Quieto, con las manos firmes en la mesa, sus ojos contando las manchas en la pared, se levanta, da tres vueltas a la silla y se sienta. Oruga de espalda recta, cae encorvado entre papeles amarillos, tiembla, grita y escupe nuevamente esa tinta roja. Mañana le toca recoger su análisis,piensa mientras el vino amarillo escurre por el pantalón.
Se acomoda agazapado en el asiento derecho, la gorra Mike esconde los ojos de viscacha, los cachetes cobre y esa boca tan gastada. Te mira y solo ríe, tiene overol plomo y dice que no está cansado, recibe un grito y una coca cola de a luca, se la toma y escoge la gata correcta, tiene que sacar dos llantas y el sol le quema la espuma que nada en las venas.
Se mece con el viento, perforando la espalda en aquel arbol, se abre paso entre niños y mujeres apresuradas por ir a misa. La polera ploma con numero 35 tiene tres manchas de mani y anticucho. Mira al cielo, estornuda y esquiva el carterazo de aquella de perfume dulzón. Su amigo se va, el taxista se acerca, jala su oreja izquierda y la lata rueda por el piso.
4 comentarios:
no sabia que por aqui, en este mundillo de los blogs habian cosas tan bonitas como la que acabo de leer.
:)
gracias a ti por devolvermela...
[te seguire de cerca... siempre y cuando me des permiso]
-hum-
hum... hum.
no sè.
la lata no merecia eso. un saludo.
Claro pues, cuando quieras eres bienvenida...
Peyote:lo mismo digo ché, además era de paceña, fría y recién abierta, pobre cuate...
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