Nos desnudamos tanto hasta perder el sexo
debajo de la cama,
nos desnudamos tanto
que las moscas juraban que habíamos muerto.
Te desnudé por dentro,
te desquicié tan hondo que se extravió mi orgasmo.
Nos desnudamos tanto que olíamos a quemado,
que cien veces la lava volvió para escondernos.
Me hiciste tanto daño con tu boca,
tus dedos, me hacías saltar tan alto
que yo era tu estandarte aunque no hubiera viento.
Me desnudaste tanto
que pronuncie mi nombre y me dolió la lengua,
los años me dolieron.
Nos desnudamos tanto que los dioses temblaron,
que cien veces mandaron las lavas a escondernos.
Te frotabas tan rápido los senos
que dos veces caí en sus remolinos,
movías el culo lento, en alto,
para arrearme a su negra emboscada,
su mediodía perenne.
Abrías tanto su historia, gritaba su naufragio
Nos denudamos tanto que no nos conocíamos,
que los dioses mandaron la lava a reinventarnos.
Te desmentí de cabo a rabo
devolviéndote a tus primeros actos,
te escudriñé profundo
hasta escuchar la historia amarga de tu cuerpo,
pues sólo el amor sabe cómo llegar tan hondo
sin molestar la sangre.
Esa noche la lava mudó su paisaje en piedra.
Tú y yo fuimos lo único que se murió de veras.
Fabio Morabito
1 comentario:
Me encantan los poemas que hablan de sexo y no por ser ordinario, no, la verdad no hay casi nadie que haga esa clase de versos,un saludo
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