domingo, abril 30, 2006

Crónicas de a pie (Identidad Reclamada)

10.30 llego al lugar y me invade una dosis de buen humor sazonada con saice. El sargento Guarachi me dice que tengo que recoger ficha y que me apure. Llego a una fila de casi trescientas personas que avanza veinte centímetros por minuto, tengo para largo en el sol y no queda más que sacarle el jugo a esta experiencia caótica.
Lo miro al Sgto. Guarachi y, a modo de tomar con humor el momento, le digo si tendrá un juguito para la espera; me responde con el humor típico de verde olivo: “Pedile al Evo, él te va a traer tu refresco de q’isa”.
Cuando empecé era el último, ahora hay cuarenta detrás mío. Siguiendo con la vista la serpiente, me detengo en la de piel canela y falda escocesa, tiene un tatuaje de algo como una virgen en el tobillo. Espera, buscando mensajes encriptados en la espalda de un hombre de chompa de lana, eso de la chompita en calor ya venía antes del Evo.
Ya somos más de trescientos, el grito es claro: “¡Los que llegaron tarde ya no hay fichas!”; es difícil definir el patrón de puntualidad de este sitio. “¡No se cuelen!, Che, rápido están avanzando”, dice el chango con melena a lo Jhony de Chuquiago.
No entiendo las curvas de la fila, la señora de atrás me dice: “Fácil, como gusanito da vueltas”; se toca la frente sudada y recalca: “Bastantísimo ya estamos aquí, che”.Todos quieren C.I., algunos el nuevo, otros ser ciudadanos. Los que queremos cerrar un ciclo y viejas broncas plantoneados al sol, tomamos este acto con el mayor civismo y respeto, como una purga silenciosa que borrará el pasado.
Faltan cuarenta y cinco personas, el olor a rancho llega con suave brisa, algunos tienen sombrilla, otros fólderes, los más chompas, estoy a diez personas de la sombra ansiada. Tres chicas hablan, entre risas, que es necesario nomás el C.I. “Hay que ser como la ‘Paragua’ que fumó a los mozos y se fue”, ríen y esperan el trámite para trabajar seguras, eso sí, el C.I. bien guardado en casa, nada de llevarlo al boliche.
13.26, la ansiada ficha está en mis manos. El cabo resuelve arbitrariamente cortar la fila en la cholita de amarillo y los otros cincuenta que quedan fuera protestan.
13.45, el cambio era sólo para la tele, esto sigue igualito, la distribución por mesas se hace con el eficiente método de los palitos en hojita reciclada. Me toca la W, letra nada cabalística ni mágica, vuelvo a empezar otra fila, luego de un laberinto de gente llego a la mesa.
Hay cuatro televisores nuevos en las paredes y saya en los parlantes, pocas sillas, pocos empleados. No puedes moverte, en cualquier momento puedes ser llamado.
Llego y me entero de que me llamo Raúl, vano el intento de explicarle que mi nombre empieza con P y que así está en mi anterior C.I., en títulos y demás. El cabo me grita: “¡No es mi problema, es de archivo; vaya, traiga copia!”.
Ya en el archivo, escucho cómo con paciencia un sargento le explica a una señora que no existe y que eso es común, sobre todo si eres de provincia. Le cuenta que en los años ochenta se fregó el aparato de microfilm. Mientras miro a la señora inexistente, pregunto al cabo: “¿Qué pasa si lanzo un pucho encendido a la pila de papeles, borro a toda la ciudad?”.
lego triunfante a la mesa W, con mi certificado de nacimiento con P de “papaya”, P de “paciencia” y se lo muestro al cabo, me saca foto con su camarita digital, veo que esto había estado mejor. 14.25, consigo el ansiado C.I. chiquito, cierro el círculo del pasado, sólo falta el plastiquito, espero sonriente y a cambio me dan una ficha. “En veinticuatro horas vuelva, ¡Gómez, pase!”, como despedida. Habrá que volver, falta todavía una cola, más bien que esto ahora es moderno.

La Prensa, 30/04/06

jueves, abril 27, 2006

Tenso


Golpeteos silentes perforan mi osamenta
dardos de silencio exprimen cervicales
tensas telarañas nublan la estrategia
Llegan, mil hormigas y se expanden
Como orugas negras por el músculo
Trepan, reptan, exprimen y asfixian
En sueños tensos, caen por la sabana
Ríen huecas, en encorvada impaciencia
Ruedan por el piso, dejando rastros de baba

Golpeteos secos de teclas las convocan
escupen la serena convicción de la parca
Dejando la seda falsa de su angustia,
Levantan vuelo, embriagadas de tinta

Vomitadas están, en acordes elásticos
arrancando tendones en la huida
Mariposas negras son ahora,
Tensiones muertas en palabras

miércoles, abril 26, 2006

Antes era más fácil jugar

Antes era más fácil, hoy no me da la gana de bajar a jugar al héroe, menos de quitarme este estúpido traje en público, pero quiero hacer pis, ya no aguanto la posición de gargola en esta fría columna. Tengo ganas de tomar un trago y dormir con alguna simple anti heroe.

sábado, abril 22, 2006

Anoche

Anoche me he acordado, así suavito, en silencio de luna mordida, de tu risa así de changuita, de tus sacadas de lengua en las peleas y el ají que ponias a tus gritos, esos con los que pinchabas mis silencios. Te he visto, guiñando el ojo, detrás de la cruz del sur, con tus pies fríos, tus labios de ventosa en mi oreja y tus manos de raspadillo urgando mis piernas.
En ese cerro grande y con barranco negro te he pensado, con humo en los pulmones y el corazón ahumado, así suavito en el pasto, acariciando la humedad en mi espalda, una lagrimita ha salido y te he mirado, ahí en esa cama a cuadros, abandonada y me he acordado que tu lunar está en el lado izquierdo.

miércoles, abril 19, 2006

Vinagre Tinto (De memorias de un croto)

No tiene caso, el vino sí no se bebe muere, eso pasó con la botella, aquella de tinto, que esperó su retorno. Me pregunto sí habrá sido el hecho de colgarme de la ceguera de sus ojos, perforando mis labios, o talvez la forma en que su perfume jugaba con mi cuerpo, o quien sabe esa cortaziana forma de arrastrar las eres al hablar, no lo sé, el caso que algo me llevó a beber hasta la última gota de su copa aquella noche. Ignorando deliberadamente sus advertencias, el presagio de que no era buena idea, beber de su copa por que acabaría conociendo sus secretos.
Torpe en la insistencia, seguí acariciando su cuerpo con palabras y bebí los restos de su tinto, en la imaginería de que su brebaje me llevaría a desnudar su piel, a sentir en cada rincón oculto de su espalda, sus pensamientos, esos que por vanidad atribuí insulsamente a mi persona. Ese inevitable sentido referencial, me hizo creer que luego, en el silencio, en su ausencia, mirando el ojo triste que dibujó su pulso en un papel amarillo, empezaría a escucharla, a descifrar el golpetear de sus latidos en mi pecho y creería, si creería que su imagen estaba viva o mejor aún, que en su silencio, en su ventana muda, ella caminaría ahora en mi presencia, respirando con ansias mi fantasma de palabras.
Veamos, ¿quién te dijo, quién puso en tu patética poesía la idea de que sus secretos tenían nombre y apellido y más aún el tuyo?. La verdad, que mientras miro tu grotesca sombra chorreada en el sillón, tus manos temblando liando el cigarrillo, pienso, ¿en qué viejo puente dejaste la cordura?, ¿éra en ese lugar verde al que tanto hiciste referencia en tu prosa tartamuda, o en el portón del templo donde tus sombras bailaron con el viento? ¿dónde?.
Viejo, recordá tu pluma debe ser dulce pero tan bien tener el filo frío y seco del acero, sí la memoria aún te falla, entonces date un baño de carne, de esos que no conocen de surrealismo que no entienden de cuartetos y endecasilabos y revolcate, en una piel sin métrica, con gritos y luego, pragmáticamente viva, mirala y dile chau.
No viejo, no seás tan gil, ¿acáso no entendiste?, sus secretos eran claros, solamente necesitaba un bálsamo, de esos de palabras, un mentisan de poesía que acaricie las articulaciones de su ego, sus nostalgias y sus miedos en esta ciudad negra, ¿acáso no te diste cuenta?, ¿qué sólo esperaba cada beso tuyo en el aire, cada forma absurda en que limpiabas los adoquines a su paso?.
Pero no, tuviste que seguir en la constancia improductiva, en la actitud ineficiente del cortejo de empleado público. Métale a decirle sin decir, a dar mil rodeos para luego soltar algo así como, tus ojos son de almendra ¿y ella? lógico, serena, con uno que otro guiño silencioso en los labios cada vez que decias algo, que te mostrabas absurdamente evidente. Era fácil intuir que en las líneas tan delgadas de su piel, en sus huesos de marfil, permanecería en pie con el taco aguja clavado a la realidad, pero eso sí jugando con el aroma, con la sonrisa, con las preguntas como dardos a tus ojos, con miradas de clavo taladrando tus articulaciones de flan.
Estuvo ahí sin estarlo, con la piel de mármol, pintada de lunares, mirándote con la confianza que le daba sentirse impermeable a tu lado, lanzandote aquello de, Lo bueno de estar contigo es que no tenés estrategia, ¡ja! ¿y tu? ahí boludo, pensando que estabas escribiendo un cuento o peor aún, jugando al guión, a la botellita vieja en la arena, replicando, luego de inflarte los pulmones de alquitrán, Mi estrategia es no tener ninguna.
¿Qué querías?, ¿qué te parta la espalda a arañazos?, ¿Qué te lleve al cerro y vuele contigo?, no viejo, si tu sabias la respuesta era clara, iba a mirar el reloj. No tiene caso, te lo dije, hay veces que las palabras hacen puerto y otras son como ambientador en los poros, dejan ese aromita dulzón que en cinco minutos muere, pero no entendiste, seguiste en la rutina de escarbar en la arena, de creer que tus palabras sin norte valdrían la pena, para mojarse en sus aguas saladas, para caminar descalzo por su espalda de playa.
Eso de conocer sus secretos, no tenía nada que ver contigo, en todo caso, era sólo un cliché, algo que se dice y ya está, un último dejo de seducción que se deja tirado en la silla para que luego busqués más pistas suyas por la casa y construyás castillitos de plastilina en la noche, intuyendo falsas pistas, interpretando cada acto motriz que dejó en la huida.
Te lo dije, iban a bastar sólo unos días para que tu poesía se fuera disolviendo y su imagen se ahogue en los restos del tinto, mientras la botella respiraba, a bocanadas, el aire melancólico de tus paredes. Recordá el corcho no sirve para mantener intactos los fantasmas, los muertos no tienen más charme con el tiempo, saben mal, se pudren, ¿lo entendés?, las palabras no crean romances inmortales, peor aún sí sólo van de ida.
Pese a todo, te mantuviste ahí, escuchando su ausencia en la pantalla, en el recuerdo de su pulso tibio, en un dibujo, en las ganas de que tu juego improductivo de palabras, por lo menos hubiera hecho temblar sus parpados, le hubiera sacado algún medio suspiro con tu nombre. Que miserablemente gil, sí parecés un ratón de esos de laboratorio, esperando la bolita de harina seca que nunca llega.
Mirá, la alfombra es dura con ella o sin ella, Nina Simone, esta muerta, dos gotas de saliva suya en la copa, con el tiempo, sólo joden el vidrio, no hacen secretos, son saliva y punto.
En fin, al final era sólo cuestión de tiempo, ¿lo entendés ahora? las palabras sin piel no hacen recuerdo. Se necesita sudar los poros con carne, de esa que no piensa, que no teoriza, que tiene estrategia clara y no las pajas esas de, tu savia en mi vino, tu cuerpo en mis palabras.
Te lo dije, era cuestión de tiempo, el vino guardado, tarde o temprano se convierte en vinagre.

lunes, abril 17, 2006

Crónicas de a Pie (La Botica)

Si pasa de todo en esta ciudad, me comenta Don Raúl en el mostrador de su vieja botica. Es cuestión de mirar el entorno así con cicatrices, con espectros y fantasmas, le replico. Llegué de tiempo a aquel rincón de San Pedro, cerca de la plaza donde colgaban a los rateros de antes y más de un miliciano se libró de ser péndulo en el viejo sauce.
La charla transcurre, detrás de aquel frío mostrador, frente al viejo cine, aquel al que llegábamos con el corazón a tropezones a ver Emmanuel en matiné, para luego bajar a la 6 de Agosto, a comer una de esas burguers de nervios, menudencias y pan duro, pero eso sí, con harta mayonesa y llajwa. El lugar, hoy por hoy, no parece las ruinas de “Cinema Paradiso”, ni mucho menos, simplemente una casa vieja de puerta café.
Vivo desde siempre en este barrio y conozco bien a mis chicas y mis changos, a mis perros que mean la puerta en señal de buen augurio, me dice Don Raúl mientras miro los restos de mi adolescencia en esa vieja puerta. Desde un asiento de mimbre, pienso en las vidas que ruedan esta calle y caen a la plaza de San Pedro. Ya verás cómo despiertan —me manifiesta— así de a poquito mis hijos bajarán como cuenta gotas a comprarme antes de vivir su noche.
Me quedo en la esquina, fumando un L & M; la noche se pinta húmeda. Y eso que es otoño, pienso. Entonces aparecen: primero sus pichochas, de falda rosa y melena amarilla en tez ocre, y entre piropos y risas compran lubricante y analgésicos; luego, llega la Francesca, con piernas bien afeitadas y músculos de futbolista dentro de medias dobles, quien, con la barba bien planchada en maizena, llega a pedir un pinchazo de penicilina. Don Enrique, entra triunfal como cada viernes, con ese aroma a vainilla, gomina y cejas peinadas hacia arriba, y pide su pastillita azul. Hoy es pues viernes. declara sonriente e inflando la pañoleta de seda. Posteriormente, dos quinceañeros ansiosos, de esos que mirando al suelo balbucean un tímido Pantera, y que se van con sonrisa de misión cumplida con dos preservativos por nuca en la billetera.
Ya tarde, pasan por ahí el Lucas y sus cuates, cantando bailecitos, peleando con los chapis y las gradas. Entran a la farmacia, se mojan el púrpura de los labios, y con esa falsa sobriedad y locuacidad de abogado piden dos frascos de esos de a luca y dos sobres de antigripal, sabor naranja. Es para curarse el resfrío, cuentan, y Don Raúl sólo mira. Mañana venderé más Digestan que Pantera, me dice el botiquero, dando un sorbo suave a su mate y con aires houdinescos.
Siento que su corazón ya bombea lento y me quedo cristalizado en la pared del cine, en el aroma a zaguán de estas calles. El árbol de la plaza bebe paciente del grifo de dos perros, mientras el viento y el aire paceño me traen las risas de aquellos que curarán malestares en alcohol Vita.

(La Prensa, 16 de Abril, 2006)

domingo, abril 16, 2006

Las intermitencias de la muerte

...Sin muerte no hay resurección y sin resurección no hay iglesia"..(José Saramago, Las Intermitencias de la Muerte, 2006)

viernes, abril 14, 2006

Viernes

El eco de su risa ha muerto, el tacto de su piel es viento seco
No queda nada, ni la mirada que alumbro el pasado, ni sus pasos tibios por la sala
Hoy en viernes, sólo grita la certeza de su muerte,
el silencio que evoca su presencia inmensa y redentora
Hoy callar es necesario, para que la palabra del padre hable por tu boca
Hoy, como diría el poeta, habrá que darse un baño de muerte.

lunes, abril 10, 2006

Kañuma (Cadaver Exquisito)



Tarde, con sol paceño en el cuerpo, con el corazón en papel, pintado de carbón, con las manos jugando a seducir pulseritas afganas. Los cuatro alrededor de un mesón de mármol, con aquel ventanal mostrando la postal paceña a nuestros ojos, con ese Illimani desplomándose en sus pupilas, con esa inmensidad que acoge e invita a mirar la ciudad.
sie, en su permanencia en esta tierra de ropa cara y kitsch, de marraqueta perfecta en desayuno. Fiel en el calor de la leña, la de Kañuma, la de Just Like Heaven. Ahi en sus nostalgias germanas cada vez más tibias, en el eco pálido del ayer, cediendo espacio a su presente paceño. En la certeza del amor dado, de su sangre bebiendo el mestizaje de poros, de sus sueños con aquel del norte de la altura.
Elle acariciando a Bela, en el refugio del carbón en la libreta, con su risa que vuela entre el café y el viento. Inevitable hoy en mi pluma, con la espalda acariciando la silla, con el corazón en grietas miel, por otras pieles, otros tactos; ya lejanos, ya cercanos.
Habla sin hablar con la palabra que flota, con el fondo vedado, en esa conexión intermitente y cierta. Sus pupilas miran desde la Burka de su alma, al lugar, a nosotros, a mi inconsciente forma de pintarla en poesía y de pronto vuela, como el poema aquel de C´est Amour, con exacta certeza, con cansancio de aquello no dado, no deseado, no sangrado.
El, en sus silencios, en su forma de oruga en los labios de su musa, en su exacta contundencia ante su presencia clara. Poniendo el punto sobre las letras, el pulso en las notas, la serena paciencia en la cerveza. En la forma de precipitarse en el vacío de montañas, en la invitación constante al baño de pueblo, para luego volver y ser mundo, letras filosas de sierpe ácida.
Yo, recurrente en la palabra no dicha, en las imagenes tatuando mis poros, en ese ensayo de fotografiar instantes con pulso roto, con la izquierda temblorosa, con la piel en deliberada evidencia, con el pecho abierto rondando su ángel con versos.

Ahí, con el aire dado, surge entonces la idea de un cadáver exquisito, la invitación a pintar un papel con el corazón en guardia baja, con los dolores que no se dicen, con las imágenes que se extrañan, con la vanalidad de las resistencias.
Empezar entonces, en papel corriente, luego de respiros, sorbos de cerveza, llamadas de teléfono inaudibles que te vuelven a la realidad. La leña lista, el alcohol tibio, la noche en manto roto y la pluma colectiva pinta con prisa estas palabras:

Sal de viento en tus ojos, sabor a pupilas de fuego,
bebiendo la espuma de mi línea muda en trazos.
La esfera tenue nos baña, se precipita por nuestra piel
Quella sua faccia di bambina,
che non gli e lo detto mai,
ma io diventaro mato
Y bajo del piso hay una voz que me escucha….siempre
Es el instante, este congelado, en tu tibieza de sangre
el intacto corte, el filo de mis palabras en tu risa
es la memoria negra que hoy te nombra
Pero en silencio, ese silencio tan nuestro,
ese silencio que aturde y duele…..
…Y algunas veces dices nada
y siento que me asustas por tu belleza secreta

Lou Reed, como epílogo, cerrando el acto, reptando por su cuerpo, la Velvet Underground, en posesivo fuego en sus sandalias vino, el ventanal en destellos de noche, en estrellitas de papel en los cerros, en fueguitos temblorosos de vida y otros tiempos. El viento, los baches, conejos toreando el auto verde, sus ganas de ser viento, mis ganas de gritar, sus ganas de llorar, mis ganas de ser consuelo...

miércoles, abril 05, 2006

Polvo


En la memoria cruda guardare tu pulso
temblando en cada resto de sangre,
celebrando el memorial de no verte
en la memoria negra, dejaré el polvo

Tu nombre será paz de olvido
mi imagen solo el tallo de tu canto
celebraré entonces cada muerte
perforando en pie cada silencio

En la memoria cruda guardaré el acto
rescatando del olvido tu prudencia
seré perfume seco de tu arcilla
en la memoria negra, romperé mis uñas

martes, abril 04, 2006

De perros y gatos


Este temblor de miradas,
Esta simpleza en el rostro
Esta ansiedad de pupilas

Este buscarme en tus labios
Esta caricia vedada
Esta sonrisa tan tibia

Esta historia sin nombre
Este mirarte en ceguera
Este tocarte sin piel

Esto que no empieza
Esto que no es nada
Este Abril que hoy me rompe

sábado, abril 01, 2006

San Francisco Negro

El retablo del templo se baña de luces, la ciudad empieza a hablar. Soy un fantasma de capa naranja, caminando por las calles de piedra, con coca verde perforando papilas y tabaco negro en los pulmones. Camino sin intención aparente estas calles, en un silencio que permite beberlas, en un respetuoso verso de espuma, a estas paredes con grietas emulando orejas, a estas vidas curtiendo esperanzas.
Este lugar es el centro donde confluye la magia, donde mercaderes juegan con pomadas cura pobreza, en unguentos calma prostata y demonios.
Camino en cansina espera entre risas de asia, ojos azules, gritos hebreos y guiris en aguayo. Me detiene el lente, ese de camarita Canon, en el rostro de tierra de la abuela muda, ella no habla solo muerde con rabia y encia de hueso el verde accullicu, convocando a sus muertos, conjurando la ofensa de aquellos que no entienden, que roban su ajayu, en disparos digitales.
Este lugar no me gusta, tiene paredes color tierra, mesitas de madera, y un mensaje que dice "lo autentico aún existe" colgado en la puerta. Invita y convoca a guiris, gringos, con su estética muy sudaca, con su mostrador de vidrios y aguayos brillosos. Solo espero, me mantengo mudo en el silencio de cada gota de esta incoherencia en mis yemas. Es un espacio de esos para postal de ciudad sudaca, no representa mi noche, es muy Japanese Tourist, muy fake, muy latino para gringos.
Esta noche un amigo presenta un video, "despertar" se llama, en el Equinoccio, vino de Francia a capturar esta ciudad, a hablar de los niños que trabajan, habra que ver que cuenta, habra que oir que dice, al narrar estas calles, así con aires francofonos, para cineasta vasco.
La noche empieza su historia, la mía ya fue dada, en mis labios, en cada sorbo de café amargo, en el tabaco negro, en mi lengua pasmada por la coca. La noche me envuelve, San Francisco habla, mientras mis ojos tiñen esta pantalla, en el rojo de esperas, en la evocación de su dulzura de flores.
El mantra en la batalla, es su risa de alma, su espera de parques, su sueño seguro. Mi niña ahora duerme, en la certeza de verme y crear nuevos juegos, yo solo dejo que las voces de este atrio me envuelvan.
Esto es sólo una escala, mientras la noche recubre cada esquina gastada, cada grieta de alma. Salgo y me mantengo en las vidas que aprenden de la espera en ropa usada, en la sintesis mestiza de La Plaza, en la imagen de mil vidas, tan paceñas, tan mías, tan ajenas.
El café recibe los negros aromas de mis yemas, en unas horas la ciudad dira su palabra, el rio resguardará a la pachamama ebria, solo resta caminar y bajar por su espina, el resto es un juego, azar de estrellas y que los achachilas digan.