domingo, julio 29, 2007

Ciber saudades

Numero 1

Tiene los cabellos esponjosos gracias a Wella, está a la derecha del que escribe. Respira con las uñas de su mano izquierda, mientras se detiene el mentón con la mano derecha para dejarse seducir con el Spam que le ofrece salir de pobre. Tiene chompa azul, su piel huele a Dove, "esa crema para mujeres reales de la media como tu. Rie con dientes de espuma y se ubica de perfil antes de teclear un "te extraño" acerca su cuello al lente, llena los pechos de aire y le dice "mueve la cabeza". Repite ¿cómo estas? diez veces antes de reclamar un ¿y tú?.

Se levanta, luego del reproche, enciende un cigarro, se hace una cola en el cabello con un lápiz y vuelve a la pantalla, acerca los ojos al icono de send y dice "lo siento".

Numero 2:

Ella de azul habla con temblores camba collas por el microfonito aquel en el cachete izquierdo. Tiene la nariz con telarañas de delgadas venas color hilo rosa. Sus pómulos atomatados esconden el baile de glóbulos aletargados por la ausencia del hijo que teclea desde Praga. A su lado él padre juega con una llave como rosario y recuerda Checoslovaquia y el Muro, tiene camisa a cuadros y da consejos sobre la forma de moverse en tren en Europa. Le cuenta al hijo con esa Saudade de viejos romances en El Prado paceño de los setenta que anoche, en la entrada, las universitarias se congelaron la entrepierna al ritmo de morenada.

Ambos saludan al nieto con caras brillosas de cera y hacen muecas de lentos bpses a la distancia. Luego salen, desamarran al chapi del poste y caminan a comprar marraqueta.

Numero 3:

Gorra roja, zapatos rojos, silueta de piernas de alfiler envueltas en jean a la cadera con huesos de colgador de alambre, hace veinte muñequitos por segundo en la pantalla y del otro lado le responde con una carita feliz y unos "; *" el de nick en ingles con vasitos de cerveza y murcielagos. Sus ojos, saltarinas almendras anorexicas, celebran la correspondencia del romance a la distancia y responden al cortejo eléctrico con un copy paste de cien boquitas pintadas y rubor en la poca piel cubre huesos.

Se levanta de la maquina, con la piel latiendo, entra a la cabina dos y llama a la amiga de blusa rosa, que duerme el baile de sábado en el sillon floreado de la madre. Antes de colgar mira la foto de un hombre en su billetera, espejo de su rostro en masculino pero con bigotes blancos. Paga, compra un helado y camina reverberando ausencias.

1 comentario:

Vania B. dijo...

Hermoso texto, como siempre.

Abrazos, querido Paul.