
Y sabremos entonces que aún somos tacto
Si en la mirada un verso cae por la alfombra
Tu dirás, fue sincero y puro
Yo, una mierda y seguirá siendo
Apagarás la luz, romperé algún vaso
Y en penumbras, balancearemos viejos sueños
(con la podredumbre del presente)
El shuffle dando vueltas mezclando ácidamente melodías, la banda sonora de vidas y muertes. La rara lluvia de otoño, imprevista en esta ciudad, el lexotanil bailando en cosquillas rosas en la sien y mi café enfriando.
Su imagen, si esa, la misma con hedores de pasado, llegó a casa con el rostro de huesos en flor. Los fantasmas vuelven y nunca son igual, son despojos de antiguas historias, en escenas raídas.
Aquellos besos que ya no vuelven, convierten mi vida en algo raro y vienen flashes de pieles, así revueltas, en livianas promesas de sabana, de su mirada magenta, de la línea carmin en su rostro, simulando labios. de mis besos de ventosa, mi lengua de pez en su caverna de mar.
Lejos, lejos de casa no tengo nadie que me acompañe a ver la mañana y que me dé la inyección a tiempo antes que se me pudra el corazón…El Charly, las lagrimas negras en mis manos y sus ojos mirando la cruz del sur, ese vals en la calle, la madrugada, el tinto por testigo, esa promesa del 4 ever ahí en la noche paceña, ahí con las teclas golpeando la miel.
Acá hace menos frío que en la calle hay leña para un fuego no mucha pero bueno, pasa entra. El tímido retorno tuyo esta vez en mi cancha, en este lugar de memorias, ¿té de frutas?, ¿la ciudad aún te seca la nariz?, tus manos con falanges en arco, ese maldito chelo, me olvidé, tanta caricia musical. Verte con ojos de presente, los aromas del desván se mezclan con el incienso, ya me acordé por que carajo amé a esta mujer.....te llamo un taxi?
Se apago el amor, como un fueguito, como un fueguito muerto de frío, la Matilde y el aroma a tabaco negro y cerveza calentada en el sofá. Dos labios balanceando soledades, tanto dulzor que se ha quemado, dice la voz, ¿acaso era eterno?, ¿tu también te compraste la pomada eso de que todo es para siempre?, no me hagas reir, no mames.
En un café se vieron por casualidad, el gastado 11 y 6 tenía que aparecer y con él aquel flash, la ventana del departamento naranja. El neón bailando con sombras, el limón de sus besos, en sus piernas durazno…”¿eso sentirán los amantes?” decías con tus 20 años, bebiendo de mis labios de lija, en ese cómplice juego, ahí los dos, dizque estudiando psicoanálisis, y en realidad destripando el inconsciente de tu chico, hablando mal del pobre y rodando, rodando...y dale alegría, alegría a mi corazón, es lo único que te pido al menos hoy.
Abrázame y muérdeme, llévate contigo mis heridas, benditos y malditos amores perros, esos de bruma en la ciudad vacía, de la casa verde. De caminar cansino y de serpiente, de alma en hollín y pupilas adormecidas, de sabanas del alquiler y lagrimas con precio.
Me duele que no estés y tu te vas…la sangre y los golpes a la piel, ¿te acuerdas? las heridas, los gritos, los mordiscos, la humedad y luego tanto golpe seco, tanto insulto crudo. Como nos gritaban los labios, los pies fríos, las manos reventando muñecas. Tu pequeño cuarto, aquel sótano, el vecino mirando por la ventana, tu vientre adormecido, las promesas y los miedos. Luego el ruido, ese de gemidos, abogados y platos rotos; de mentiras, que no acaba que sigue gritando tras la puerta.
Ella quiso barcos y el no supo que pescar y al final números rojos en la cuenta del olvido, y con tanto ruido no escucharon el final, mucho, mucho ruido, ruido de ventanas, ruido de manzanas que se acaban por pudrir, tanto ruido y al final por fin el fin.
Si en la mirada un verso cae por la alfombra
Tu dirás, fue sincero y puro
Yo, una mierda y seguirá siendo
Apagarás la luz, romperé algún vaso
Y en penumbras, balancearemos viejos sueños
(con la podredumbre del presente)
El shuffle dando vueltas mezclando ácidamente melodías, la banda sonora de vidas y muertes. La rara lluvia de otoño, imprevista en esta ciudad, el lexotanil bailando en cosquillas rosas en la sien y mi café enfriando.
Su imagen, si esa, la misma con hedores de pasado, llegó a casa con el rostro de huesos en flor. Los fantasmas vuelven y nunca son igual, son despojos de antiguas historias, en escenas raídas.
Aquellos besos que ya no vuelven, convierten mi vida en algo raro y vienen flashes de pieles, así revueltas, en livianas promesas de sabana, de su mirada magenta, de la línea carmin en su rostro, simulando labios. de mis besos de ventosa, mi lengua de pez en su caverna de mar.
Lejos, lejos de casa no tengo nadie que me acompañe a ver la mañana y que me dé la inyección a tiempo antes que se me pudra el corazón…El Charly, las lagrimas negras en mis manos y sus ojos mirando la cruz del sur, ese vals en la calle, la madrugada, el tinto por testigo, esa promesa del 4 ever ahí en la noche paceña, ahí con las teclas golpeando la miel.
Acá hace menos frío que en la calle hay leña para un fuego no mucha pero bueno, pasa entra. El tímido retorno tuyo esta vez en mi cancha, en este lugar de memorias, ¿té de frutas?, ¿la ciudad aún te seca la nariz?, tus manos con falanges en arco, ese maldito chelo, me olvidé, tanta caricia musical. Verte con ojos de presente, los aromas del desván se mezclan con el incienso, ya me acordé por que carajo amé a esta mujer.....te llamo un taxi?
Se apago el amor, como un fueguito, como un fueguito muerto de frío, la Matilde y el aroma a tabaco negro y cerveza calentada en el sofá. Dos labios balanceando soledades, tanto dulzor que se ha quemado, dice la voz, ¿acaso era eterno?, ¿tu también te compraste la pomada eso de que todo es para siempre?, no me hagas reir, no mames.
En un café se vieron por casualidad, el gastado 11 y 6 tenía que aparecer y con él aquel flash, la ventana del departamento naranja. El neón bailando con sombras, el limón de sus besos, en sus piernas durazno…”¿eso sentirán los amantes?” decías con tus 20 años, bebiendo de mis labios de lija, en ese cómplice juego, ahí los dos, dizque estudiando psicoanálisis, y en realidad destripando el inconsciente de tu chico, hablando mal del pobre y rodando, rodando...y dale alegría, alegría a mi corazón, es lo único que te pido al menos hoy.
Abrázame y muérdeme, llévate contigo mis heridas, benditos y malditos amores perros, esos de bruma en la ciudad vacía, de la casa verde. De caminar cansino y de serpiente, de alma en hollín y pupilas adormecidas, de sabanas del alquiler y lagrimas con precio.
Me duele que no estés y tu te vas…la sangre y los golpes a la piel, ¿te acuerdas? las heridas, los gritos, los mordiscos, la humedad y luego tanto golpe seco, tanto insulto crudo. Como nos gritaban los labios, los pies fríos, las manos reventando muñecas. Tu pequeño cuarto, aquel sótano, el vecino mirando por la ventana, tu vientre adormecido, las promesas y los miedos. Luego el ruido, ese de gemidos, abogados y platos rotos; de mentiras, que no acaba que sigue gritando tras la puerta.
Ella quiso barcos y el no supo que pescar y al final números rojos en la cuenta del olvido, y con tanto ruido no escucharon el final, mucho, mucho ruido, ruido de ventanas, ruido de manzanas que se acaban por pudrir, tanto ruido y al final por fin el fin.