martes, mayo 14, 2013

El Sable


 
Aunque en el purgatorio, Alejandra todavía usa  lentes grandes y sus pies parecen cada día más pequeños. Cuando la conocí  trabajaba de productora en una compañía de teatro, sabía cerrar con firmeza los  ojos junto con el telón al final de cada obra. Cuando actuaba, sus palabras entonaban con la fuerza del acero los parlamentos de Ofelia.  Ayer me acordé del dolor que me produjo el día que me pidió prestado el  sable de mi abuelo. Le dije que primero tenía que pedirle permiso al dueño  y ella insistió diciendo  “conseguiría otro pero el sarro de El Chaco tiene la fuerza que la Tramontina Brasilera nunca entendería”
Cuando le pregunté  qué uso le daría a tan histórico objeto espanta fantasmas,  simplemente respondió que sería parte del  uniforme de un actor que encarnaría a un viejo dictador loco y retirado. El personaje, en el clímax de la obra, lo usaría para cazar mariposas izquierdistas. No supe  si ofenderme o llenarme de esperanza ante tan absurda contradicción, por lo que  simplemente opté por levantar el sable, limpiarlo con Ace y  limón y esperar que su actuación tuviera al menos algo de denuncia social.

Más tarde me vi en la obligación de aconsejarle temeroso  que tuviera cuidado con el uso que lejos de las tablas  pudieran dar al sable
-  Todo  actor que interprete a un dictador tiene algo de milico frustrado-, le dije. La verdad temía que el supuesto dictador luego de cazar mariposas imaginarias en la obra la emprendería contra las bien torneadas cervicales de Alejandra.
Ella pareció no preocuparse por mis advertencias, es más el día que  recogió  el sable llegó alegre, había fumado mucho  y tenía los ojos iluminados del rojo de gata alegre, me lanzó humo en la cara  y bailó una especie de candombe en la puerta de casa y me confesó con sereno optimismo:

¿Sabes que el abuelo de mi marido también fue milico y me contó que ellos cogen  al ritmo de marchas de caballería y contra los mitos populares ninguno lo hace con gorra, sino más bien con las medias puestas? No supe que decir,  simplemente  le entregué el sable, esperando que el espíritu de mi abuelo no cabalgara en la espalda de Alejandra y me lo devolviera pronto. Después guardé silencio y entendí que  una mujer que pide un sable prestado y baila candombe en tu puerta es de temer y tiene en las venas  más acero que miel,  por eso ya a solas guardé cada una de sus palabras dentro de un vaso con bicarbonato y sal,  luego me las tomé de un sorbo y las escupí  sobre un papel para quitar el sarro y la cursilería de mi poesía.
Antes de irse me dijo “Te recuerdo que los milicos sólo clavan y clavan, sin caricias. Los escritores por su parte saben preparar el terreno con palabras para que otros usen la bayoneta y los actores  esos sí que decapitan tus  sueños con sables de utilería.

Alejandra siempre fue una mujer de batalla por eso le dio buen uso al sable, no murió ninguna mariposa imaginaria en la obra,  contra todo pronóstico y fuera del guion el acero de mi abuelo sirvió para para librarse de quien hace años la acuchillaba con palabras en la cama. Luego de ensartar a su marido al colchón al ritmo de candombe, psicóticamente poética como siempre, escribió en la pared con el sable "más vale óxido modelo 1935 a Tramontina 2013" .

Mientras escribo esta confesión, Alejandra duerme en paz  soñando con Ofelia en un lago de algodón neuroléptico en el hospital.  Por mi parte  estoy tranquilo, ayer supe que el sable de mi abuelo, se exhibe orgulloso en una vitrina del museo policial junto a la navaja del Sambo Salvito y puedo verlo cada  vez que quiero, eso sí todavía no entiendo porque los milicos lo hacen con medias y no con gorra.

 

sábado, abril 13, 2013

Pajas de Oficina II


Neuróticamente hablando, llenar el formulario RC-IVA es un deleite lleno de placer para el obsesivo. Entre sus rituales más eróticos se incluyen: planchar facturas, el orden por rubros, por meses, por horas y por montos, el registro cuidadoso ejercitando la alegre verificación de NIT y nombre, el uso de puntabola roja en los errores y azul para validar las facturas bien llenadas, el sonido de una factura arrugada dentro el puño cuando está mal hecha y el disfrute basketbolero de lanzarla al basurero. En el clímax del acto se encuentra verificar en el formulario DA VINCI y deleitarse al leer el mensaje de la computadora que dice NO EXISTEN ERRORES EN EL FORMULARIO, premio que para el buen neurótico tiene la misma intensidad del beso de la amada. La paz es inexplicable cuando luego, con la sensación del deber cumplido se agrupan las facturas en grupos de diez o veinte y se las engrampa con cuidado en la esquina superior izquierda y se las entrega al responsable de revisarlas dentro el plazo fijado por la oficina (usualmente el 15 de cada mes) El operario diligente que tiene el rol de revisarlas, si tiene la suerte de haber elegido ese trabajo por vocación obsesiva (lamentablemente pocas veces ocurre) recibirá con ansiedad las facturas de varios empleadas e iniciará la orgiástica tarea de revisarlas nuevamente una por una y deleitarse al encontrar errores. En caso que el declarante haya realizado la tarea con descuido y desidia el placer para el revisor se intensificará y podrá ejercer el poder del lápiz rojo que cual falo erecto empezará los embates del rechazo de facturas y la anulación de formularios con una X de extremo a extremo de la hoja. El buen neurótico hará su tarea sin que se le mueva un pelo y no se dejará intimidar por las quejas, los llantos, los intentos de seducción y chantaje de declarantes desordenados clamando que les permitan rehacer el formulario para que no les descuenten impuestos en el mes. El buen neurótico que además de revisar formularios ajenos predica con el ejemplo porque horas antes concluyó el suyo sin errores, con deleite mirará a los ojos de aquellos mediocres y desordenados colegas y les dirá "NO el formulario RC-IVA es una declaración jurada y es su responsabilidad hacerlo bien" En ese momento el obsesivo confirmara que es capaz de tener orgasmos múltiples.

martes, abril 09, 2013

Pajas de Oficina III

Los papeles por firmar,  caprichosamente esparcidos sobre mi escritorio no son ni´pétalos ni ramas secas, son simplemente el recordatorio de la burocracia que disfraza tu ausencia. Tú sabes bien que la eficiencia laboral prohibe las saudades y morriñas y que la concentración invertida en nostalgiarte es inversamente proporcional a las actividades que generan el dinero para pagar deudas. Sin embargo en cada firma te evoco sin importarme que en alguna calle las hojas secas de los árboles esperan el pisotón de tu olvido...

lunes, febrero 04, 2013

Huecos y estornudos (reloaded)



A veces esos agujeros, tan hondos, tan de Moebius en el fondo de la panza, tan parecidos al hueco del espíritu, se llenan simplemente con el tacto.

Tanta vuelta existencial, tanta náusea de parque contando hojas secas, reverberante en la nada de esta vegetada existencia, a veces parecen llenarse con el sabor corto de un instante, de un cote cote, del old in and out, de un juego de vientres.

Esos suspiros de angustia, de sabor gris, es posible que desaparezcan con el acto del verbo. No habló de aquel bíblico del Génesis, si no de aquel hecho carne, del incorrecto, del mal pensante, del que grita lo tachado por la palabra y que en cuanto copula es en el infinitivo entrar y dejar entrar.

Es una lástima sin embargo que la náusea desaparezca sólo algunas veces con el engañoso recurso de pieles, que le petit morte, dure lo que un buen estornudo. Ya que suele ocurrir, la mayor parte de las veces, cuando las sábanas vuelven a estar quietas, cuando las pieles vuelven a estar secas que retorna el sabor a mareo y el vacío late más grande. Entonces cuando el hueco vuelva a demandar una respuesta surge una de diez veces (las otras nueve se ronca) la pregunta existencial ¿miramos el techo o hablamos?

Yapa: Queda el consuelo científico que luego del acto, viene la resolución y otra vez podemos poner un curitas a las dudas existenciales.

domingo, febrero 03, 2013







Hay una especie de abandono en este presagio, un no aceptar que el hpy no se alimenta de miradas del pasado, sin embargo hace un tiempo que la añoranza tiene la certeza de tu rostro, por eso sin apuro hoy te convoco.


Se que llegarás y cuando lo hagas, no serás Penelope, lo harás pronto, tal vez envuelta en aire o quizás en forma espuma, o simplemente humana,  para el caso es lo mismo, tu retorno suavizará el aura languida de este espacio que te nombra.

Llegarás, ni más cauta, ni más clara, ni mas firme, así con tus lados tan mundanos, con tus afanes cotidianos y con algo de ese mutismo que tanto dice.

Es probable que cuando lo hagas recogas cada uno de tus silencios incrustados en el techo, arranques cada una de tus risas clavadas en la ventana y quien sabe tal vez como última ofrenda me convoques a la sal de tus rincones.