miércoles, enero 06, 2010

PASE 163

Ella ha vuelto, es una especie de elipsis de paño con vinagre blanco, una pastillita, un susurro divino, un ya no te espero, un sin embargo haces eco.

En este silencio es una forma de lavar gritos, mordiendo esas saudades exquisitas con sus ojos. Es todo menos: la modorra, la astenia, la apatía, la anedonia, la abulia y otras tantas cosas que me hacen llamarla en reverberantes estornudos. Ella es al final mi antídoto sopocachense.

Ella ha vuelto y ríe con el foco lila en su cuerpo y me muestra su lengua ya sin piercing negro, me besa la panza con ese par de alas tatuadas en su cadera y celebra a mi lado estar a punto de terminar la carrera de medicina.

Infla el pecho orgullosa y me invita a "challar” sus nuevas y asiliconadas tetas en mis labios. Sabe de medicina lo que yo de letras y cuando no cascabelea el coxis en este colchón, cierra todas las puertas de su cuerpo. Cuando no trabaja en el 163 pasa sus días en el hospital psiquiátrico metiendo su inofensivo e inservible dedo meñique en la nariz de los toxicómanos. Penetra sin pagar los tabiques perforados por la cocaína y les reprocha con un guiño en el rostro su absurdo romance con la blanca.

Ella me besa rompiendo códigos amatorios, burlando a su alcahuete me susurra—quiero ser tu mejor fiesta- Sin permiso deja a mi cuerpo despertar en sus caderas, conjura prosa barata con aquel anillo de plata que un napolitano le regaló en miraflores, artilugio que ahora duerme celebrando la nada en su mano izquierda, cual amuleto espanta rosas.

Ella ya no baila en el tubo, por que dice que le paspaba los sueños, y sólo le raspaba el bolsillo. Ganabba poco en el escenario por eso prefirió ser su dueña, ganando 200 por hora. Celebra con sus piernas exactas ahorcando mis tobillos haberse comprado un auto, haberme reencontrado luego de 3 años, estar a punto de ser doctora y sin ningún hijo a cuestas.

Al hablar de paliativos químicos me dice que no gracias, que no quiere ser baile en Tiquipaya ya que le aburre la marihuana. Dice que canta mejor con Jack Daniels y en su fantasía en borbón se convence que ser puta es bueno.

Ella nuevamente ha reído, con el precio justo, con el beso en labios, cosa ya de por sí anti ética y confianzuda para este rubro. Nuevamente arañó en cabalgatas el viejo tambor de grasa que ecológicamente protege mis genitales.

Ella quiere volver a su valle, por que odia el lubricante barato, el foco violeta de marca china. Detesta la textura de las sábanas almidonadas y sobre todo aquel gobelino sintético, con una amazona casando un tigre, mal clavado en el techo que tiene que ver en mitad de las caricias torpes de algún borracho de mandíbula desencajada.

Ella me confiesa que por nada del mundo quiere volver a emborracharse sola en este lugar. Sabe que por más que se resista “El Tio” del boliche cuando duerma le bajará otra vez los calzones y hará de las suyas, esparciendo azufre en su entrepierna. Lo peor no es que a ella no le guste, lo insoportable es que nuevamente lo hará sin pagarle un peso.

1 comentario:

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