Catorce horas de bus, dos de taxi transformer y estoy en la Monseñor Rivero, Bulevard Cruceño lleno de Cafés, Miami falsa, con calor más húmedo, sin Cubanos y sin Art Deco. Entro a un Café, de la franquicia del gringo paceño, para evitar nostalgias.
Vellosidades oxigenadas, cabello rubio, tan desteñido como sus ambiciones, descansa en sus hombros. Entra al Café en dos muletas platinadas y bien lustradas, con ademánes mezcla de risa y llanto forzado. Su amiga de Jean, desgastado intencionalmente, muestra las rodillas color cama solar y las sandalias
marroqui kitsch, mientras va abriendo espacio para su ingreso en escena.
Se sienta a mi lado y mira con soberbia mis ojos rojos, mi cabello enredado en la humedad del ambiente. Mi barba de tres días engorda la sal que sale de mis poros y se congela con el aíre acondicionado. Pido un expreso, un agua y el periódico del día, empiezo la lectura y de pronto el estruendo de sus risas traen reminiscencias al boliche de focos rojos y faldas cortas.
De rato en rato me mira, como intuyendo mis
eses bien puestas y mi lectura zumbándole como mosca. Se cambia de mesa, respira hondo y deja su perfume Jennifer López en poros de achachairu en el aire.
Nuevamente su carcajada sacude a mi pluma y mata en una línea un intento de verso. Escucho como le cuenta a la de cabellos rojos las luchas cruceñas de antaño, de su abuela, le habla del orgullo de ser bien camba y apellidar Müller. La abuela fuerte con ocho hermanos esquivaba indios del monte para llevar a mamá a la escuela recuerda y luego ríe orgullosa de como sus primos de peladingos correteaban cunumies y hacían bastarditos.
Luego calla, mira dos hombres de camisa blanca que entran y saludan a un gordo de sombrero tejido y barba. Los envuelve con los ojos y lanza una bocanada de humo cómplice al rostro de su amiga. Después, lee el titular de El Nuevo Día
"El MAS cambia la ley INRA con votos de tres opositores". Dice que como camba defenderá lo suyo, luego reniega, con una mezcla de orgullo y bronca al hablar de su marido, macho de estos pagos, que no pelea nada. Sólo sirve para pagarle la ropa dice. Habla del amante Ganadero con dos hijas de veinte, que se la lleva al “Cuore” los viernes por la tarde” y que tampoco tiene huevos para dejar a su gorda, por una cruceña bien puesta como ella. Al final no le interesa, es rápido como el gallo dice, pero no importa los orgasmos le llegan en ropa.
La escucho, mientras saca pecho y grita con fuerza que el hombre que la pega no tiene lo huevos para defender lo suyo. Dice que protegerá la tierra de sus hijos, por eso entrará en huelga dice, para demostrarle al Evo que no es por dieta como dice, es por sus hijos. Mientras habla me mira de reojo y grita con más fuerza. Promete machete, aceite caliente y polvo de escopeta al que invada sus tierras.
Sus pecas de cama solar esparcidas por su pecho agrietado, sus senos separados que cuelgan como paltas de gel de silicona, coquetean con guiños en cada respiro a mi libreta. Sus uñas cuidadosamente tratadas de pies y manos no conocen de labrar la tierras, su pecho se secó por el sol, no por amantar críos hambrientos.
Nos miramos, la humedad derrite mi café, me fumé dos L&M escuchando su conversación dizque política, dizque cívica. Tengo la cara húmeda y con ojeras. Mis ojos mojan sus lentes de contacto, me saluda y pregunta
¿de donde soj? y luego me pide prestado el periódico, la miro sonriente y le digo
seguí nomás reinita, con erre arrastrada.
Soj colla dice, con un estúpido aire de sorpresa.
Boliviano le respondo. Vellosidades oxigenadas rozan mi antebrazo, su perfume envenena mi libreta y su bronca cae por el piso.
Camino, sus gritos de lucha estética retumban en el aire y dos tipos de camisa a rayas se acercan a su mesa y felicitan sus encarnizados argumentos, no sin antes mirar mi mochila empolvada en el piso "Duralit". Me voy y dejo dos bolivianos sobre las siliconas de Martita Vaca modelo de Montero, reina del Azucar, portada de El Deber.
29 de Noviembre, Café Alexander, Santa Cruz de la Sierra....¡enai puej!