jueves, septiembre 25, 2014

Onicofágica


 Ella es onicofágica, suena a canibal, sin embargo es algo más simple, es sólo una etiqueta de esas de origen griego que les gusta usar a los psiquiatras. La relación con sus uñas es íntimo acto de amor e ira. En esa medida, odia y teme a los corta uñas, pero ama sus labios y dientes. Descarga en sus uñas el amor no dicho, la bronca acumulada, el miedo a otras manos, tocando sus manos.

Está consciente y no le importa, de su imposibilidad de abrir una lata de Mentisan con el dedo índice, de usar el pulgar para raspar una tarjeta telefónica, de rascarse la cabeza o la espalda con eficiencia, o lo menos inquietante, sacar dulces arpegios a una guitarra. Ha renunciado voluntariamente a esos placeres, por un bien mayor, la calma que llega en sus pensamientos, luego de la batalla de morder y besar. Tampoco tiene mucho interés, en la estética, porque la mano entera pesa más que esa pequeña e insulsa porción al final de cada dedo. "Si fuera insecto amaría sus antenas" se dice parafraseando a Matilde Casazola. No es que esté incómoda con ella misma, es más adora sus labios, sus ojos, sus cejas,sus tatuajes, sus dientes roedores (color marfil nicotina).

Volviendo a las manos, se concentra fundamentalmente en las venas que dan vida a cada dedo, aquellas que son fetiche de tantos pulcros amantes del corta uñas. Como buena onicofágica ama la sensación en el labio inferior de su boca, acariciando la parte anterior de sus dedos, besando sus huellas digitales. Siente éxtasis en el acto de morder con deseo cada uña y luego encender un porro y reír de cómo sus dedos tienen pequeñas cabezas de enanos o parecen colillas aplastadas.

El encuentro con sus uñas es íntimo, primero las mira, luego les habla. Comienza con cuidado, por el meñique, dejando el pulgar para el final. Otras veces juega al azar, tiene diez amantes y todas esperan con ansias el encuentro con sus dientes. En algunas ocasiones se concentra en una sola, en ella descarga lo más íntimo, el dolor, el miedo, la pena y le cuenta lo que no entiende, tratando de explicar lo que no sabe.

Añora la deliciosa fase oral en la que se hacía bolita en la cama y se chupaba el meñique antes de dormir, pero dado que esos tiempos están lejos, no le queda otra que canibalizar miedos, impotencia y ansiedad en podar sus uñas. Sin embargo, al final ellas siempre crecen; rebeldes, y desafiantes crecen y el acto obsesión-compulsión es un romance eterno.

Para ser honestos, cosa que nunca ha confesado a sus dedos, odia las uñas de sus manos, más que a las de sus pies. No soporta la posibilidad que puedan llenarse de la mugre que va recogiendo por la vida, por eso se anticipa y las libra de tanta bacteria, sacrificando sus papilas.

A ella le tiene sin cuidado la opinión de la manicurista, del vecino banquero que usa esmalte; se ama así, con ese apodo psiquiátrico que suena más a ornitorrinco que a otra cosa, a ella la gusta "onicosexual". Prefiere mil veces, las yemas de sus dedos libres de uñas, con ellas golpea con más firmeza el teclado, sin el riesgo de rasgar las letras y acaricia con áspera suavidad otras bocas sin uñas.

Ama sus dedos, tal cual son, o como diría su psicoanalista, acepta la duda neurótica que la tiene muy anclada a la realidad; quien sabe, quizás sería más interesante volar por el cielo siendo uña de otras manos, pero eso no existe, solo está la duda que le repite a diario "ser o no morder”. En esa medida ella es capaz de ser una con la uña, tanto para morderla, lamerla, besarla, arrancarla suave, torpemente, de cuajo como uno debe despojarse de las memorias que acumulan.

Cuando termina de escribir estas líneas, pone un pijama de cinta 3M a cada uña, saca la cabeza por la ventana, respira el aire de la ciudad, enciende un cigarro y escupe al mundo los restos podados de su ser, para ser "parte del aire...". Entonces, en la brisa nocturna, siente alivio, aceptando que su neurosis ha sido, en la medida que su compulsión ha amado....

5 comentarios:

Rancia dijo...

Me encantó, yo también me como las uñas, pero el tono poético hizo incluso que ahora disfrute lo que era un mal tic... Asi soy y no me las pinto...Soy hembra sin uñas, sin pelos en el coño y sin macho que me diga como verme

Paul Tellería dijo...

Rancia:

Tu comentario es bienvenido, gracias por leer este blog

Carlos dijo...

La última mujer que amé se comía las uñas y amaba sus suaves caricias con los dedos. El texto tiene un guiño cortaziano, sin duda se nota la influencia en tus textos. Me alegro que este activo nuevamente en este lugar. Es una plataforma que pocos usan y lo bueno aún libre..
Un abrazo desde Madrid

Carlos

Anónimo dijo...

La verdad esa expresió onicofagia da asco. Sin duda el texto tiene lo suyo, pero compararlo con Cortazar es una exageración. El autor de este blog debe seguir escribiendo, no lo hace mal, pero lo haría mejor

ARTURO BELANO DELGADO dijo...


No usurpes mis textos sin permiso, aunque habite en tu cabeza no soy tu y ni tu eres yo...SOmos algo así como Mario Moreno y Cantinflas, la diferencia que el que más cantinflea con la palabra eres vos pinche y chingon escribidor

Saludos del pinche imitador..