...Tengo una pistola por si un día todo falla, y en vez de hacer la cola poder saltar la valla
pero no tengas miedo ahora no está cargada....
Cristina y los subterraneos, cantando eso de los mil pedazos cayendo por la habitación, de no querer volver del lado salvaje, evocando a Lou Reed. Ella con los ojos rojos de humo y con los pulmones temerosos y cancerígenos, me mira desde su absurdo y seductor silencio y me dice que la poesia desde hoy tendrá sólo mi nombre.
Morenada en los parlantes y concurso de tangas, la flaca mostrando que se rasuró y tiene un osito en su tanga celeste, ella, indicando que no se puso ninguna.
El gringo todo adormecido por el dulce de Tiquipaya, ahi, eclipsado por el fuego, mientras ella lo marea mostrándole como su ego, se ahoga en una copa de vodka con Red Bull
Yo, solamente floto en esta nube adormecida y voy sintiendo el sabor a huesos de su piel perdiendose en un abrazo mio. Sus manos que se mueren por trenzarse a las mías y sus neuronas tibias que se niegan a este baile horizontal, por eso de ¿cómo carajo hacemos para seguir siendo amigos, después?.
Luego, con el cielo amarillo, el teclado de aquel de mandibulas adormiladas y pupilas gritonas, juega con el blues paceño y el tango y nos congrega al ritual Say no More en las teclas.
Escucho los acordes del teclado evocando a Fito y me incorporo de golpe, para llegar al calor de la leña, a su piel enrojecida por el fuego. De pronto el viejo duende chapucero me pone zancadilla y me voy con todo sobre la mesa, mi rostro se sumerge en el vidrio y dos vasos detienen mis orbitas dejandome sendas marcas rojas que hoy laten violáceas.
El amanecer gris y ahumado me saluda, camino al cuarto lejano y caigo de bruces en el colchon de lata, vestido, abrazando el amuleto de Té Jazmín.
Despierto y la realidad golpea fría en mi espalda, el resto es lo de siempre angustia, articulaciones rígidas y bajón químico.
Después de todo, ya te lo dije, me sigue importando un pito que tengas los senos de pasas de higo y las nalgas de limón partido, el tema es que tu no quisiste darte cuenta, así que pena, penita pena, mejor sigo durmiendo que sigo adormecido
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