Hablar de mi así de frente, es algo que no suelo hacer muy a menudo salir del papel del cronista, de la ficción de mis personajes y presentarme con la cara lavada y los ojos rojos no es algo muy cotidiano, sin embargo me dio ganas de hacerlo.
Acá estoy escuchando a Silvio, con eso de “Cómo sabrá la cerveza que el sepulturero se beberá cuando acabe de darme abrigo” y me pregunto por mi fecha de vencimiento y reconozco que mi fe a tenido serios deterioros el último tiempo y por más que trato sólo imagino una nada absurda al otro lado, en todo caso tarde o temprano me enteraré si la película que me contaban los curas era cierta, si hay algo mágico y celestial mejor a lo mundano de esta tierra que me demuestre que valió la pena chuparse tanta mierda, tanto dolor, tanta incoherencia, tanta injusticia; o tal vez los hinduistas tenían razón y acabe reencarnandome en rata.
Hoy es uno de esos días en los que el vacío me está comiendo, en que extraño a mi hija que vive a mil kilómetros de distancia, en que no quiero llegar a dormir con mis fantasmas, en que me resisto a estar acompañado y a la vez detesto esta melancolía cotidiana, este silencio de autoexilio.
Hoy confieso que necesito un buen trago, un buen cigarro, unas manos tibias en mis manos, unos cabellos largos desparramados por mi pecho, unos píes fríos enredados en mis piernas. Hoy reconozco mis adicciones y que pasar diecinueve días sobrio me resulta definitivamente insoportable.
Hoy acepto que no sé como tratar a la gente, que no soporto vivir conmigo mismo y que estoy terriblemente cansado de esta rutina, de este repetir mil veces el mismo día, que tengo ganas de mandar todo al carajo, agarrar mi mochila e irme, por último estoy harto de estos ojos rojos.
Al final no se el porqué de esta pausa, son las cuatro de la tarde tengo un kilo de cosas que hacer en la oficina y debería estar produciendo para justificar el sueldo y eso que se supone que el miercoles siempre fué mi día más productivo.
En fin, volveré al trabajo, más tarde iré al teatro y haré una pausa con una tragedia griega versión actualizada, espero que valga la pena el viaje; luego iré a ver a la Liz al Cambrinus, dice que cantará algo de trova. De momento sigo evadiendo el trabajo y este Silvio que insiste con eso de “Sobre tu cuello de porcelana yo me tendiera paloma mía”. Que ganas de volver el tiempo, de gozar de esas tertulias, de esas guitarreadas, que ganas de besar tus labios que ya están muertos.
En fin, hoy hice una pausa, hoy no es un buen día, hoy sólo quería contarles que es urgente volver a vivir.
2 comentarios:
Viejo, hay días así. Para mí es cuando tengo la mierda en el alma, así los conceptúo. No se trata de querer morir, de tener ganas de lanzarte del puente, no; se trata de no ser. Matándome sería un muerto, es decir, sería algo; cuando tengo la mierda en el alma quiero no ser.
Bueno, por lo menos tú tienes la voluntad de salir y tratar de distraer la melancolía, de ponerte colirio en los ojos y buscar a esa que te desparrame los cabellos en el pecho; cuando yo tengo la mierda en el alma, me encierro y no quiero saber del mundo, me jodo a mi mismo, me torturo con los "debía haber hecho esto", me acabo con el recuerdo de unos labios que jamás volveré a besar y con la nostalgia adelantada de esos otros que sólo pueden ser fantasía. En fin, mañana, al despertar, intentá hacerle caso a la canción: "Hoy puede ser un gran día, dale una oportunidad".
¡Fuerza!
UN ABRAZO...gracias estimado
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