Ejercicios literarios, crónicas, miradas a la ciudad, relatos, poesía (de vez en cuando) y todo lo que este aprendiz de escritor produce en el camino a encontrar su propia voz (Al final Borges la encontró a los 70 años)
miércoles, octubre 05, 2005
Dos patas de mi mesa
I.
La mesa donde escribo, la silla donde leo, los detalles agudos y sangrientos de este presente, van dando paso a tanto polvo muerto, tanta angustia no resuelta. Te veo entre papeles, prisionera, y sangrada, recordándome la lucha, entre cuentas sin pagar y la borra de café.
Te veo desparramada entre versos mudos, órdenes de pago y agendas llenas de buenas intenciones. Entonces rescato tu mirada de esperanza y vida de almanaques con tinta esmeralda, verde de esperanza, verde de podredumbre.
Con rabia voy pintando el pasado y dando paso al nuevo presente. Estas hoy en la mesa vacía que guarda tu risa y tu llanto alado, los golpeteos tibios de tus manitas dulces. Estas ahora en estos labios cansados de gritar el asco, en esta angustia que rompe mis puños en este fracaso hecho ruina. Estas y eres la madera de la mesa donde escribo, la astilla de la silla donde sigo, la espina de la cruz que hoy construyo.
II
Mesa firme, mesa dura, mesa de astillas sepia, mesa que sostiene estos huesos, sangrados y llenos de musgo. Palpo mi futuro y mi silencio en tus pilares firmes,. De pie te miro y voy enroscando mi carne en tus esquinas de curvaturas claras, para esconderme del mundo, cubrirme de la lluvia de dardos que caen impasibles a mi caparazón oscuro.
Vuelvo y me quedo en silencio en el cúmulo de papeles viejos para ser otra vez un humanoide alado viajando a antiguos campos, firme y preso en tu estructura rígida de caoba pulida.
Mesa donde juego a perseguirte, me encojo, me hago oruga, vuelvo en culebra y paseo por las cuatro esquinas que te sostienen. Empiezo reptando firme por tu pilar de ensueños para taladrar luego con mandíbulas de termita tu pata sincera. Revoloteo entonces, cual insecto aprisionado, dándome de golpes en tu esquina de cordura; luego me levanto y caigo en picada para estrellarme en tu pata agridulce, en la suma de astillas que sostienen tu estructura y ser madera en tu pata de locura.
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