El retablo del templo se baña de luces, la ciudad empieza a hablar. Soy un fantasma de capa naranja, caminando por las calles de piedra, con coca verde perforando papilas y tabaco negro en los pulmones. Camino sin intención aparente estas calles, en un silencio que permite beberlas, en un respetuoso verso de espuma, a estas paredes con grietas emulando orejas, a estas vidas curtiendo esperanzas.
Este lugar es el centro donde confluye la magia, donde mercaderes juegan con pomadas cura pobreza, en unguentos calma prostata y demonios.
Camino en cansina espera entre risas de asia, ojos azules, gritos hebreos y guiris en aguayo. Me detiene el lente, ese de camarita Canon, en el rostro de tierra de la abuela muda, ella no habla solo muerde con rabia y encia de hueso el verde accullicu, convocando a sus muertos, conjurando la ofensa de aquellos que no entienden, que roban su ajayu, en disparos digitales.
Este lugar no me gusta, tiene paredes color tierra, mesitas de madera, y un mensaje que dice "lo autentico aún existe" colgado en la puerta. Invita y convoca a guiris, gringos, con su estética muy sudaca, con su mostrador de vidrios y aguayos brillosos. Solo espero, me mantengo mudo en el silencio de cada gota de esta incoherencia en mis yemas. Es un espacio de esos para postal de ciudad sudaca, no representa mi noche, es muy Japanese Tourist, muy fake, muy latino para gringos.
Esta noche un amigo presenta un video, "despertar" se llama, en el Equinoccio, vino de Francia a capturar esta ciudad, a hablar de los niños que trabajan, habra que ver que cuenta, habra que oir que dice, al narrar estas calles, así con aires francofonos, para cineasta vasco.
La noche empieza su historia, la mía ya fue dada, en mis labios, en cada sorbo de café amargo, en el tabaco negro, en mi lengua pasmada por la coca. La noche me envuelve, San Francisco habla, mientras mis ojos tiñen esta pantalla, en el rojo de esperas, en la evocación de su dulzura de flores.
El mantra en la batalla, es su risa de alma, su espera de parques, su sueño seguro. Mi niña ahora duerme, en la certeza de verme y crear nuevos juegos, yo solo dejo que las voces de este atrio me envuelvan.
Esto es sólo una escala, mientras la noche recubre cada esquina gastada, cada grieta de alma. Salgo y me mantengo en las vidas que aprenden de la espera en ropa usada, en la sintesis mestiza de La Plaza, en la imagen de mil vidas, tan paceñas, tan mías, tan ajenas.
El café recibe los negros aromas de mis yemas, en unas horas la ciudad dira su palabra, el rio resguardará a la pachamama ebria, solo resta caminar y bajar por su espina, el resto es un juego, azar de estrellas y que los achachilas digan.
2 comentarios:
El sábado la ciudad me atrapo. No San Francisco, otras zonas populosas, extrañas, tristes...
Don´t you ever get stuck in the sky?
yo necesito otros sábados en otras ciudades..
otros jueves...
otras ciudades...
que me atrapen, que me envuelvan..
luego me escupan.. y yo
regrese.
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