viernes, diciembre 19, 2008

Madrugada roja y blanca

En el sillón rojo de venesta cansada nacen unas palabras. Donde la geografía se hunde, mirando el biombo en el que la abuela se esconde.

La paceña/berlinesa de venas turquesa en dilataciones lanza guiños al poeta de camisa de seda roja, ese que adora los jeans descoloridos. En el reflejo de sus risas mi mano temblorosa y taquicardica escribe un poemita que luego se convierte en la pata de una calaverita exquisita.

Palabritas a la flaca a la Warmi valiente que vuelan a sus ojos inyectados de "escama de fish" y con el violín de Paganini en las venas.

Después se volvió blues lastimero, luego rock and roll y risa.


La mujer juega en el borde del reflejo,
con la flauta en las piernas,
con el viento en sus manchas.

Veré otra vez el seco de miradas cayendo en sus ojos
Y esa risa que duele
Y la que traes
Con la quinta
Con la sexta
Con la primera.
mierda.......
con la única

1 comentario:

Edmundo Paz Soldán dijo...

acabo de ver tu comentario al cuento El acantilado, ¡gracias! Ya me contarás cómo le está yendo al libro que publicaste. ¿Salieron reseñas? Y espero que te animes a estar en la antología de Maxi y Liliana, creo que va a ser importante.