miércoles, marzo 08, 2006

Mostruos


Los mostruos de plastilina, nacieron una mañana de domingo, los gorritos tienen vueltitas hechas a mano para evitar el viento, los botones blancos y los ojos gentileza de Stephie. el mayor es el papá, y tiene zapatos azules, el menor solo medias y dos botones en el pecho

Los mostruos van al parque, juegan con los juguetes de mi niña, miran a la luna y se preguntan
¿Cómo la bajamos?, Stephie los mira y les responde "Otro mañana ya? le voa a decir a mi Papi.

Hoy los mostruos duermen, esperan su regreso, en un balde plástico donde estan manzanas, pelotas y conejos de plastilina, revueltos en el mundo al que mi hijita me invita a pasar.

Los mostruos, me sonríen viven por que ella quiere que así sea, en su sonrisa y su mirada, en la inocencia que no murió, solo durmio en algún lugar de la azotea y despierta de su mano.

Los mostruos son graciosos, amables, algo así como cronopios de plastilina, se dan muchos besos, caminan cantando por el piso de madera y se pierden en un cajón, son su obra, mi amuleto de inocencia y por sobre todo odian que mires el reloj.....

Papi: Haceremos mostruos de masas ya?
ya hijita
Papi, el lobito feroz no los va a soplar?
No creo hijita
uhmm Papi, les voy a hacer gorros amarrados, así para el viento, para que el lobo no los sople y no los coma ya?

Yo también me conseguiré un gorro amarrado para espantar a los fantasmas y duendes que andan por ahí.

9 comentarios:

Soñadora Insomne dijo...

El amor de un niño nos protege hasta de la misma muerte.
Me hiciste acordar de mi adorado sobrino. Me voy volando a verlo, a besarlo, a que me acaricie el corazón roto.

Unknown dijo...

asi es hasta de la misma muerte...viste crash??? cuando la veas sabrás a que me refiero

Soñadora Insomne dijo...

Sí la vi. Y me hiciste recordar también a esa niña.
En cierto sentido, los niños son como angelitos pues te hacen olvidar cualquier dolor con una mirada.

[i] Isabel La Fuente Taborga dijo...

gorros amarrados para que el lobo no los sople. bien stephie! sabe bien que si "amarras" las cosas los malos soplidos no pueden llevárselas. que tierna! y que perspicaz.

Vero Mendizabal dijo...

Amigo, tener a un niño cerca es lo mejor que le puede pasar a un adulto apurado, ellos detienen los relojes y les importa poco si la luna va saliendo y llegó la hora de dormir.

A mi me encanta la sorpresa que les genera todo, me encanta la facilidad que tienen para inventar formas de decir las cosas en un lenguaje tan simple y tan claro, pero sobre todo, me encanta esa habilidad que tienen de ser tan prácticos en sus poquitos años... "y si el sombero se vola con el viento, mejor lo amarro a las orejas de mis mostruos bebes"

Un beso grande a tu niña.

otro beso a ti.

vero

flacazul dijo...

por que será que perdemos esa inocencia tan de niños... tan de niños sin relojes, con lunas y muñecos de plastilina...
que no se le vuelen los sombreritos!
un abrazo.

lucian de silenttio dijo...

mostruos, mostritos o será mostruitos (:-), al cuerno con todo, viva los mostruos (los de ese y otros tipos)

Unknown dijo...

teleloj= cuando la alarma del reloj suena, mi hija crea un nuevo concepto de un telefono dentro un reloj el teleloj

Anónimo dijo...

Esos locos bajitos

A menudo los hijos se nos parecen,
así nos dan la primera satisfacción;
ésos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.
Esos locos bajitos
que se incorporan con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, hay que domesticar.
Niño, deja ya de joder con la pelota.
Niño, que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.
Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos para dormir.
Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada y en cada canción.
Niño, deja ya de joder con la pelota.
Niño, que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.
Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos,
que se equivoquen,
que crezcan
y que un día nos digan adiós