martes, diciembre 08, 2015

Clonazepam y circo





Antes pelo, ahora gente
antes lucha ahora circo
antes pan, ahora clonazepam
pastillas la última esperanza negra
podés pedirle pastillas a tu suegra (A.C.)


Diario de un paciente:

Escribo con el cerebro lleno de corto circuitos escuchando clonazepam y circo, con el café barnizando el viejo hígado que por profilaxis y mecanismo de sobre vivencia anda destilando un coctail de pastillas que terminan con "pam", tina" "zina" y "pina". Me han dicho que las necesito durante unos años para evitar la rebeldía subcortical en mi cerebro, esa que me produce intensas ganas de matar al vecino y al conductor del camión del gas.

El psiquiatra dice que, en mi caso, las pastillas son una especie de bloqueador solar para que no se pongan rojas mis neuronas, una forma de hacer más tolerante la convivencia conmigo mismo y la cantidad de imbéciles que pueblan mi ciudad. Dejé la ginebra y las drogas duras hace meses, de vez en cuando me fumo un porro o  duermo con la mujer que nadie conoce, cantándole al oído "you just keep me hanging out" antes de que diga vestite y pagame. De vez en cuando también acaricio a un perro y voy caminando a la iglesia,

De vez en cuando lloro, voy al fútbol, me mato de risa, tengo charlas coherentes de política y de cine, asisto a las rebajas de tiendas de ropa infantil, doy una charla sobre literatura y poesía cochabambina moderna, participo en debates políticos, negocio con duros empresarios. De vez en cuando también me dan ganas de usar corbata y firmar muchos memorandums de llamada de atención y ejercer poder, poder, poder...

La mayor parte de los día solo leo y veo películas en casa (la gente de los cines me espanta), escucho a The Srokes, The Antles, Eagles of Death Metal, Tom Wais y al viejo Wagner. Cuando me siento mejor escribo cuentos llenos de asesinos, sangre, mujeres golpeadas, niños abandonados, junkies, marineros y sicarios. Otras veces me burlo de Carl Orff, escucho a Leonard Cohen a Nina Simone a Amy Winhouse y tiemblo con el Requiem de Mozart, entonces escribo malos poemas, llenos de gerundios y mi mi mi, tú, tú, tú.

Otras veces trato de llorar para tener tinta y ser un poeta maldito pero sensible y no me sale ni mierda las pastillas han amordazado mi llanto y una cantidad de pensamientos optimistas invaden la pantalla y me da bronca,  tengo un terror indescriptible a que el espíritu de Paolo Coelho se apodere de mi, a  dormir y despertar con la panza de Neruda y el bigote de Benedetti.

Pese a todos los químicos la bronca está bien instalada en mí, solo la tengo adormecida, soy como Alex mis drugos, solo estoy envuelto en una camisa química y ya pronto volveremos a matar debotchkas, por ahora los gritos y la bronca va para adentro, están dentro la cabeza.

Un psiquiatra no te corta la pluma, igual escribo, me burlo de él, disfruto llenando su cabeza de acertijos literarios, de metáforas disfraza síntomas y yo me burlo recordando las madrugadas de Fernet con "coca”. Escribo con el cerebro apagándose, aburriéndose, serenándose, pero con los demonios vivos, bien atentos.

Desde que empecé el tratamiento, la gente por su parte está muy contenta con mi desempeño social, ahora sonrío más, ya no toco bocina a los minibuseros, digo buenas noches de forma serena, digo buenas tardes con un aire de paz. Me duermo a la misma hora, sin hacer mucho escándalo, sin pelear con las almohadas y las sábanas rebeldes. Si, las pastillas con pam, con tina, con zina son más aburridas que otras inas pero aunque me duela, debo reconocerlo me hacen ser un caballero

No hay comentarios.: