viernes, marzo 06, 2009

Años de Mordaza



Hace tiempo que no me escuece el ojo derecho debido a una extrema dósis de juventud femenina desbordada en sonrisas muerde pupila.

Hace tiempo que esta piel no quiere escaparse a abrigar los poros de la última vertebra lumbar de una mujer que brota vida.

Hace tiempo que no sentia este tipo de saudades y añoranzas tan extrañas, esas que produce el flirtreo de ojos y manos dibujando estelas de angustia, desesperados besos que nacen muertos. Hay nostalgias, sin duda, esas de lo no vivido como diría Monsieur Madrid (Sabina).

Esta bien, ya entendí flaca volviste reencarnada en una piel tan canela, volviste y me remueves otra vez esas palabras secas, esas cursilerías dulzonas, esos tonos de voz juguetones, esos mensajes de texto timidos y anónimos, patetico dirás, empecinado avejentamiento que te mira, con catalejo desde una esquina 15 años más allá, diré.

Hay estos rubores, hay estos viejos temblores, serenos, todavía vivos, entre tanta mirada con saberes y ayes...

Hay estas cadencias y coqueteos, está cancioncita y tu risa de eco explotando en el teléfono a las 9 de la noche...

Con diez años de menos
(Silvio Rodríguez)

Si fuera diez años más joven, qué feliz
y qué descamisado el tono de decir:
cada palabra desatando un temporal
y enloqueciendo la etiqueta ocasional.

Los años son, pues, mi mordaza, oh mujer;
sé demasiado, me convierto en mi saber.
Quisiera haberte conocido años atrás
para sacar chispas del agua que me das,
para empuñar la alevosía y el candor
y saber olvidar mejor.

Esta mujer propone que salte y me estrelle
contra un muro de piedras que alza en el cielo.
Y como combustible me llena de anhelos,
de besos sin promesa y sentencias sin leyes.

Esta mujer propone un pacto que selle
la tierra con el viento, la luz con la sombra.
Invoca los misterios del tiempo y me nombra.
Esta mujer propone que salte y me estrelle.

Sólo para verle,
sólo para amarle,
sólo para serle,
sólo y no olvidarle.

Con diez años de menos, no habría esperado
por sus proposiciones y hubiera corrido
como una fiera al lecho en que nos conocimos,
impúdico y sangriento, divino y alado.

Con diez años de menos, habría blasfemado
con savia de su cuerpo quemaría los templos
para que los cobardes tomaran ejemplo.
Con diez años de menos, hubiera matado.

Sólo para verle,
sólo para amarle,
sólo para serle,
sólo y no olvidarle.


(1978)

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