lunes, marzo 02, 2009

Del Sena al Choqueyapu I


Paris sin tiempo

Amigo del alma,

Nada más bueno que recibir una carta tuya por la Poste. Debo ante todo disculparme y decirte lo apenada que me siento por haberte dado café de sobre con fecha vencida (qué desprolija!) y recordarte que no es la Penélope, sino la Molly. En todo caso la espera no me aniquila, porque el encuentro es siempre o casi siempre más apasionado, que doloroso y el si es siempre si, aun diciendo no.

La primera vez que llegué a esta ciudad quise ver la Torre y así fue. Después de un cansador y largo viaje cargada de mis wawitas, nos dormimos todo el día y fuimos a verla en la noche. En el camino nuestro recibimiento fue un grupo de música boliviana que tocaba en el metro, creo que en Chatelet, una de las estaciones más grandes, más extrañas y por lo mismo más luminosa. Después, ver la Torre iluminada fue para mí aprender a llorar por dentro, no sé explicarte por qué un montón de fierros despertaron en mí una sensación que nunca antes había vivido. Era noviembre, el mes más feo del año en París.

Ahora, no busqué la Torre, he buscado mi calle, mi boulangerie, a mis queridas vecinas del departamento del frente, a mis vecinos árabes de la esquina, a mis amigos y Xana, la tienda de las liquidaciones eternas en Foubourg du Temple. Esta semana estaré con el primer francés que conocí cuando llegué, con el que nos comunicábamos con gestos, porque yo apenas sabía decir dos palabras en francés. Él, como tú sabes, se convirtió en otro amigo del alma, que en el momento preciso me devolvía la carcajada con charlas, vinos, quesos y con un eterno: “tout se passera bien”, para eso yo ya conocía algo más de su idioma.

No puedo decirte muy claramente lo que significa estar otra vez trajinando estas calles, pero sin duda estoy repasando una parte dura y a la vez intensamente maravillosa de mi vida. Ya pasé por el Canal Saint Martin y por la Senne, no creo poder escupir a ninguna de esas aguas amigo, pero prometo que al pasar otra vez, lanzaré varias piedras en tu nombre a la Memoria de la Maga y por supuesto que le dejaré a Cortázar lo que me pides. No sé de dónde sacas eso de que cómo osas una ofrenda al escritor, que no te conoció, acaso eso importa? Tú si lo conociste y eso basta, creo. Además no dices el Julio, dices Cortázar…

Ya visité la Halte Garderie, la Maternelle y l’École de mis hijos, ya habrá tiempo para contarte todo lo que reencontré en esos lugares, por ahora solo puedo decirte que volví a ver a mis wawas correteando por esos pequeños patios de escuelas de gran ciudad.

Este retorno sólo me enseña que la vida es una eterna despedida, todo el tiempo nos estamos despidiendo y en esa medida, seguramente, nos renovamos, pasamos a otra cosa y cargamos cada vez la mochila más pesada con todo lo que vamos recogiendo en el camino.
Creo que una parte de mi se ha quedado hace tiempo en esta ciudad a la que tanto amé y a la que vuelvo a amar de otra manera, (como todo amor, conflictivo, difícil, dudoso, impredecible, pero honesto, hace tiempo que no creemos o más bien no aspiramos a los mentirosos amores rosa) eso sentí en Montmartre y no sé si tengo la habilidad que dices, que es un arte y que yo la sé hacer, pero supongo que esa conjugación de pupilas con cabellos me permiten mirar al viento el tiempo como la hermosa Sacre Coeur mira pasar y recibe a cada trajinante de esta ciudad, que desde arriba se ve, lo que sólo se puede ver desde la altura como La Paz. Una ciudad que se repite todo el tiempo: el ojo de agua, san Pedro, la alemana, el roba pulsera, es como que nada cambia, a pesar de que todo pasa.

¿A alguien habrá que agradecerle tanta dicha y tanta pena? Por ahora te agradezco a vos que me permitas desempolvar esta historia. Sólo me queda decirte por ahora como dice mi pana: “palante como el elefante” y mucho éxito en el reordenamiento de tus discos, que me conmueven más que tus paredes partidas y que sus carísimos cuadros, que mal que mal no están tan mal, según mi humilde gusto por la pintura y los colores.

Besos y abrazos,

Moi>

P.D. Mis textos todavía no existen.

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