martes, noviembre 01, 2005

Tantawawas y Jaloguines



A que hora bajará pues tu marido a comer sus tantawawas...........a la misma que el tuyo baje a oler sus flores, señora.....

Ahí estas, jugando con la humedad y los gusanos, sin sentirlo, por que no existes. Acá estoy creando un puente mágico, divino. Tocando la puerta de mármol, para sembrar eco en la tierra.

Acá estas, donde te nombro y evoco en la conciencia. En el acto de negar tu partida de creer saberte con vida. Aquí permaneces y renaces, al pronunciar las silabas en silencio y entonar oraciones comunes, algunas con cantos de esperanza.

“A veces bajan” dice alguien, “la mayor de las veces esperan al silencio”. “Los míos bajan por pan, los tuyos por flores”. Ambos están inertes en polvo y ambos vuelven, siempre vuelven en la memoria. Vuelven en evocaciones intimas, para compartir un poco de este mundo para darnos señales de su entierro.

“Ellos no se marchan” y tu sabes que es necesario, aguantar cada paso del ritual, soportar el chirrido del metal en tu descenso, es necesario, pronunciar las palabras sin llanto. Al final la vida nos regala símbolos fechas, puentes, así es más fácil la espera.

Hoy te regalo mi recuerdo en un rostro de arcilla, en una mirada de jengibre. Luego me voy corriendo, por que tengo miedo que la vida devoré mis racimos y migajas de fe. Mañana volveré al presente, mañana permanecerás ausente del tiempo y mi espacio, hasta un próximo encuentro, hasta el próximo Todos Santos.

Mientras vuelvo cansino y derrotado a mis días rectos y vacíos, ellos llegan, pájaros, perros y gusanos. Se asomarán felices a comer el cuerpo de yeso, cuando todos nos vayamos, cuando los cantos cesen.

Después de todo ambos sabemos que es cierto nunca bajaras a beber el agua, ni menos a oler las flores. ¿Acaso importa?, ¿acaso cambia que la magia no funcione lejos del circo?.

Los dos sabemos la verdad, jamás alcanzarás a compartir mi cena, sin embargo no te fuiste, por que tu espacio no es humano, porque tu cuerpo abandono el yeso. ¿Acaso importa, que tu esencia, se desprenda de las ofrendas?, ¿acaso tiene sentido la verdad?. Si ambos sabemos que estás presente y te encantan los claveles rojos y el pan dulce.

Después de todo, bajaste a oler las flores, comiste el pan dulce, envuelta en llanto, tu alma fue una vez más ave y llevo por los aires los restos de recuerdo de los tuyos, hasta el próximo encuentro, hasta el próximo Todos Santos.

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