Tienes la simpleza de una sonrisa, de un abrazo con sabor a reconciliación que sepulta heridas, insultos y agresiones. Tienes la llave de la piel, al tacto exacto a los lugares precisos y del deseo, tienes la llave de la sangre.
En silencio calladita no dijiste nada, fuiste mirando, ronroneando y llegaste de sopetón al barrio, con tus cicatrices en la espalda. Llegaste a la vida, al cuerpo a un nuevo presente, en este 2008.
Tienes la brisa de manos bebiendo poros, de labios de ventosa reposados. Esos que lanzaban fuego en la pelea y que hoy tapan con besos los queloides de un pasado lleno de ruido.
Tanto ruido, tantas nueces, tanto de tanto en estos años y vuelves intacta al amanecer que nos deja sedientos.
Ahora te recibo...
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