Caminar despacio por mis calles a finales del invierno, tiene el ritmo de un adagio con resaca, de esos que te mecen sin quererlo y de golpe el ritmo cobra otro sentido con el ruido de la gente, los autos, la vendedora de periódico, la lucha de transportes públicos.
Me anda doliendo el pié, debe ser la concentración de cebada que se alojó en el dedo gordo, me cuesta caminar y me preguntó que sentirán los que usan un bastón.
Andrés fue escogido al azar en la compu y me grita, "con tanto colchón me pierdo, conozco el camino pero me pierdo".
Hablaré de letras hoy, con un café, con aquella flaca de la U, que ahora tiene su proyecto literario.
Este papel arrugado que rescaté del tacho me mira y me hace un guiño desde un pedazo roto, para recordarme que hay pega acumulada..
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