tu Burka llena de culpas, esa invisible que sólo tus santos miran.

Ya pasaste los treinta y aún vives con los viejos, adoras tu perro, juegas tenis y todavía me río de ese poema lleno de insultos que te escribi alguna vez.

Hoy me acordé de tí, así por culpa del Shuffle este de la computadora, por esos avatares cósmicos que tiene el Windows, de pronto mi estrés de sandwich en marraqueta se quedo seco al escuchar al Joaquin con esta canción.

Entonces fué inevitable no pensarte, no recordar como jugabamos a las escondidas en los pasillos de la U, como me perdía en tus ojos y solo quería mirarte sin palabras. La ansiedad pudo más ¿te acuerdas? acabamos encontrándonos en esa fiesta y subimos a tu casa en el auto blanco de tu viejo; luego ahí enredados en la alfombra, escuchamos ese tema de REM que tanto te gustaba y yo le puse tu apellido a la canción esa de Sabina que ahora escucho, mientras tus besos de anguila llenaban mi paladar con el aroma de tus papilas secas.

Tu con 19 años, con besos de pre puber, aplastando tus carnosos labios en los míos como en escena de telenovela mexicana. Yo jugando al preambulo, mientras mi espalda recibía los arañazos de las pelusas del piso y el aroma tan añejo de las fotos de tu madre

Ya ves, me acordé de tí , curiosas piruetas te da la memoria, te ví clara hoy a las dos de la tarde
entre papeles y contratos. Otra vez así chiquita con tu voz ronca, con tus ojos secando el dolor de
mis versos, con tu calma y tu risa, así a orillas de la chimenea como aquel septiembre....

Puedo ponerme cursi y decir
que tus labios me saben igual que los labios
que beso en mis sueños.

Puedo ponerme triste y decir
que me basta con ser tu enemigo,
tu todo, tu esclavo, tu fiebre, tu dueño.

Y si quieres también
puedo ser tu estación y tu tren,
tu mal y tu bien,
tu pan y tu vino,
tu pecado, tu Dios, tu asesino...

O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.

Puedo ponerme humilde y decir
que no soy el mejor
que me falta valor para atarte a mi cama.

Puedo ponerme digno y decir -
"Toma mi dirección, cuando te hartes de amores baratos de un rato... me llamas."

Y si quieres también
puedo ser tu trapecio y tu red,
tu adios y tu "ven",
tu manta y tu frío,
tu resaca, tu lunes, tu hastío...

O tal vez ese viento
que te arranca del aburrimiento
y te deja, abrazada a una duda
en mitad de la calle y desnuda.

Y si quieres también
puedo ser tu abogado y tu juez,
tu miedo y tu fe,
tu noche y tu día,
tu rencor, tu por qué, tu agonía...
O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.

Joaquín Sabina

martes, octubre 17, 2006

De Octubres...

16 de Octubre de 1946, nace mi padre, en la misma fecha es condenado a la horca Goering en el juicio de Nuremberg, él en su orgullo nazi prefiere suicidarse con una cápsula de cianuro antes que arrepentirse de algo. Mi padre a la fecha sigue sin cuestionar los prejuicios heredados de mi bis abuelo y continua odiando a los judíos.

Por mi parte, tengo varios amigos israelitas, aunque Sharon en definitiva me cae mal y si viviera en la franja de Gaza sin duda lanzaría piedras antes que balas. Pero esa es otra historia y no tiene que ver en nada con la solución final que fue una mierda total. Aunque los amigos de Israel no aprenden y fieles a su antiguo testamento siguen practicando el ojo por ojo solo que quitándoles las corneas a musulmanes igualitos de cara a ellos y que no tuvieron nada que ver con el señor Goering.

16 de Octubre del 2003, El mismo día mi hijita con 5 meses de vida, inocente de todos los despelotes que voltearon al gringo, sólo reclamaba leche, sin entender que nacía a una nueva Bolivia. Ese día, al ver los tanques en la calle, volvieron las imágenes de los setenta, cuando de niño miraba con asombro y temor los tanques en la UMSA. Esta vez sin embargo lo hacía con bronca y volvía nuevamente el miedo a las balas de los días que dormía en el suelo con colchones en las ventanas y mi madre me decía si mi padre no llegaba a dormir era por que seguro ya estaba en la morgue, cuando en realidad andaba chupando en casa de algún cuate.

17 de Octubre del 2003, se hace pepa el Goni a tomar sol a Miami, luego de que dió la orden de meter bala. Se fué gritando desde la ventana Indios de Mierda y tomando Whisky con el Berzaín acabaron concluyendo luego de tres Old Parr, igual que el Goering antes de morir, que habían hecho todo por el progreso y por defender la nación.

Ese día de forma diferente, esta vez siendo padre, entendí los errores de los prejuicios racistas y contradictorios de familia clase media que me formaron y algo termino de cambiar en mi.

15 de Octubre del 2004, muere la Blanca Wiethuchter poeta paceña, biógrafa de Jaime Sáenz que a diferencia de algunos antecesores decidió, voluntariamente ser cremada y perderse en el viento de cordillera del lago Titikaka.

Recordando antiguas guerras, intolerancias tan vigentes y la sangre paceña de carne de cañón de los de siempre, me quedo en las palabras de uno de sus poemas:

Me he muerto a mí misma y eso me conmueve sobremanera.
volver a preparar mi desaparición me consuela y me desgasta
pero puedo seguir la curva de mi brazo,
lo que da la medida de mi soledad
y puedo morderme el vientre de nuevo
lo que enciende el sumidero en el que temo caer para siempre.

Amo este mi cuerpo árido sin solicitud, con avaricia
mi negro hombro infantil que se desplaza según el cielo
que diseña todo el invierno.

jueves, octubre 12, 2006

"9eme Jour" 2


....Tu mirada ahí belle epoque con aires de gata siamés resplandece en cinema machine. Esas cerecitas, rojo chillón, acariciadas con pincel me hacen un guiño y no me dejan ver el fondo de tu rodilla. Apago la luz y busco el colirio, fisgonear con un solo ojo da migraña. Si recién llegaste o estás lista a partir, es una cuestión de perspectiva y el vuelo..."

Foto: Sol Mateo, Exposición 9eme Jour, Alianza Francesa, 2006

Quiero seguir creyendo....


¿Será que hay que fumarse un porro para entenderte?

martes, octubre 10, 2006

“9ème jour”


Ayer te he visto en las paredes del subsuelo de la Alianza Francesa y me he acordado de tí, de tus piernas de alambre y tu cabello largo molestando al viento, de tus dedos de uñas rosadas y frías, pinchando la pelota de la otra niña. Ayer he vuelto a tus diez años y buscando en tu mirada he sentido otra vez esa furía contestaría con que envolvías a tus Barbies en velos negros.

He jugado con tu imágen, congelado en la forma de tu rodilla izquierda y en tu lunar de uva he recordado, tus risas en los juegos de cartas, tus bromas tan naif, tu cansancio en ese jardín paceño, en esa casa en la que te tenían a fuerza.

Ya me habían contado que volaste, y sí, ayer te he encontrado, libre, con tus alas extendidas, con ese perfil tan "belle epoque" en el sepia del Sol Mateo. En este mi jour de merd, con pesada espalda de camisa de alambres, el aleteo de tu libertad me has contagiado.

Foto Sol Mateo, exposición 9eme jour, Alianza Francesa, 2006

lunes, octubre 09, 2006

Crónicas de a pie (Cementerio II de Héroes y Anónimos)

“Vivir sin hacer daño, morirse de repente, son la envidiable vida y la envidiable muerte”, dice un cartel verde grande a mano derecha. Con este verso de Gregorio Reynolds, la Alcaldía mercadea la muerte, para recordar a los vivos que no se están portando bien.
Mausoleo a los Héroes del Chaco, en el nicho 47 yace quien murió un 7 de marzo. Entre sus huesos, como cenizas metálicas, esparcidas las esquirlas de metralla de pila. Me doy vuelta, el lugar forma una exacta línea paralela con el maestro rezador del puesto 7. Es que el más allá tiene sus códigos, la muerte sus mensajes, hoy es 17.
El héroe ya no habla, me deja sentir el sol que muerde mi nuca, el dolor en mis piernas, la sed de dos de la tarde, me regala este instante para recordar su guerra en mis huesos. Mi arrogancia, me asombra, me duelen las rodillas y pienso: Cuidado que me roben la gorra. Le hablo de su bisnieta y le muestro foto, le cuento de esa fuerza que me anda faltando este domingo; de su sable que ahora está lustrado en mi casa. Enojado le cuento de cómo el otro día el Nelson lo usó para perseguir a la Naira y tuve que botarlos de la casa.
Estás ahí, última fila, en la humildad, soportando, como decía, sonseras y pistolas de esos compañeros de caballería con que despotricabas en la Plaza Murillo. ¿Te acuerdas?, comías después un rico sándwich de chorizo en el Merland y la abuela te reñía por que no almorzabas. Ahí en esos huecos chiquitos y oscuros, recuerdan el infierno verde, sus carreras de pulgas en la trinchera, sus secos con orín de cantimplora, cual si fuera yungueñito; una que otra patada le dan al nicho, renegando por las sonseras que hacen ahora en nombre del gas. A ti estas palabras como memorial, como homenaje, frente a la morada que hoy te guarda.
Bajando las gradas, en línea recta hacía el cuartel 40 una mujer de buzo y lentes de sol chinos perfuma el pasillo y empaña nichos con su tufo. Le paga a una señora para que rece a su muertito. Ella anda cortando los claveles, siempre fiel en lo práctico, no tiene tiempo para rituales y rezos. Viene, no sabe por qué, a reñirlo tal vez, desde que se fue le falta plata, a reñirlo porque le había dicho tantas veces que no chupe y no hizo caso. Paga con desprecio 1,50, recibe una letanía monótona de Padre Nuestro memorizado a medias y dos Ave María, matizados con rezos aymaras. Acullico en verso, manta gastada, piernas de alambre es una rezadora. Camina buscando deudos y repite monótonamente algo que no entiende a muertos que no siente. Son espectros del cementerio, diría alguno. Una más de las formas de subempleo, diría otro por ahí.
Caminando hacia la derecha, cerca del Mausoleo del Pacífico, se me acerca de la nada, piel tibia, mira con ojos de pasa y me extiende la mano, busco y tengo los bolsillos vacíos, le digo que disculpe. Me mira, sonrisa silente, sin dientes, vuelco a verla, ya no está. Es que la muerte tiene su lenguaje, sus emisarios y hay que saber entender sus señales.De pronto el silencio se tiñe de risas, de helados de canela y bebés sonrientes. Una madre con pantalón camuflado y look gótico, entre risas distrae a su wawa con su piercing en la lengua. El abuelo, parece militar, deja rosas en una tumba de cerca negra y pasto sintético. Lanza un grito de impotencia a su hija de 16, para que alce al nieto. Ella coquetea con los ojos al que escribe.
De vez en cuando es necesario darse un baño de muerte, que te muestre la fragilidad e incoherencia de estar en pie. Dicen que en las cárceles se reproducen las sociedades en miniatura, parece que en los cementerios es igual. Hay muertos de penthouse de mármol, otros de tumba perpetua, unos en tumba de alquiler con aviso de moroso, otros desalojados luego de tres advertencias. Sí, acá también se reproducen diferencias, también las flores de plástico están secas y para los que no acatan, igual la muerte mata; hay un crematorio, funciona miércoles y viernes a las 11.

La Prensa, 8 de Octubre, 2006 ....Día del Che

domingo, octubre 08, 2006

39 años


Carta de Julio Cortázar a Roberto Fernández Retamar sobre la muerte del Che

París, 29 de octubre de 1967

Roberto, Adelaida, mis muy queridos:

Anoche volví a París desde Argel. Solo ahora, en mi casa, soy capaz de escribirles coherentemente; allá, metido en un mundo donde sólo contaba el trabajo, dejé irse los días como en una pesadilla,comprando periódico tras periódico, sin querer convencerme, mirandoesas fotos que todos hemos mirado, leyendo los mismos cables y entrando hora a hora en la más dura de las aceptaciones. Entonces me llegó telefónicamente tu mensaje, Roberto, y entregué ese texto que debiste recibir y que vuelvo a enviarte aquí por si hay tiempo de que lo veas otra vez antes de que se imprima, pues sé lo que son los mecanismos del télex y lo que pasa con las palabras y las frases.
Quiero decirte esto: no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a producir lo que seespera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperadamente. La verdad es que la escritura, hoy y frente a esto,me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, dedisimulo casi, la sustitución de lo insustituible.
El Che ha muerto ya mí no me queda más que silencio, hasta quién sabe cuándo; si te envié este texto fue porque eras tú quien me lo pedía, y porque sécuánto querías al Che y lo que él significaba para ti. Aquí en Parísencontré un cable de Lisandro Otero pidiéndome ciento cincuentapalabras para Cuba. Así, ciento cincuenta palabras, como sin uno pudiera sacarse las palabras del bolsillo como monedas. No creo quepueda escribirlas, estoy vacío y seco, y caería en la retórica. Y eso no, sobre todo eso no. Lisandro me perdonará mi silencio, o lo entenderá mal, no me importa; en todo caso tu sabrás lo que siento.
Mira, allá en Argel, rodeado de imbéciles burócratas, en una oficinadonde se seguía con la rutina de siempre, me encerré una y otra vez en el baño para llorar; había que estar en un baño, comprendes, para estar solo, para poder desahogarse sin violar las sacrosantas reglasdel buen vivir en una organización internacional. Y todo esto que te cuento también me averguenza porque hablo de mí, la eterna primerapersona del singular, y en cambio me siento incapaz de decir nada de él. Me callo entonces. Recibiste, espero, el cable que te envié antesde tu mensaje. Era mi única manera de abrazarte, a ti y a Adelaida, atodos los amigos de la Casa. Y para ti también es esto, lo único quefui capaz de hacer en esas primeras horas, esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes para que estemos más juntos.

No nos vimos nunca pero no importaba.
Yo tuve un hermano
que iba por los montes mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz libre como el agua,
caminé de a ratos cerca de su sombra.

No nos vimos nunca pero no importaba,
mi hermano despierto mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome detrás de la noche su estrella elegida.

Ya nos escribiremos. Abraza mucho a Adelaida. Hasta siempre, Julio

Lei esta carta hace tiempo, cuando aún contaba con revolucionarios 19 años y salía a bloquear la Avenida Villazón, esa que no tenía nudo. Estudiaba sociología, creía con firmeza en los ideales de cambiar el mundo, como muchos de mi generación, que crecimos en dictadura y fuimos testigos de la lucha de los nuestros por conquistar la democracia. Hoy por hoy, los de 19 saben del CHE por que aparece en camisetas Benneton y los que tiene plata para una, no tienen idea de luchas por que nunca les costó nada, tuvieron todo dado por sus papis bien (bien ladrones). Aunque no tengo en mi despacho un trozo del muro de Berlin, como diría Sabina, sigo sosteniendo que el Che antepuso el romantico Quijote al práctico estratégico y de ahí su muerte. Mucho se puede debatir sobre el tema, sobre lo justo de empezar su guerrilla en un país que no lo reclamaba, todavía tenía esperanzas luego del 52; mucho sobre los bolivianos que murieron en Yancahuazu y ahora viven olvidados sin pensión, mucho sobre como quedo abandonado por el partido comunista de Bolivia, por el propio Fidel que luego lo alzó como bandera, mucho se debatirá a favor y en contra aún 39 años después, al final en sus últimos minutos Ernesto tenía razón "más valgo muerto que vivo" dijo y más allá de todo debate una cosa es incuestionable su coherencia.

viernes, octubre 06, 2006

en off

Tanta palabrita temblorosa aparece de golpe, pinta esta pared y me asusta. El teléfono apagado, ¿acaso no entiendes que no puedes apagar la memoria? ¿qué la sangre corriendo en su sangre no se lava con actos de culebra y cabeza de avestruz?
Tanta palabrita temblorosa me hace cosquillas y me recuerda el por qué de esta lucha, tanta palabrita y el telefono que no responde...

jueves, octubre 05, 2006

Rayas


Stephie:
Este es un chistosito con cachetes y nariz de payasito como tú, tiene lentes y ojos graaandes, es para tí ¿¿ya??
Gracias hijita
Stephie: De nada conejito, ahora voy a dibujar una princesita de papi como yo ¿¿¿ ya???
(Stephie Septiembre, 2006) Tarde de paz a tu lado
Para tí estas líneas pequeñita:
Stephie pinta una raya con sus crayones y quiso ver
Y vio cuanto quiso y luego pinto más rayas en la pared
Stephie pinta una casa con una fuente y se fue a beber
Y el agua eran muchas rayas de un sol de rayas en el papel
Y vio una serpiente durmiendo a un dragón
Y vio mil ciudades en su corazón
Y vio una jirafa cayendo en la red
Del oso de azúcar y un río de pie
Stephie pintó la lluvia lloviendo lenta sobre el papel
Y vio cuanto quiso y luego pintó más lluvias en la pared
Stephie pinta la lluvia con cuatro rayas color de flan
Y luego pinta tambores con otras rayas y mucho más
Y vio una muchacha bailando en el marLos ojos bañados de profundidad
Y vio una sonrisa de musgo y color
Y un liquen que nace de su corazón
Cuando quieras ver veras todo lo que imaginaste
Cuando quieras ver veras todo aquello que soñaste
Stephie pintó una raya sobre la raya que otro pintó
Y dijo que era una foca bailando al ritmo de una ilusión
Y vio a Blanca nieves morena de piel
Y el bosque encantado y la abeja en la miel
Las cosas que hemos vivido ya nunca fueron mas lo que son
Las cosas son como rayas y cada uno vio lo que vio
Cuanto quieras ver veras todo lo que imaginaste
Cuanto quieras ver veras todo aquello que soñaste


(Basado en Rayas de Pedro Guerra)

Luna llena en las rocas


Después de Diablo guardían, Xavier Velasco nos entrega este viaje por tugurios de focos rojos, esos que tanto nos inquietan y embrujan. A esperar que los amigos de Santillana se dignen a traerlo en un precio accesible o conformarse con la edición pirata de El Prado, que en un país con impuestos estupidamente caros a los libros, sin duda democratiza la lectura. Mientras tanto un comentario y un extracto del prologo del libro.
Salir de noche y no mirar la luna es como dar el cuerpo sin el alma. Pero exponerse a ella, y a sabiendas retarla, como se desafía el purgatorio por causa de Amor, es firmar la liberación de nuestros lobos y aceptar la metamorfosis consecuente: nos crecerán colmillos, garras, pelos, y a fuerza de codearnos con las fieras aullaremos más lejos, gruñiremos más hondo, jadearemos más quedo. Y después, cuando el terco reptar por los pantanos consiga consagrar nuestro plumaje, cruzada la frontera donde el mismo Luzbel nos será diferente, descubriremos sin asombro casí, que en la taquilla no hay boleto de regreso (Xavier Velasco, extracto de la novela Luna llena en las rocas).

«No pretendo mirar lo nunca visto, sino quizás, con suerte, lo siempre imaginado.»Este libro tiene que ver con la buena vida. Por eso, con frecuencia, el narrador nos lleva a sitios de mala muerte. ¿Quién no encuentra la plenitud allí donde se hornean los antojos, se mima la inconsciencia colectiva y el placer hace trizas al deber?

En ésta, su versión recargada y final del safari nocturno Luna llena en las rocas, Xavier Velasco encarna a un narrador festivo y caradura, decidido a llevar la juerga hasta sus últimas palabras por bares, puticlubes e infiernillos afines. No quiere ser testigo, sino cómplice.

Este libro es la huella literaria de un morbo con licencia, prisa y causa. Es la persecución romántica del peligro, la congestión de elíxires, la conjura de lunas. La lujuriante oferta de saltar al vacío y entender cada oficio, vicio y maleficio con azoro infantil y premura adolescente: los ingredientes básicos de la aventura.¿Mala muerte? A otra zorra con ese mink. Salud por la buena vida.

miércoles, octubre 04, 2006

Oh Melancolía señora del tiempo........

Hablar de mi así de frente, es algo que no suelo hacer muy a menudo salir del papel del cronista, de la ficción de mis personajes y presentarme con la cara lavada y los ojos rojos no es algo muy cotidiano, sin embargo me dio ganas de hacerlo.

Acá estoy escuchando a Silvio, con eso de “Cómo sabrá la cerveza que el sepulturero se beberá cuando acabe de darme abrigo” y me pregunto por mi fecha de vencimiento y reconozco que mi fe a tenido serios deterioros el último tiempo y por más que trato sólo imagino una nada absurda al otro lado, en todo caso tarde o temprano me enteraré si la película que me contaban los curas era cierta, si hay algo mágico y celestial mejor a lo mundano de esta tierra que me demuestre que valió la pena chuparse tanta mierda, tanto dolor, tanta incoherencia, tanta injusticia; o tal vez los hinduistas tenían razón y acabe reencarnandome en rata.

Hoy es uno de esos días en los que el vacío me está comiendo, en que extraño a mi hija que vive a mil kilómetros de distancia, en que no quiero llegar a dormir con mis fantasmas, en que me resisto a estar acompañado y a la vez detesto esta melancolía cotidiana, este silencio de autoexilio.
Hoy confieso que necesito un buen trago, un buen cigarro, unas manos tibias en mis manos, unos cabellos largos desparramados por mi pecho, unos píes fríos enredados en mis piernas. Hoy reconozco mis adicciones y que pasar diecinueve días sobrio me resulta definitivamente insoportable.
Hoy acepto que no sé como tratar a la gente, que no soporto vivir conmigo mismo y que estoy terriblemente cansado de esta rutina, de este repetir mil veces el mismo día, que tengo ganas de mandar todo al carajo, agarrar mi mochila e irme, por último estoy harto de estos ojos rojos.
Al final no se el porqué de esta pausa, son las cuatro de la tarde tengo un kilo de cosas que hacer en la oficina y debería estar produciendo para justificar el sueldo y eso que se supone que el miercoles siempre fué mi día más productivo.
En fin, volveré al trabajo, más tarde iré al teatro y haré una pausa con una tragedia griega versión actualizada, espero que valga la pena el viaje; luego iré a ver a la Liz al Cambrinus, dice que cantará algo de trova. De momento sigo evadiendo el trabajo y este Silvio que insiste con eso de “Sobre tu cuello de porcelana yo me tendiera paloma mía”. Que ganas de volver el tiempo, de gozar de esas tertulias, de esas guitarreadas, que ganas de besar tus labios que ya están muertos.
En fin, hoy hice una pausa, hoy no es un buen día, hoy sólo quería contarles que es urgente volver a vivir.

lunes, octubre 02, 2006

Por la carretera....


Parto, en la ironía de no verte, con ojos de montaña, con dedos de llaga
Parto y tu voz de ecos rojos me hace zancadilla, me devuelve a la humedad del pasto seco
Me estoy gastando en esta huida, en la angustia del encuentro que no llega.

Parto, en el silencio vigilia de mil dagas, en tu temblor frágil, en mi sangrar duro
Parto, púpilas de sal, mirada de roble, algodón esteril a tus gritos
Me estoy gastando en despedidas, en horas alineadas.
Parto y el conteo mudo, 720 líneas y el retorno

domingo, octubre 01, 2006

Desayuno

El quería llevarla a desayunar o más bien poner mantequilla en su espalda a las 7 am.
Ella quería caminar. Un taxi fue la respuesta, el refugio de cortejo y besos.
Luego el rin, rin, en su teléfono y el motor de un micro ensordeciendo los celos.

viernes, septiembre 29, 2006

Retirada

De noche entenderás,
el olor de este suspiro de tarde,
el largo eco de silencios
y vendrás

domingo, septiembre 24, 2006

Crónicas de a Pie (Cementerio I)

Dios está sanando enfermos, reza el pasacalles en la puerta del Cine Roby, otrora Superman iluminaba el ecran, ahora “Supermamadas” da luces, dizque divinas a la audiencia adolorida de la Garita. Viagra criollo, caldito de cardán se ofrece en la esquina de enfrente. Es domingo de cementerio, subiendo la calle te envuelve el olor a nardos, orín y lágrimas. Es domingo, hija, hay que bañar los latidos en pecho bolivarista con un baño de muerte y decir como diría el de la radio: “No somos nada, hermano, no somos nada”.
El Rey inválido encabeza la comparsa, fraternidad “Jolkas del Tejar”. Un niño empuja el cuerpo regordete en silla de ruedas. El gordito chaposo, ansioso da instrucciones. ¡Dale, dale!, grita con terno café, banda blanca y bordes de oro. “Organizador 2006”, dice. Tonguito blanco con aguayo se equilibra en cabeza redonda. El niño viste de color naranja y abarcas Kichute empuja con fuerzas el espaldar rojo para que no le pisen los talones los bailarines de la fraternidad. Dos señoras gorditas en bamboleos anestesiados, cinco chicas con varias trencitas en cabello rojizo. Última fila a la izquierda, terno azul y bastón de metal en pierna rígida, mueve el cuerpo al ritmo de tinku, con aires de llamerada: ¡Apure don Wálter!, le gritan. Los aguateros con camisa blanca esperan media cuadra más abajo. Tienen basurero verde y grande, adaptado para tal efecto con bolsa nylon tapa contenido. Gigante vaso de cóctel para calmar la sed de los bailantes.
Hortalizas, aceitunas y ají colorado ordenados aplauden, con tallos y pepas, la comparsa que desciende y hace un alto en la puerta del Cementerio. Nylon azul ampliamente desplegado, sirve de gradería para este público silencioso. Las bailarinas cadenciosas mueven las trenzas y desde el palco la cordillera les manda su viento “calma sudores”. De rato en rato un nardo, un clavel. Lanzan un pétalo como estornudo a los pies de la “Organizadora 2006” que lleva el estandarte con la Virgen. La banda, sobriamente vestida de negro, encandila con tubas doradas a los minibuses y por momentos los trompetistas se tropiezan y buscan al aguatero para un seco.
La chica de buzo celeste y encías rosadas me empuja y ch’alla mi libreta con mokochinchi. Hasta la muerte te seguiré, así me ha dicho, cuenta riendo a su amiga. Dicen que por estos lugares la muerte respira aire de cloacas, viento matizado con claveles blancos, por mi parte respiro vidas de domingo intensas a la salida del Cementerio. Paradoja ésta que recuerda eso de que hay que vivir con el pasado por delante. El futuro no me interesa, es incierto, con estos ojos miro lo que he sido. Del pasado vengo y lo miro para que me acuerde lo que debo ser.
Mi filosofada aymara cesa, vuelve el color que tiene la muerte en cada vida que camina; la comparsa se ha ido, cruzo la calle. En el muro del Cementerio hay un letrero que dice: Prohibido vendedores. A dos pasos a la derecha, una carpa de nylon azul tiene otro letrero: Consulte su maestro consejero y rezador, atiende, suerte, para amor, salud, trabajo, viajes, otros. Puesto No 7. Me acerco y miro. El “maestro rezador” no mira, se mece, en un silencio interno que da miedo escuchar. La muerte por acá tiene sus señales, rostros en oscuros y lejanos vientos. Surcos de tierra labrada a golpes es su cara, marcas de viruela y sólo un ojo entreabierto. No me ve, sus pies como “llauchas” se mueven en medias gruesas celestes; su pecho está rodeado con dos rosarios y un crucifijo dorado de esos de obispo. Repite letanías que ni recuerda, credos emulando el tono cantado de algún cura franciscano y el saber de sus achachilas. Está ahí, en su silencio, con la serenidad que calienta su nylon. Espera, cuenta cuencas, acullica. Alguien entra, la cortina cae, un heladero me empuja y pide permiso.

La Prensa, Domingo 24 de Septiembre...

viernes, septiembre 22, 2006

Memoríasde un Croto (Primaveral)

¿Te acuerdas? ¿Cómo jugábamos a sentir el frío en los cuerpos?, tu con los pies congelados como raspadillo, yo con ese calor insoportable en las manos. El tema era entibiar tus plantas o enfriar mis palmas, dependía de la perspectiva, del lugar, del aroma de la noche. Te gustaba jugar a la morgue, así como de niño juegas a la cueva y te tapas con un edredón oscuro para que el monstruo no te toque, te quedabas inmóvil esperando que te muerda cada esquina.
Si, te gustaba, el juego ese de ponerte rígida y desnuda encima la cama, como una tabla, decías que el efecto era mejor luego de la ducha y con la piel toda erizada, anticipabas esta tu imagen ideal de la muerte en el río. Luego, ahí pálida pedías que te coma a besos, que tape tus poros con el calor medio rosáceo de mi abdomen.
Me acuerdo flaca, de tus pataletas, de tu histeria en el suelo, de la bronca que te daba, cuando sólo te miraba en silencio, en el pesado desprecio de cerrar la puerta y dejarte llorando en mitad de la sala. Es difícil olvidarte, ahí en ese torbellino de emociones inflando tus ojos saltones de furia, esos capaces de jugar a la mirada de Gizmo y en dos segundos botar fuego en mi vientre o llorar miel de madrugada.
Me acuerdo que me gustabas serena, indefensa, dócil. Las madrugadas eras vulnerable, dejabas que tus defensas caigan, y lanzabas esos cursis te amo como ronroneo, mientras yo jugaba a contar los vellos de tu espalda, esos de tu sangre morena. Tantas veces pensé en que pasaría si te lanzaría un vaso de agua en una de tus rabietas, ¿me perseguirías por la casa, cómo en esas reconciliaciones, o ¿acabaríamos a los mordiscos y arañazos?, sintiendo el dolor ese que produce el sexo de lija.
Si flaca, pensé en eso, también en partirte a patadas, pero sabes que mi naturaleza sólo permitía destruir a tu niña mala con caricias de lengua, esas que bebían tu frío de raspadillo y barnizaban cada poro tuyo con mi noche. Flaca, no sabía nada de ti aquella noche que respondiste a mi beso con una patada y no dejaste que mordiera el tatuaje falso. No sabía nada y hoy te entiendo, sólo querías el anonimato.
Ayer me enteré flaca, te encontraron, dicen que salías con un abogado, de esos de bufete de muebles de roble y floreros con nardos made in china. Te vieron, en el boliche ese para secres de la 20 de Octubre, saliste mordiéndole la corbata a mierdazos, como solías hacer cuando querías mi plata para tu tatuaje permanente de cejas que me pedías cada navidad y yo ahí fiel a la caja de Mackintosh.
Si flaca, ¿te acuerdas? Tu manía con jugar al muerto, y eso de que te guardé en una urna de plata en la sala cuando mueras. Te dejé hace tiempo, entenderás ahora que es absurdo hacerte un homenaje de ese tipo, además me gusta verte ahí toda muda más que en una urna. Debo confesar sin embargo que esos puntos lila no combinan con tu mejilla y tus labios aunque pálidos siguen dando hambre.
Si flaca, ya me contaste anoche cómo te torció el pescuezo y te fue exprimiendo como tallo de rosa primaveral. No le importaron tus espinas, esas pincha risas de las que me escapaba. Se quedó con tu mirada orgásmica, gran error yo solía esconderla con mis manos en tus labios. Me dijiste que por fin entendiste eso de que las miradas congeladas forman espasmos, cuando la viste lo supiste.Estabas jugando a la ducha, al juego del cuerpo de la morgue y el abogado no entendía, además tenía las palmas secas, más frías que el raspadillo de tus plantas, no entendía nuestros juegos. Dio la vuelta flaca, ese talvez fue el error, yo no lo hubiera hecho o quien sabe, tal vez me hubiera lanzado por la ventana para evitar conflictos.
No le gusto la mirada congelada en tus ojos, es que era la titular, una gorda con poco charmé. Me contaste que se lanzó a reír sobre tus piernas, con el típico recurso de las uñas en el pescuezo. Ël, se quedó con el pis mojando sus calzones de esperma angustiado, dentro del ropero, eligiendo su corbata para la audiencia del lunes. Tu flaca, ahí pómulo hundido en puñete de empanada, dormiste.
Te debía haber dicho, los abogados odian las urnas, no les gusta el gris de una presencia todos los días en sus pensamientos. Prefieren el anonimato para el romance, si te lo había dicho tantas veces, pero preferiste tu terquedad de quedarse en eso de que no eres sumisa, en la pulseta de genero en un país machista. Ya ves, yo tiré la puerta ese día y tú preferiste ser la sin nombre en la vida de un mediocre.
Para ser honesto, creo que hubiera preferido un final con raticida, era más coherente con tu personalidad convulsa, pero no, terca como siempre preferiste la escena patética del gordo infiel y su mujer arañándote los pechos. Si flaca, anoche me acorde de ti, de cómo te dejé en el anonimato y como querías seguir jugando nuestro juego. Escucharás risas, ya verás y tocarán de nuevo tu piel, esta vez de lija y en algún lado, así llena de cosquillitas, verás como alguien se emociona y tu, coqueta como siempre, te quedarás abrazando su mandil blanco, sin importarte las manchas de salteña goteando sobre tu panza abierta.