Mi nombre es Crispín Portugal Chávez nací el 17 de noviembre de 1975 y mi chapa es ‘el torcido’. Vine al mundo un día lleno de niebla y frío, aparecí totalmente vestido a lo caballerito; crecí un poco y empecé a doblarme como un arco, comí mucho y nunca engordé y de ahí que comprendo que mi chapa sea “el torcido”. (Crispin Portugal).
Dice que soñaba con morir y que su primer poema, escrito a los 8 años, se titulaba “siempre quise morir menos hoy”. No conocí en persona a Crispín Portugal, leí su obra eso sí y me pareció ver su sombra en el Etno. El Willy me había invitado a una lectura de poesía y narrativa entre paceños y alteños- somos lo mismo, para que la diferencia le había dicho- va a ser “mascara contra cabellera” entre poetas ven nomás- me respondió. Ya en mitad de la lectura lo vi, escuchando ceremonial y reflexivo a sus cuates de “Los Nadies”. En la mesa del fondo, atenta con sus manos entrelazadas, estaba su sombra. Escuchando desde su muerte larga el aparente debate sin nombre entre los de La Hoyada y los de La Ceja.
Dice que soñaba con morir y que su primer poema, escrito a los 8 años, se titulaba “siempre quise morir menos hoy”. No conocí en persona a Crispín Portugal, leí su obra eso sí y me pareció ver su sombra en el Etno. El Willy me había invitado a una lectura de poesía y narrativa entre paceños y alteños- somos lo mismo, para que la diferencia le había dicho- va a ser “mascara contra cabellera” entre poetas ven nomás- me respondió. Ya en mitad de la lectura lo vi, escuchando ceremonial y reflexivo a sus cuates de “Los Nadies”. En la mesa del fondo, atenta con sus manos entrelazadas, estaba su sombra. Escuchando desde su muerte larga el aparente debate sin nombre entre los de La Hoyada y los de La Ceja.
Conocí poco a Crispín, compré todos los libros de Yerba Mala Cartonera y supe de él farreando alguna vez con el gaucho aquel que alucinaba con la movida cartonera alteña. Entre trago y trago y defensa de la piratería, como un derecho y un deber en Bolivia, salia tu nombre.
Ayer te leí Crispín en Fondo Negro y me quedé reverberando en las recurrencias de la muerte, en el egoismo y la independencia de volar sin miedo, solo. Yo también leí Frankensteín y me estremecí con el último capítulo igual que tú, pero así de manera imaginaria nomás, no por ácidos fosforados. Verás tú, todavía me jalan la pata fuerte muchas cosas para quedarme de este lado y “la calaca” sólo me coquetea, no me quiere besar todavía.
Crispín, recordé tu memoria un año después en el arrepentimiento de haber sido tan gil y no compartir más con ustedes, de jugármelas más en la calle con los cartoneros.Esta noche van a leer poesía en el Etno, anda, seguro que uno que otro cuate borracho te va a nombrar y tu cagarás de risa por que no entienden, por que sólo saben de homenajes, por que no fueron cartoneros, por que no chuparon en la Wayna Tambo y menos, mucho menos conocen el tistapi de un nicho.
Tu “temida e inspiradora muerte” te ha llevado como querías. En tu ataúd, un año después tus huesos siguen torcidos y tu palabra por todo lado se está haciendo escuchar como “jalón de trenzas” de “Almha la vengadora”. Esta noche le meteremos un "chuchuasi" a tu nombre, me voy no sin antes pedirte permiso para robarle al Fondo Negro este texto tuyo como homenaje desde un lector del hoyo a la contundencia de tu Ceja.
Tú y tú como dos
Crispín Portugal
Tembló tu carne al escuchar la voz negra en la tarde, mientras ella con su viento lo nublaba todo con polvareda, dejándonos en la penumbra sin ser noche. Mi cuerpo empezó a absorber la humedad, la tristeza de estas paredes tiesas olor a trago, mareándonos más de lo que habíamos bebido. Me acerqué a ti que te dejabas escapar por la ventana, te veías flotando impulsada por el fuerte ventarrón sin que las venteras, que tiritaban de frío y recogían en sus aguayos sus mercancías, se percatasen de tus cabellos que se enredaban en las rejillas de algunas pasarelas.
Quisiste recorrer la planicie de esta ciudad pero la montaña canosa con el nombre del joven carcomió tu tiempo calculado.
Cerraste los ojos y buscaste en mí un poco de calor, te abracé con fuerza, froté tu espalda y te retorciste. Quise cortar tus cabellos, cuando empezaste a llorar, toque tu mejilla de barro y un gemido eficaz como tu llanto escapó de tus labios: te hacía daño, pues todo tu ser estaba malogrado y al borde del derrumbe; entonces comprendí que nuestro calor se esfumó.
El ámbar de este silencio se ahumó, se vio terriblemente estrujado, mis ojos vidriosos reflejaban el catre, el bacín que sirvió de cenicero, el perchero con cariz de arlequín, el velador donde se desvanecían unas monedas, donde yacen tiesas unas llaves, donde brillan unos sobres nerviosos. Ahí estás tú quitándote la ropa aprisa, segura, decidida, secándote las lágrimas para después meterte en la cama y cubrirte con las frazadas sucias, dejándome un espacio que sin lugar a dudas lo ocuparía.
http://yerbamalacartonera.googlepages.com/lamuertedecrispinportugal.pdf
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