Pérez Velasco 12:30. El olor a pis es real, la calle Comercio con vendedores de inciensos y chalinas queda atrás. Sentado en la acera, frente a la piedra de la plaza de los Héroes, escribo. Una abarca de goma me acompaña y la uña amarilla me sonríe desde un pie con aromas salados. Pie blanco, alemán, no es de estos lares.
El telón de fondo me trae bocinas, minibuses y dos ancianos conversando sobre un juicio, uno todavía cree y explica las fases del proceso, el otro escucha mirando a unas adolescentes de reojo, ya perdió la confianza en el sistema. El cielo gris, “¿tú ya tienes tu VIVA?”, me miran unos jóvenes en camisas modernas y dos chicas con ombligos al aire, desde un cartel antiestético.
El olor es real, la lluvia vuelve a mojar, los alemanes se van, queda un heladero.Estoy en la Pérez, lugar de mil luchas y peleas, las voces que me siguen son crudas, el color de flores, libros, zapatos y nylon es mío, en mixtura pero mío. El nombre de la rosa, Umberto Eco, La Reliquia de Queiros, y más, disciplinadamente “juntuchados” me miran, me ríen, como mascotas en perrera, esperan ser llevados.Banzer, el destino de un soldado se vende en treinta lucas, Marcelo Quiroga y Los deshabitados en 7,50.
Un señor de tez morena y ojos secos me mira, le pregunto, ¿por qué vende a Banzer en treinta? Se ríe, de manera tímida y cómplice. Me voy pensando en la oferta y la demanda y los homenajes póstumos en un puesto de libros.La gente no me mira como a uno de ellos, tampoco como turista, tengo mochila y media barba mestiza, pero no me mira, parezco intuir el olor que me atribuyen, ése a vientos del sur. Ajeno en mi ciudad, no recibo las sonrisas del gringo que regatea hábilmente a Nietsche en veinte lucas. Vuelvo, compro dos ejemplares de Hesse y uno de San Agustín, me sobran veinte, tengo hambre y bajo a San Francisco.
Entro al templo, un aire moderno me recibe en el museo. Las piedras se contagiaron de minimalismo, aquéllas que levantaron la historia con sangre y evangelizaciones forzadas, me invitan a pasar.Retengo imágenes de mi paso por el museo, más allá de lo barroco me quedo con algunas escenas.
El coro, con aquel libro inmenso en latín, una cueva minúscula al subir al campanario por un oscuro y angosto pasillo. Una terraza junto a la torre permite ver mi ciudad colorida y caótica, contrasta con aquello que dijeron los franciscanos hace cuatro siglos: “El sitio es de lo más sano de la ciudad, nos asentamos a orillas de un río junto al lindo puente que construimos, la gente es mansa y tranquila”.
Entre cuadros anónimos del barroco mestizo, aspiro el aroma a vino en viejos barriles y la madera de una cama en la celda de un fraile, que huele a muchos muertos. La cripta, donde no puedo dejar de oír llantos, me lleva a la imagen de algún fraile en la dictadura ocultando compañeros. Abaroa y Murillo están firmes en sus urnas, el olor en este lugar es fuerte.
El altar huele a guiso, el almuerzo está por servirse en sábado, caminarlo se me está vedado, dos monjas me reprenden por mirar de cerca el retablo.Hace frío, termina la visita, en la puerta un hombre de labios púrpura me escupe el trayecto.
Al otro lado de la calle un gringo discute con su mujer y le dice que no comprará recuerditos para nadie. Una inglesa pata pila torea minibuses y refresca sus pies en orines paceños, mientras la vendedora de la esquina se ríe.
5 comentarios:
Ahi estas camaleón!!!! yo siempre te encuentro aunque tengas el color de la ausencia más grande!!!! tus colores no te ocultan de mi....
Te mando un gran abrazo....
Muy buen post, este sí me gustó, La Paz, nuestros libros, me hace recuerdo a la anécdota de nuestros amigos al conseguir el "café y mosquitero", ubicas no?, tu compañero de curso quiere quitárselo a mi amigo melenudo...
gracias por el apoyo de tantos años men
Nuestra ciudad, que tiene otro sabor caminandola. jajaj, claro me acuerdo, la joyita del Saenz y los avatares del Rodete por conseguirlo.
Gracias por tus comments, bienvenidos siempre
No me queda más que quitarme el sombrero (en realidad la gorra).
Linda foto... en sepia, se vería mejor. Linda foto, repito.
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