sábado, noviembre 08, 2008

Asi nomás 2

Así nomás 2

-Si quieres aprender a escribir lee 10 veces el Ulises de Joyce, el resto no vale la pena- Dijo el cuentista apodado “Asterix”, aquel mentor de otro cuentista que camina por los bares paceños emulando, en los rulos de su cabeza, a quien las malas lenguas llaman “Saibaba” y quien, hace una semana, fue El Preste oficial del presterio literario que se llevó a cabo en el “Red Camel".

Así nomás es, anoche le di palo a algunos personajes de la farándula literaria paceña con el amigo que se quejaba de que su cuento sobre la vida “del Pancataya” no podrá salir a la luz, por que la gente pensará que es un plagio de un cuento que el “Asterix” incluyó en su nuevo libro.

Más tarde, como una especie de broma literaria, me encontré en el Equinoccio con el poeta de barbas de Avaroa, aquel que puso su percusión a los poemas de Bedregal en 2005. Bebimos lanzando reverencias poéticas a la sonrisa de “Saibaba”quien con sus pocos dotes de orador, reverenciaba las caderas de una actriz cochabambina.

En el mismo lugar nos abrazamos al ritmo de “Morenada para mi entierro” con la flaca de ojos de almendra, el calvo artesano de las rockolas y el mal cantante de música jamaiquina. Si ayer me envolvieron las miradas, los arrullos del humo musical y las miradas de aquellas que iban a y venían del baño. Te llamé tres veces, te maldeci ocho y prometí no verte más las siguientes dos.

Tambaleando dejé el boliche, en el momento que las voces y las miradas hacían más ruido que la guitarra en los parlantes de un Germán ahora ruloso. Me fui caminando, te devolví la llamada, esquive tres travestis hambrientos que trataron de morderme el cuello, un asaltante que me gritó ¡hijo de puta! y dos perros copulando. Me subí a un taxi, le dije al maestrito que no tenía tarjeta y sí la tenía era lo mismo por que estaba tan borracho que no me acordaría mi PIN.

Desperté en la puerta de mi casa, escalé las gradas, me arrastré gateando a la cama, desenchufé el televisor y dormí hasta que me despertó tu llamada, tu voz ronca, esa mueve hormonas, piel de gallina en mis labios. Cinco minutos después,en la ducha, recordé como mi lengua se convertía en jabón por tu piel y tus labios se convertían en succionador de penas debajo mi ombligo.

Si, así nomás, anoche me acordé de Henry Miller al traer pasajes de “Periférica Bulevard” a la conversación con el amigo sin disciplina que se queja que otros plajean sus cuentos, aquellos que por flojera no hace públicos. Tomé varias cervezas con el marido de la hermana de un amigo de infancia, con aquel que es policía y que me dijo que por unas cuantas cervezas más me contaría los secretos de la DEA en el país.

Hoy, con el auspicio de singani Rujero, volví a la migraña del antiguo ciclo y tuve una fugaz autosatisfacción sobre la almohada recordando tus caderas. Luego prendí un pucho, lo puse en tu mandíbula y disfruté mirando como la nicotina acariciaba tu pómulo izquierdo partido, aquel que guarda aún las huellas del único puñetazo que recibió tu rostro hace cinco años. ¡Feliz día de las ñatitas!

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